El regalo (ER1)

Capitulo 6

Gunther no me miraba, ni siquiera miraba a Derek que parecía cabreado con su actitud.

-Siéntate ahí, vamos a conversar- el chico se sentó sin rechistar, los demás no parecían sorprendidos con su actitud ¿era siempre así?

Alaric dijo que no era la primera, quizás había secuestrado a otras chicas antes habían logrado escapar?

-Derek si el niño bonito no la quiere podemos hacerlo como la última vez, a mí no me molestaría- Anton me dio una diabólica mirada.

-Cierra la boca Anton - miro a Gunther y dándome un empujón me hizo caer de rodillas frente a él.

El chico tatuado ni volteo a verme, esto era humillante, intente levantarme, pero antes de siquiera intentar moverme Derek me empujó con el pie, maldito idiota.

-Todos hemos recibido a una Gunther, esta es la tuya, si no la quieres sabes bien lo que ocurrirá, ¿quieres compartir con tus hermanos? - ¿compartir? ¿porque todos aquí hablaban de mi como un pedazo de carne?

- Hey! ¡No hables de mi como si no estuviera aquí! ¡Ni pienses que haré algo por ustedes! ¡Son un grupo de enfermos! - La mirada de los hermanos era de sorpresa, todos excepto Alaric que me vio ¿preocupado?

-Levante Aubrey - su tono de voz, tranquilo y pasivo no me daba buena espina, primera regla, no hables si no se te ha pedido que lo hagas-

Me levanté sin apartar mi mirada de él, está molesto, de seguro las otras chicas dejaban que hicieran lo que quisieran con ellas, que tonta, debí mantener mi boca cerrada.

-Anton...ven acá - Derek me miro con una sonrisa en su rostro, me aparte de inmediato, extendió su brazo y tomando mi muñeca me acerco a el- ¿quieres enseñarle a Aubrey sus deberes? Es hora de que entienda para que está aquí.

-Aléjate de mí - Anton sonrió con soberbia, su mano tomo mi cintura acercándome a él.

-Ah muñeca...vas a quererme cerca- froto su nariz contra mi cuello, necesitaba un milagro.

-Kaspar, ayuda a tu hermano...Aubrey es algo lenta para aprender, de seguro un poco de ayuda no le vendrá mal - el chico se puso de pie mirándome dudoso, no parecía agradarle demasiado, no parecía agradarle nadie en esta sala de todas formas.

Mis lágrimas amenazaron con salir, mis piernas comenzaron a tiritar y Anton lo estaba disfrutando, el chico...Gunther se puso de pie mirando a Derek, se acercó a él quedando frente a frente, no escuché ni una sola palabra, pero Derek por algún motivo les pidió a los hermanos que se apartaran de mí.

-Alaric, llévate a la dulce Aubrey a el cuarto cinco- parecía molesto ¿algo no estaba saliendo de acuerdo al plan? ¿era Gunther mi salvación?

Ridícula...estas siendo secuestrada por cinco hombres ¿crees que alguno quiere salvarte?

¿Qué es el cuarto cinco? Porque ¿Alaric ya no me mira?, toma ni muñeca llevándome por un oscuro pasillo, mi habitación está para el otro lado, mi cuerpo comienza a enfriarse.

-Tienes que mantener la boca cerrada Aubrey, ni siquiera llevas un día y ya la has jodido- se detuvo al final del pasillo junto a mí.

Había una puerta negra con una navilla dorada, saco un juego de llaves y metió una en la cerradura.

-No me quedaré aquí, no quiero estar aquí, déjame ir, por favor- mi voz suplicante no surgió efecto.

-Lo siento Aubrey, esta es tu casa ahora, es mejor que te olvides de todo lo que conocías, dolerá menos - el sonido de pasos por el pasillo comenzaron a colocarme nerviosa.

Intenté retroceder y caminar de vuelta a "mi cuarto" cuando lo vi aparecer entre las sombras, Gunther me miraba inexpresivo, Alaric se acercó a él entregándole una llave, ¿cuantas chicas habrán estado aquí?

-. Derek te quiere en su despacho por la mañana- Gunther asintió sin quitarme la mirada de encima.

Alaric volteo a verme sólo una vez más para luego dejarme a solas con él extraño chico, sin decir una sola palabra tomo mi muñeca y abriendo la puerta me arrastró hasta el interior se la habitación.

Paredes blancas, una cama con sábanas de seda negra, mi vista se dirigió a los barrotes, tenían marcas, y podía adivinar de que eran. Un sillón frente a ella, Gunther se acercó hasta el sillón y quitándose la camiseta volteo a verme.

Tenía piercings, jamás me gustaron, y que hablar de los tatuajes, si trabajado cuerpo no me iba a quitar el miedo y rechazo que sentía hacía el, pasó una mano por su cabello para apartarlo de su rostro. Se sentó en el sofá sin quitarme la mirada de encima. Comenzaba a desesperarme.

Corrí hasta la puerta otra vez para intentar abrirla, pero era imposible, ¿era esto acero? Mierda, estaba jodida, el parecía disfrutar de mis nervios porque sólo se dedicaba a verme luchar por salir de este maldito cuarto.

-Déjame salir! ¡No quiero estar aquí! ¡Eres un enfermo! ¡No ves que no te quiero cerca! ¡Déjame ir!  - alguna de mis palabras pareció molestarle, no sé cuál de todas o si fueron cada una de ellas.

Se levantó rápidamente tomando mi muñeca y empujándome me dejó caer sobre la cama, colocándose sobre mi alcanzó una cuerda que colgaba sobre uno de los barrotes, no me miraba simplemente se dedicó a atar mis muñecas tan fuertes que sentía como la sangre dejaba de circular.

Moví mis piernas intentando quitarlo de encima, pero nada funcionaba.

-No me toques! ¡Juro que si me tocas vas apagarlo!  - atada de manos apoyo las suyas en la cama inclinándose hacía mí.

Me miraba detenidamente, cada centímetro de mi rostro, odiaba su silencio, lo hacía peor aún, una de sus manos tomo mi mandíbula haciéndome mirarle fijamente.

No tuve elección, no se me pregunto si así lo quería, sus labios rozaron los míos lentamente casi como si disfrutará del simple hecho de sentirlos, por más que intente apartar mi rostro, él tenía el control, su mano soltó mi mandíbula comenzando a bajar por mi cuerpo, se detuvo en mi cintura acariciándola lentamente. Me asustaba la manera en que comenzaba a respirar, casi como si estuviera entrando en un trance. No me hablaba, ni siquiera se detenía a mirar mis ojos, para él era un cuerpo, sólo algo con lo que desquitarse, usar, y dejar, ¿este era mi trabajo? Complacer a un grupo de enfermos que nunca conocí, no entiendo que ha pasado ¿en qué momento mi vida cambió de esta manera?