Capitulo 4

1250 Words
Mire disimuladamente hacía todos lados, ¿era una broma? ¿Cómo podía saber que estaba en el autobús? ¿Era el chico? ¿Quizás el tipo del auto n***o? Aubrey: ¿es una broma? ¿cómo sabes que voy en autobús? Espero, espero, pero no contesta, sólo la idea de saber que estuve cerca de Gabriel y no lo supe era extraño, saber que él me observo mientras yo no podía hacerlo me hacía sentir. ¿desprotegida? ¿débil? Un mensaje nuevo: Gabriel: Sólo lo supuse, la hora, tus mensajes, sólo es una suposición Aubrey ¿Suposición? Imposible. Aubrey: mientes, ¿cómo ibas a suponer que iba en un autobús? Gabriel: ¿por qué tanto escándalo por esto? Tengo que ir a trabajar, ten buen día Aubrey Mire mi teléfono sin entenderlo, ¿si me vio, ¿cuál era el problema en decírmelo? El misterio que me gustaba de el comenzaba a molestarme. Tan indiferente, tan distante, ¿por qué lograba atraerme? ¿O era el simple hecho de que necesitaba distraerme? Bloqueé mi teléfono y lo dejé en mi bolsillo, a la mierda, ¿qué importa quién es Gabriel? De todas formas, no pensaba verle jamás, dejaría las cosas como están, no debí seguir hablando con él, pero la forma en que lograba hacerme olvidar mi estrés era mágica. Sólo un par de minutos más tarde entre a la ciudad, el banco estaba lleno, una anciana no encontraba su carnet para cobrar su dinero, nadie parecía tener intención de ayudarla, pero sí de apurarla para que la fila corriera.  Me acerqué a ella y agradecida acepto mi ayuda, estaba al fondo de su enorme cartera, porque motivo traía algo tan grande para documentos tan pequeños. Se lo entregué y con una sonrisa me agradeció el gesto, el puesto que dejé en la fila había sido ocupado, maldije posicionándose al final. No era mía día definitivamente. Me moví hacía el costado para ver cuántas personas habían antes de mí, conté quince y con suerte saldría de aquí antes de que cerraran el banco. Un chico se inclinó a mi lado para abrocharse los cordones, estaba distraída viendo la manera en que lo hacía, una sola vuelta y ya lo había logrado, estaba tan concentrada en la manera que lo hacía que no me di cuenta que cinco de la fila habían pasado a las de a un costado, mire esperanzada la caja, luego de unos minutos ya estaba frente al cristal, esperando que me atendieran. -Su cedula de identidad por favor- asentí buscando mi chequera donde guardaba mis documentos. Comencé a desesperarme cuando no logré dar con ella ¿cómo era posible? Estaba en mi bolsillo hace menos de un segundo. Mire hacia todos lados buscando en el suelo, quizás se cayó. -lo siento. No la tengo, creo que me la han robado- el chico ni siquiera me miró. -Lo siento chica, este tipo de trámites requieren de tus documentos, puedes venir más tarde, el siguiente por favor - lo mire sin creer la calidad de servicio que prestaba este banco. Mi día comenzaba a ir de mal en peor y lo que no sabía aun es que esto era sólo el comienzo. A veces uno se queja de cosas sin sentido, detalles, siendo que no sabemos que haya afuera hay mundos, y cosas peores. La realidad que vivimos debe ser agradecida, cuando tenía 16 solía quejarme porque no tenía padres biológicos, quería conocerles, quería saber de dónde venía. Entonces conocí a una chica en mis clases de reforzamiento para Matemáticas, ella vivía en una casa de menores, nadie nunca quiso adoptarla, recuerdo que llegué a casa y lo primero que hice cuando entre fue abrazar a mis padres y decirles cuanto les quería y agradecía lo que hicieron por mí. ¿porque necesitamos ver otras realidades para darnos cuenta de lo que tenemos? ¿porque necesitamos perder para ganar? Esa tarde me di cuenta que todo lo que tenemos en este mundo no valía nada, nada en lo absoluto, cuando te vas, lo único que queda de ti es lo que has dejado en el corazón de alguien más, tu dinero, tu título, tu casa, nada vale. Salí a las nueve, estaba oscuro, fue aquí cuando mis decisiones comenzaron a contar, tomé mi primera decisión incorrecta eligiendo la calle equivocada, doble en la esquina colocando mis manos en los bolsillos, un chico alto, rubio, y robusta venia caminando hacia mí, entonces supe que algo andaba mal. Intenté pasar rápidamente por su lado, y casi sin mirarle, el banco no quedaba demasiado lejos de mi departamento, así que si mantenía está caminata rápida llegaría en un par de minutos. Agitada entre a mi casa, sentía que venía siendo perseguida pero no había nadie ahí afuera. Cansada de este día deje las llaves sobre la mesa y me encamine a mi cuarto por ropa limpia, necesitaba una ducha urgente. Me quite la ropa y en un par de minutos estaba en la ducha, siempre me tomaba mucho tiempo ducharme pero esta vez fueron menos de cinco minutos. Cerré el grifo tomando la toalla para secar mi cuerpo, tome el pantalón de pijama y una camiseta vistiéndome rápidamente, comenzaba a hacer frío. Nunca pensé que esa noche iba a cambiar para siempre toda mi historia y lo que creía conocer. Cerrando la puerta del baño caminé hasta la cocina, cuando entre las sombras creí ver a alguien el sofá. Tomé lo primero que encontré, el jarrón de mama sobre el mueble. Antes de avanzar hasta el sofá una mano cubrió mi boca y abalanzándose su cuerpo contra el mío me acorraló contra la pared. -Shh... Grita y voy a lastimarte Aubrey- sus ojos azules, la contextura de su cuerpo, no podía ser el mismo chico, aprecio una sonrisa en su cara que en este momento me atemorizaba. - ¿vas a gritar Aubrey? - lo mire comenzando a asustarme, menee la cabeza. No me importaba ya gritar, tenía que salir de ahí lo antes posible, me soltó lentamente apartándose de mí, entonces comencé a caminar, correr hacia la puerta, pero antes de dar cinco pasos, su mano tomo mi codo y sintiendo la presión de un arma en mis costillas sonrió diabólicamente. -Aubrey ... Escúchame preciosa, vamos a bajar y vas a hacer todo lo que te diga si no quieres morir aquí y ahora- -Déjame ir por favor ...puedes llevarte mi dinero, no me importa- mi voz comenzaba a fallar. - ¿Tu dinero? - una voz salió desde la oscuridad de mi sala, mierda...- ¿Tu departamento? ¡Es tonta eh! Te lo dije -comenzó a reír un chico mientras sacaba una de mis naranjas de la frutera. -Cierra la boca - miro al tipo detrás de el- bien, si no lo haces por las buenas. Te puedo enseñar cuán malo es desobedecerme - volvió su mirada a mí. Apreciaba mucho mi vida como para comenzar a discutir con el aquí mismo, no pude distinguir la cara del otro chico, dejé que me guiara hasta la puerta mientras el otro chico dejaba las cáscaras sobre la mesa ordenadas meticulosamente. El rubio de ojos azules volteo a verle para hacerle una seña, fue entonces cuando creí que tenía una oportunidad y levantando mi rodilla golpe su entrepierna haciendo que me soltara. Corrí hasta la puerta para abrirla cuando tomando mi cabello, tiro de él. -Vas a aprender a obedecer...si no aprender por las buenas, créeme que con nosotros aprenderás por las malas- gimiendo de dolor sentí su puño estrellarse contra mi rostro. Tengo vagos recuerdos de dos tipos tomando mi cuerpo y colocándome en un oscuro auto. Mis manos frías y sangra en mis labios. De haber sabido que esta era la última vez que vería a Aaron, a papá. A mi familia... ...hubiera cambiado todo por saber la verdad.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD