Capitulo 5

1505 Words
Mi rostro duele, mi cuerpo pesa, escucho voces a lo lejos pero apenas soy consciente de donde estoy, "Dile a Derek que estará lista para media noche, que no lo llame, lo hemos solucionado nosotros" ¿Derek? Mierda, mi cabeza duele. Abro los ojos lentamente, ¿dónde me han traído? pensé que estaría en una fría y oscura habitación, pero me encuentro en una cama con sabanas de seda negra, mis manos no están atadas, parece estar encendida la calefacción, un chico parado al pie de la cama me mira detenidamente, me siento de golpe arrepintiéndome de inmediato, el puñetazo que me ha dado el otro cobarde me duele más que antes. El chico me mira sonriente y menea la cabeza chasqueando la lengua, ¿qué es lo gracioso? no suelo temerle a nada, pero jamás había sentido tanto miedo como ahora, quizás si les entregaba lo que pedían, si papa respondía a la típica oferta, entonces me iría de aquí. - ¿Dónde estoy? Quiero irme - me levante dejando que mis pies tocaran el suelo, ¿dónde estaban mis zapatos y por qué tenía estos costos zapatos de tacón puestos? Mire mi cuerpo, una diminuta bata lo cubría, ¿qué demonios?, mire al chico que me miraba con notoria curiosidad, se acercó a mi extendiéndome su mano. Me aparte, si creía que tomaría su mano estaba equivocado. -He bonita, que si con alguien te conviene llevarte bien aquí es conmigo- ¿llevarme bien? ¿por qué me habla como si fuera a pasar mucho tiempo en este lugar? - ¿vas a dejar que te ayude o quieres terminar con tu culo en el suelo? esos tacones no se ven cómodos. -Quiero mi ropa, la quiero ya - tome los tacones y me los saque tirándolos en el suelo. El chico arqueo una ceja mirándome bastante sorprendido ¿qué le sorprendía? que estúpido podía pensar que le obedecería cuando estaba aquí con un puñetazo en la cara y en una casa de un tipo que cono conocía. -Mira Aubrey, te daré un consejo, no eres la primera y seguramente no será la última, si aprecias tu vida un poquito vas a hacer todo lo que te digan- lo mire asustada, pero no iba a mostrar debilidad frente a él, no iba a dejar que sintieran que tenían el poder. - ¿Por qué crees que me voy a quedar aquí? ¿piensas que nadie va a buscarme? ¿qué clase de idiotas piensan que pueden raptar a una persona sin tener consecuencias por ello? - - Tienes garras chicas, guárdalas, un puñetazo es solo una caricia para lo que conocerás si no obedeces. yo solo- la voz de un hombre le detuvo, el chico lo miro apartándose de mí. Alto, barba incipiente, mirada oscura...su presencia intimidaba, la manera fría en que me observaba no pintaba nada bueno. - Alaric, fuera- hizo un gesto con su cabeza indicándole la puerta ¿se iba? demonios, él se veía mucho más amigable que los otros dos, por muy estúpido que sonara, prefería que se quedara el pero no el hombre en la puerta. Alaric salió de la habitación sin decir una sola palabra, me miro resignado, sabiendo lo que ocurriría, cerró la puerta dejándome a solas con un tipo que con tan solo mirarlo intimidaba. Comenzó a caminar hasta mi lentamente ¿podía un secuestrador realmente lucir así? Sus ojos claros me miraban con atención, casi esperando a que yo hiciera el primer movimiento. Comenzó a caminar hasta el ventanal frente a la cama, me dio la espalda mirando hacia las cortinas que se encontraban cerradas, ¿que debía hacer ahora? si me movía podría recibir otro puñetazo, si gritaba no tenía sentido, la casa parecía estar fuera de la ciudad, no escuchaba ni un solo auto o indicios de una calle cerca. -Lamento lo que ha ocurrido hace un rato, me disculpo por mi hermano, eso no debió ocurrir- ¿su hermano? ¿el rubio alto, no se parecen en nada, un medio hermano tal vez? - ¿Te refieres al imbécil que me dio un puñetazo? Descuida te perdono, enserio, pues vivir en paz- dije molesta, si las cosas se solucionaran con un simple perdón... -Aubrey, primera regla en esta casa, tu hablaras cuando se te ordene, cuando tengas deseos de abrir esa boca vas a pensarlo dos veces antes de hacerlo- volteo a verme con soberbia. - ¿Crees que te tengo miedo? ¿Qué vas a hacerme? ¿Matarme? Hazlo, no me importa- casi pude jurara que una sonrisa apareció en su rostro- mi padre sabrá de esto ¿crees que no van a buscarme? Se acercó lentamente hasta mí, retrocedí llevando mis piernas a mi pecho, su mirada de lástima y su cercanía comenzaban a ponerme nerviosa- Tu cuerpo me teme Aubrey, deberías escucharlo más - bajo la mirada hasta mis piernas. -Mi jodida cara está aquí arriba idiota- odiaba cuando miraban a las mujeres casi como un objeto con el cual correrse. De un momento a otro su mano tomo mi mandíbula, lastimándome hizo que levantara la vista, sus ojos grises azulados me miraban con ira. -Cuida tu boca Aubrey, yo no soy igual que Alaric, no voy a ofrecerte mi mano para levantarte, quieres buen trato, obedece, desóvese y vas a conocernos, toma buenas decisiones Aubrey es todo lo que tienes ahora -me soltó bruscamente alejándose de mi- esta será tu habitación, siempre y cuando te comportes, tu trabajo aquí es uno y lo sabrás pronto, hace bien las cosas y nada malo ocurrirá. - ¿por qué piensas que te. - con su mano formo un puño mirándome molesto, decidí mantener la boca cerrada por ahora. -Debes saber que escapar es lo último que harás Aubrey, te conozco muy bien, sé que eres valiente...pero conmigo no te serviría- se acercó al sofá y tomando un costoso vestido lo dejo sobre la cama- Colócate esto, en media hora vendrán por ti, tienes todo lo que necesitas aquí, no quiero gritos de tu parte, llantos o quejas, mi paciencia es tan pequeñas como tus posibilidades de salir de aquí, ponme a prueba y verás ¿lo has entendido? Mire el vestido con odio, no iba darle el gusto, no dejaría que me hiciera sentir débil, él no iba a ganar, me había escapado de lugares con seguridad policial, de esta saldría sin problema. -Te hice una pregunta - asentí sin mirarle, podía usar sus reglas a mi favor. - Tienes treinta minutos Camino hasta la puerta sin voltear y con un portazo me dejó sola en esa habitación llena de lujos que no valían absolutamente nada, quería mi pequeño departamento, las duchas frías porque no me alcanzaba el dinero para tener agua caliente todos los días, quería incluso de vuelta el estrés de la universidad. Mire el vestido y tome una decisión. Si lograba hacerle creer que obedecería quizás podría ayudarme a salir, si comenzaba ahora a negarme seguramente terminaría con más de un golpe. Toque mi mandíbula adolorida y con cuidado tome el vestido para colocármelo. Mis manos tiritaban, el vestido se ajustaba a mi perfectamente, odiaba los tacones, nunca fui buena utilizándolos, era torpe, de seguro terminaría en el suelo. Tal como dijo en treinta minutos Alaric apareció en la puerta, no entendía porque siempre parecía sonreír, ¿qué clase de enfermo era? Tropecé dos veces, pero sus manos rápidas tomaron mi cintura evitando que fuera dar al suelo. Me aparte de él mirándolo con recelo, no iba a permitir que ninguno de ellos me tocará un pelo. La casa era preciosa, no podía negarlo, arquitectura antigua, madera completamente, Alaric me llevo por largo pasillo, miraba intentando encontrar alguna salida, pero no parecía haber alguna cerca. Llegamos hasta un gran comedor, un sillón de cuero n***o, y tres chicos en él, uno era el idiota que me dio un puñetazo, el chico de mirada de mirada oscura y otro que tenía un parecido a Alaric, pero parecía bastante molesto de verme ahí. -Aubrey...veo que aprendes rápido - Alaric se apartó de mi dejando que el tipo que lastimó mi mandíbula se acercara a mí. -Anton, discúlpate, ahora - parecía ser el jefe aquí, la manera en que los otros le obedecían sin rechistar era risorio. -No me disculpare con esa zorra- apreté mis manos formando un puño. -No soy ninguna zorra! - Anton me miro burlesco, mientras que el "jefe de la manada" me vio molesto. - ¿regla uno? - se acercó posicionándose detrás de mí- quiero que conozcas a la familia Aubrey. Ya que estarás un tiempo aquí. A Anton ya lo conoces, Alaric te ha traído hasta acá- el chico levanto la mano haciendo un gesto para saludarme- él es Kaspar- el chico ni siquiera me miro parecía no importarle en lo más mínimo- y por último...-miro su reloj y luego la puerta. Un chico con una capucha negra entró quitándosela, era un mapa humano, sus manos, su cuello, podía apostar que sus cuerpos enteros estaban llenos de tatuajes, me miro por un par de segundos, pero luego dio la media vuelta y comenzó a caminar hasta la puerta. -Gunther! - el chico se detuvo antes de salir y volteo a verlo aparentemente molesto, ni siquiera lo miraba su mirada estaba en el suelo casi intentando escapar de el- saluda a tu chica Gunther... ¿recuerdas a la dulce Aubrey? 
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