Capítulo 1. ¿Amor u obsesión?

3089 Words
Mirar al cielo nunca fue tan fácil como ahora, querer tocarlo aunque tus pies no lleguen es algo muy abrumador, tan abrumador como el pensar en ti cada segundo del día ¿Puede ser un hombre capaz de abandonar su propio pensamiento para que tú ocupes el de él? Sí, no hay nada más cierto que lo que estoy viviendo yo en este momento. Se supone que cuando uno se enamora todo es reciproco, pero me molesta algunos aspectos de esta relación, algunos aspectos de los cuales no se han dado cuenta, se supone que siempre tengo que mirar por los dos, no creo que eso deba ser una relación. Yo no puedo tirar de los dos, pero lo haría mi vida entera si me lo pidieras. Camino por este parque recordando el breve momento que tuvimos. Como olvidar aquel helado de chocolate que fue escurriendo por tu barbilla, mi lengua tenia las ganas de poder probarla directamente de tu barbilla. Desgraciadamente no todo en este mundo se cumple, sino los súper héroes existiesen y quizás todos tuvieran la estatura deseada. Mi lengua no paso por su barbilla, pero ganas no me faltaban para que eso se cumpliera. Tenso y aprieto mi mandíbula con molestia porque el maldito chocolate seguía bajando por tu barbilla y el desgraciado delante de ti no hacía nada por ayudarte. Aunque quizás dije aquello muy rápido, el sí tuvo la acción, pero su lengua no se posó en tu barbilla, lastima sentiría por él, porque quizás su muerte seria la bienvenida. No he podido tocarte como lo quisiera hacer, no he podido sentir tus dedos apretar mis manos, no lo he sentido pero lo hare, viviré esa experiencia antes de que mis ojos se cierren, antes que mis parpados pesen, antes de que el aire deje de estar en mis pulmones. No sé cómo lo hare, o tal vez sí. Hare que supliques tenerme dentro de ti, hare que supliques por mis besos, por mis brazos, por mi semen cada noche, cada día, cada instante. Hare que sientas la misma maldita necesidad que siento por ti. Mi cabeza no es cuerda, pero no necesito que alguien más lo diga, para mi está todo bien, amo a una mujer que está lejos de mí, cerca de otro y amando cada instante los segundos que tiene de vida. Yo por mi parte, suplico al cielo poder besar las mejillas rosadas por las caminatas de cada mañana, por montar a la bicicleta o porque has quemado los panecillos luego de un arduo trabajo en la cocina. ¿Cómo es que se todo esto? Esa pregunta podría ofenderme si viniera de ella. Debra es la mujer de mi vida, es la luz de mis ojos, son los ríos que complementan el mar de mi alma, ella es mi todo en la expresión basta de mi limitada biblioteca de palabras. Soy un hombre hambriento de una mujer, una sola en específica. No necesito a más nadie en mi vida que Debra, aunque ella no sabe de mi existencia, por lo menos hasta ahora. Yo solo necesito que ella me vea, me mire y me admire y quizás así entienda que el brillo de mis ojos es por ella, porque ella es la estrella que ilumina mis caminos. Estoy en el centro de mi habitación sentado en una silla de madera, lo que en algún momento podía cubrirla no existe, quizás si no estuviera ocupado mirando constantemente a una mujer en específico, tendría el tiempo suficiente para volver a pintarla en el suave barniz, ese olor que quiebra los pulmones por la fuerza que posee. Pero aun así no encajaría, todo está sucio alrededor, las paredes están desteñidas y comienzan a caerse los pedazos de la pintura blanca que acabo siento marrón, algunas partes están vacías y necesitan ser restauradas, pero ¿Para qué? Nadie podía ver el interior de actual casa porque nadie habitaba en este lugar. El edificio en donde se supone estaba viviendo, estaba deshabitado, en algún momento tuvo sus años dorados, sus tiempos inolvidables de familias compartiendo, pero ahora, ahora es solo un lugar solitario que está esperando ser demolido para ser llenado por un gran edificio en mejor estado. Pero hasta que eso ocurra, esta es mi casa, mi hogar, mi lugar seguro. Este ha sido mi espacio por un gran tiempo, un tiempo exacto. Dos años, tres meses, cinco días, cuatro horas y veintitrés segundos. El tiempo exacto en que Debra comenzó habitar su departamento frente a este edificio. ¿Loco? No para nada, solo soy un hombre enamorado, nadie puede juzgarme, nadie puede hacer eso, solo la amo y haría lo que fuera porque ella este segura, segura de todos esos verdaderos locos que pueden tenerla y hacerle daño, hacerle maldades, hacerle ver la suciedad de la vida. Veo como el agua que está caliente en la esquina de la habitación está comenzando a regarse, me molesta tener que levantarme cuando ella sigue en su departamento. No quiero perderme ni un solo segundo de los pasos que suele dar sin mi consentimiento. Estamos en una relación unilateral, ella no sabe que existo pero yo amo todo de ella. Mi dulce niña, mi dulce princesa, el amor de mi vida, mi mundo y con certeza la mujer de mi alma. Mis pies, ojos y manos nunca descansaran hasta verte feliz a mi lado. Nunca descansare hasta tenerte todos los días a mi lado. Paso mi mano por mi cabello cuando arrastro la silla hacia la ventana para tener una mejor vista. Sus pasos son suaves mientras está siguiendo el sonido de la canción, extiendo mi mano hacia mi reproductor y enciendo dejando que el lugar se llene. La letra es suave, como ella, lenta y cremosa como la mantequilla encima de las tostadas, las que ella está llevando ahora a su boca, tiene el tiempo corriendo pero nunca es tarde para tomar su desayuno bailando al compás de la música. -“Don't you see me now?, I think I'm falling, I'm falling for you, Don't you need me?”-  cierro mis ojos mientras me deleito por sus frases cantadas, una amante real de esa banda, quisiera ser ellos para que siempre dijera  mi nombre cantado, para que sus labios pronunciaran con la misma necesidad y urgencia palabras de amor hacia mí. -Si mi amor, yo te necesito- murmuro pasando mis dedos por mis labios, cierro mis ojos y me dejo llevar por la suave melodía de sus palabras, besando el ambiente que me rodea como si ella estuviera respirando cerca de mí. Me levanto tirando la silla detrás de mí en un descuidado movimiento, giro al viento mientras la siento en mis brazos. Su cuerpo es suave junto al mío, mis manos en sus caderas son apretadas, sus labios sonríen cerca de los míos, sus pasos son suaves porque sabe que no se bailar, pero por ella lo intentaría. Mi lengua pasa ligeramente por mi labio superior degustando el deseo de poder acercar más mis labios hacia los de ella, me tomo el momento de acariciar cada lado de su cuerpo hasta tomarla de las mejillas, e intento tomar en suavidad sus labios. Mis ojos se abren con rapidez, miro a mi costado y dejo caer mis manos con violencia. -¡NOOO!- grito dando un fuerte golpe en la pared con mi puño, una y otra vez hasta dejar mi frente recostada a la pared. Mi respiración estaba irregular antes de girarme y recostar mi espalda a ella. Me separo lo más rápido que puedo y ladeo mi cabeza, camino de vuelta al reproductor que se ha quedado en silencio y lo apago con molestia y levanto la silla. Todo es un verdadero desastre, pero sé que no será por mucho tiempo, tomare una comida caliente junto a un café tibio mientras besas mis labios. -Solo debo esperar un poco más- me inclino en la ventana mientras me apoyo en mis brazos estirados. Mi camiseta esta encima de la pequeña mesa a la esquina del reproductor. Observo más que la casa esta terriblemente vacía, miro hacia cada costado recordando que por mi estúpida fantasía la mujer ha salido de su casa sin mi seguridad, sin mi protección. Trato de ver sacando parte de mi cuerpo por la ventana para verla abrir la puerta de su edificio, dejo salir una bocanada de aire y corro tomando mi camiseta y mi chaqueta de jean. La coloco a toda velocidad mientras bajo los escalones descuidadamente. -¡j***r!- no puedo detener la maldición cuando sé que he dejado mi gorra en casa, mis gafas siguen dentro de mi chaqueta y con eso debería conformarme. Abro la puerta rápidamente y salgo a la calle confundiéndome con todos ellos, saco las gafas negras y las coloco, meto mis manos en la chaqueta y comienzo a caminar como si cada cosa a mí alrededor no tuviera importancia. Bajo de la acera hacia la vía para poder divisarla, tengo que caminar con más rapidez hasta que la logro ver, mi respiración y mi corazón vuelven a tener un ritmo natural. Paso a la mujer que trata de comprar un café a un hombre callejero, paso al hombre tratando de comprar la prensa del día, paso a un hombre en muletas y puedo quedar solo pasos de ella. Ella gira a mirar, y por acto reflejo trato de esperar para cruzar la calle, la simulación no dura mucho porque ella sigue caminando hacia su puesto de trabajo mientras continúa balanceándose por la música sonando en sus audífonos. Me quedo a varios pasos detrás hasta que ella entra a su puesto, la cafetería está casi vacía así que ella no debería tener mucho más trabajo del que debería. Relamo mis labios cuando la veo salir con su uniforme color n***o con azul turquesa, son de esos pequeños locales que deben llevar patines en cuatro ruedas, ella se desplaza como si toda su vida había estado encima de ellos, como si nació para patinar mientras escucha música. Paso mi lengua por la parte interna de mi boca degustando lo que no he probado, una sonrisa aparece en mis labios mientras que me recuesto en el poste de la otra calle, tomo un periódico y lo abro para ocultarme, ligeramente lo comienzo a bajar cuando veo que algunas personas están entrando y otras ya dando su orden. Ella se mueve como un cisne, maravilloso y elegante.  Ella se merece un mejor trabajo, un mejor puesto, ella debería ser la dueña del lugar ella debería brillar por sí misma y no ocultarse bajo ese sentimiento de tener que esperar y esperar. Quiero tener mis ojos encima de ella todo el tiempo que puedo pero no es posible, por lo menos no hoy cuando siento mi bolsillo comenzar a vibrar, refunfuñando comienzo  a sacar mi teléfono de mi bolsillo sin dejar de mirar hacia el lugar. -¿Qué?- hago la pregunta. Mis ojos no dejan de mirar hacia la mujer y doy vuelta a mis talones para comenzar a caminar hacia la dirección alejada de ella, doy un último vistazo hacia su lugar y su sonrisa antes de perderme entre las calles.       -No quiero que ruegues ¿Por qué lo harías?-  le hago la pregunta mientras tengo el arma apuntando hacia su cabeza, no tengo ni un ápice de miedo o temor. Esto es algo que hago con frecuencia, es mi trabajo y he aprendido hacerlo sin necesidad de tener temor. -Yo pagaré- murmura casi balbuceando sus palabras con miedo. Una sonrisa aparece en mis labios mientras miro al hombre de rodillas, sus manos están atadas. -No pagaste cuando debías, no es mi problema ahora, yo hago mi trabajo y cumplo mi parte, algo que tú no sabes hacer- me encojo de hombros mientras el hombre sigue llorando –También me he enterado que has golpeado a tu mujer y a ti hija ¿Qué clase de hombre eres?- suelto una risa llevando mi mano hacia mi abdomen por la gracia que me causa verle el charco de orine a sus pies. Sus palabras son balbuceos sin sentido que me están llevando al límite de no querer escuchar nada, absolutamente nada de él. Niego acercando el arma a su sien, paso mi lengua por mis labios secos contando los minutos en mi reloj. -Si no te salvan en unos…- cuento lo que resta –Cinco segundos estarás acabado, yo tengo que estar en casa y me haces perder el tiempo- espere pacientemente que los segundos acabaran antes de girarme y ver al hombre apretando sus ojos con fuerza. Mi arma fue directo a su cabeza y dispare, aunque fue un disparo en seco este rego sangre por algunos lados, incluso una parte en mi camiseta y llego un poco a mi mejilla. Alzo mi ceja restándole importancia a la situación, alzo la mano que tiene el arma y limpio mi mejilla tratando de quitar el rastro de sangre que el hombre había dejado, guardo mi arma en la parte trasera de mi jeans y salgo del lugar. Veo a dos hombres a cada costado y les paso por el lado, ellos entran apresurados, ya eso no es mi problema, ya es algo de ellos, deben buscar la solución. Llego a la estación del tren y compro mi boleto como un ciudadano ejemplar, miro a las personas alrededor mirándome con curiosidad, sé que tanto algo de sangre en mi camiseta pero no exageremos. Les resto importancia porque en mi cabeza solo está la niña de mis sueños, la niña de mi alma, y a quien he desatendido por perseguir a un desgraciado que no sabe pagar sus deudas a tiempo. Me siento en esas bancas amarillas dentro del tren, pongo mis gafas para que nadie pueda molestarme, puedo escuchar a lo lejos a una pareja de chicos murmurando algunas cosas, trato de ignorarlos pero no puedo hacerlo cuando ellos se están riendo de mí. Sin esperar mucho y en un movimiento rápido giro mi rostro hacia ellos, sus rostros se paralizan y alzo mi mano, hago un puño en mi mano y dejo fuera el dedo pulgar y hago la típica mueca en la garganta. -Tu morirás- modulo hacia ellos que empiezan a caminar hacia el otro vagón. Giro de nuevo mi rostro encontrándome con una anciana mirando hacia mí. El suspiro que ella deja salir me causa gracia y me encojo de hombros mientras me cruzo de brazos. Siento mis pies pesados cuando he terminado de subir las escaleras, saco mis gafas y las lanzo a un costado, quito mi chaqueta y mi camiseta para dejarlas encima de la pequeña mesa de la esquina, la que estaba cerca del reproductor. Llego a lo que era por consiguiente el baño de este lugar y abro la llave que no posee nada, tomo una jarra del suelo y tomo un poco del agua de un envase grande que tenía a mi disponibilidad. Lavo mi rostro con pausa y mis manos, quito todas las pequeñas manchas de sangre antes de pasar un paño por mi cuello, dejo el resto para mi próximo baño antes de acostarme a dormir. Mis planes son seguros y nunca han cambiado, voy de nuevo a donde está mi silla, mi lugar de bienestar y me siento luego de tomar un sándwich que tome de la tienda de la esquina. Doy un bocado cuando en mi ventana puedo ver a Debra llorando. Me levanto y dejo el plato con el sándwich encima de la silla y me acerco a la ventana, parte de mi cuerpo estaba hacia adelante tratando de poder escucharlo que no puedo hacer. Mi respiración estaba agitada por no poder estrecharla en mis brazos, estire mi mano y encendí el reproductor que me dejaba escuchar lo que ella dijera, el micrófono que instale en su casa aquella noche ahora es de mucha ayuda. Mi niña esta llorando y yo no estaba para protegerla, golpeo el suelo cuando su llanto se hunde en mi cabeza, alzo mi rostro hacia el reproductor pero me acerco a la ventana para poder ponerla cara a sus palabras. Tiene su teléfono en las manos, veo como él se cae y ella se inclina a tomarlo, imagino que debe estar temblando por la actitud que tiene. -¿Estas?- murmura con algo de temor. Acerco el pequeño reproductor hacia mí para no alejarme mucho de la ventana y ver su rostro –Te necesito- dice con la voz cargada de dolor. Siento como mi pecho está apretándose de dolor y molestia al escuchar como ella está pidiendo la ayuda de otra persona que no soy yo, yo el que debe darle estabilidad y confianza para buscarme. Cierro mis ojos con molestia hasta que vuelvo a escuchar su voz –Necesito que me ayudes, por favor- lo último es casi un susurro, su alma está partiéndose y la mía junto con la de ella. Me dejo caer en el suelo, mi espalda pega a la pared dejando el marco acabado de la ventana tocando la corinilla. Siento el poco viento en mi cabello y sigo atento a sus palabras. -Hoy me han despedido, hoy me han despojado del departamento- mis dientes trillan de molestia por el maldito que ha decidido hacerle eso a mi niña. Pude estar para ella, pude haberla ayudado pero mi actual oportunidad se estaba derritiendo por mis dedos, cierro mis ojos y llevo el reproductor a mi pecho cuando ella solloza colgando el teléfono con algo de molestia. -Por favor- dice muy bajito, sé que debe estar en el suelo rogándole a no sé quién que le ayude. Dejo todo como esta en su sitio, dejo todo y tomo mi camiseta junto a mi chaqueta, tomo mi arma y la llevo a la parte trasera de mi jeans gastado, salgo de la acabada habitación y comienzo a bajar las escaleras. En mi bolsillo aún estaba la paca de dinero que había recibido ese día, cruzo la calle y la meto en el buzón que sé que aún le pertenece por un poco de tiempo a ella y salgo corriendo por la calle. Tengo algunas cosas que solventar antes de volver a este edificio y acabar con quien hizo llorar a mi chica. En mi lista de cosas por terminar esta noche tiene perfectamente escrito dos nombres de dos hombres que acabaran bajo tierra, y la última es garantizarle empezar de nuevo en otro lugar. Para mi niña, la vida entera.
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