Capítulo 1.

3279 Words
1990 Falls City—Condado de Polk—Oregón. Empieza las mañanas como todos los días, estacionado en frente de su ventana tomando una bocanada de aire fresco mientras enciende un cigarrillo y espera que el café se termine de hacer, a las afueras del departamento se puede observar a las personas circulando por las calles, así como los autos y la inmensidad de la nada que se pierde ante sus ojos al mirar más allá de donde sus ojos pueden ver, parece mentira, pero cada vez que observa la carretera siente como si le trajera recuerdos de un pasado que ya se ha terminado en un ayer misterioso que todavía en el presente no se termina de definir y un futuro inseguro donde no sabe si seguirá existiendo. Su nombre es Devon Foix, ha sido investigador privado desde hace siete años, nació en esta ciudad poco poblada y se crio con padres adoptivos con los que vivió hasta que murieron hace algunos años después de haberse graduado de la academia de policía. Hace dos años se encontraba lejos trabajando, desde que regresó hace un año ha empezado a trabajar por su cuenta investigando sucesos que han estado ocurriendo cerca de las localidades vecinas y en la misma ciudad. Tiene treinta y tres años y siente que ya debería retirarse, pero hay algo que le intriga de los crímenes que han estado sucediendo ultimadamente. Es extraño y la manera en la que dichos crímenes son cometidos despiertan su curiosidad, es por eso que ha pedido a las autoridades competentes que acepten su ayuda con los casos sin resolver, casos siniestros y macabros que lo llevarían a la investigación más grande de su vida. 22 de agosto de 1990, Jefatura de Polk. En la jefatura todos se encuentran trabajando incansablemente por descubrir quién o quiénes están detrás de dichos sucesos tan desagradables, pero ni con todo el cuerpo policial trabajando ha sido posible dar con los responsables o el responsable. El sheriff tiene al alcalde pisándole los talones y exigiendo respuestas por lo que debe hacer su trabajo lo mejor posible antes de seguir causando pánico en las calles de Polk donde los residentes empiezan a sentirse desprotegidos. —¿Habéis escuchado de los nuevos casos? —preguntó uno de los oficiales a un compañero que estaba sentado al lado de Devon, aunque realmente quería dirigirse a él, pero le era más fácil hacerlo con su camarada puesto que Devon no suele ser muy conversador con otros. —¿Debería? —Devon ni siquiera se tomó la molestia de voltear la mirada, aun así, por el tono de voz sabía que el oficial se dirigía a él. Se encontraba revisando unos archivos confidenciales a los que solo el sheriff le ha dado acceso por limitado tiempo para poder sacar información valiosa de hechos pasados que puedan tener algún tipo de conexión con los casos recientes. —Eres un tipo bastante extraño Devon, solo aceptas revisar los casos más extraños —respondió el oficial que estaba sentado a su lado, el otro que había empezado la conversación se había quedado ahí parado intentando pasar la vista por sobre los hombros de Devon y así poder ver los archivos que leía. —Es por eso que pregunto si debería saber —le dice Devon, aunque no de manera muy amistosa, se podría decir que es su tono de siempre por lo que el oficial sabe que solo es una conversación normal y no le hace mucho caso a su actitud fría y desinteresada. —El Sheriff me ha pedido personalmente que te lleve conmigo al lugar de los hechos —le dice el oficial. —Dijo que quizá podrías echarles un ojo y ayudar con la investigación. Ultimadamente hemos estado saturados y escasos de personal —estaba cansado, largas horas de trabajo y un sueldo que no mejoraría hasta resolver los casos. —Hablas demasiado —dice con una expresión de seriedad total, la frialdad de su mirada es tanto tenebrosa como respetable. Por lo que nadie se atreve a dirigirle la palabra a menos que sea un asunto sumamente importante. Suele ser un sujeto bastante callado pero confiable. —Sí, lo siento buscaré las llaves de la camioneta, puedes esperar a fuera si lo deseas —le señala el oficial. —Como sea, solo apresúrate —le dice, se levanta del asiento y luego de encajonar los archivos en su escritorio y cerrar con llave se dirigió rápidamente al baño de hombres para despojar su cuerpo de todo el café y sodas que había estado tomando desde la noche anterior, luego de hacerlo se acercó al lavado para enjuagar sus manos y mirarse al espejo. Tiene una barba abundante pero bien definida, de cabellos claros, pero algo desaliñados puesto que su trabajo no le permite tener demasiado tiempo como para ir a cortárselo o arreglarse como cualquier otro que bien podría afeitarse por las mañanas antes de irse a trabajar, estuvo durante unos segundos mirándose al espejo, pero su expresión seguía siendo la misma que cuando salió de casa por la mañana del día anterior y eso le traía algo de calma. El lugar de los hechos se encontraba cerca del hogar de dos ancianos que tienen una plantación de frutas y hortalizas, denunciando haber escuchado ruidos extraños que parecían ser de animales salvajes, cosa muy extraña puesto que no es común encontrádselos por esa zona a menos que vengan del pueblo más cercano. —No ha parado de llover —las gotas caían sobre el techo de la camioneta desplazándose por toda la carrocería. —posiblemente esto dificulte el que encontremos más pistas ¿No crees Devon? —preguntó el oficial mientras conducía, le dirigió una mirada fugaz a Devon mientras que este ni se daba interés alguno en responder. No hubo réplica alguna por su parte, solo se concentraba en el horizonte mientras sus ojos se perdían a través del largo camino iluminado nada más que por la luna y algunas bombillas que iluminaban solo de un tramo a otro. El sonido de la lluvia que caía sobre el techo y el capó de la camioneta ranchera se intensificaba y con frecuencia se escuchaban algunos ruidos. —Ya me habían advertido que eras un tipo callado desde que me transfirieron de la policía a ayudante del Sheriff —añadió el oficial, mantuvo la mirada esta vez en el camino para no tomarse la molestia de mirar a Devon sabiendo que tal vez ni le respondería. —Pero creo que exageras Devon. Mira tal parece que el sheriff también se encuentra en la escena, voy a aparcar cerca —efectivamente al llegar al lugar el sheriff se encontraba hablando con algunos oficiales que habían llegado primero a la escena, es un tipo algo robusto y de baja estatura que comparte casi la misma altura que el acompañante de Devon el oficial Rosco siendo Devon el más alto entre los tres midiendo ciento setenta y tres centímetros. Al bajar del auto la lluvia mojaba la ropa de aquellos hombres que se escabullían de las gotas fulminantes de agua para refugiarse debajo de un pequeño toldo de una pastelería cercana. —Buenas noches Sheriff —le dice el oficial Rosco, se sacudía las gotas de lluvia de su camisa, pero solo lograba extender la mancha de agua. —Buenas noches Rosco, Devon gracias por venir —voltea a verle. —Sheriff —asiente con la cabeza. —¿Qué tenemos? —¿Ves ese callejón de ahí? —señaló con la barbilla a un costado cruzando la calle. —encontraron el cuerpo de una mujer joven aparentemente de unos veintidós años sin ojos y sin dientes, por si fuese poco le removieron algunos órganos y la dejaron tirada, desnuda cubierta solo con una bolsa plástica. —¿Podemos revisar? —aunque la respuesta del sheriff fuese negativa Devon ya había dado un par de pasos para encaminarse hasta el lugar donde yacía el c*****r de la mujer. —Pues para eso te he llamado, echemos un vistazo —el sheriff le siguió y detrás de ambos venia Rosco, que para ser un oficial que ha servido por años le sigue teniendo pánico a ver ese tipo de c*******s en la ciudad. Al acercarse Devon levanta la bolsa que cubría el cuerpo de la mujer asesinada, debido a la lluvia el cuerpo no se encontraba cubierto de moscas y la sangre que manchaba el piso solo se podían ver a medias mientras que el agua que recorría el piso se la llevaba consigo. Se notaba que había sido asesinada hace unas horas como mucho. El olor tampoco se podía percibir muy bien, solo la humedad y el frío eran las únicas características de aquella fatídica noche en la que una pobre mujer fue despojada de lo más preciado para un ser humano, su vida. —Parece que los cortes no son simétricos, como si alguien los hubiese hecho con rabia o sin saber lo que hacía —le dice Devon al sheriff. Parecía como si se le hubiesen cortado partes y sacado órganos con un cuchillo a medio afilarse al que le tienes que poner suficiente fuerza para poder trozar, haciendo que la víctima sufra una espantosa muerte dolorosa mientras su carne es rasgada a pedazos. —Los forenses están en camino, pero aun así las pistas son escasas —el sheriff voltea a ver a rosco quien gira la mirada del c*****r dándole la espalda y luego vuelve la mirada a Devon que sigue observando detenidamente mientras que Rosco solo se quejaba mentalmente de tener un trabajo tan inadecuado. —¿Algo más que opinar Devon? —al verlo tan inmerso en el c*****r presentía que tenía algo de interés para aportar al caso. —¿Los vecinos han escuchado algo? —pregunto él. —Parece ser que nadie se ha dado cuenta hasta ahora más que los dos ancianos de la casa de la esquina que pasaban cerca cuando regresaban de vender algunas verduras en el mercado. —¿Han comentado algo al respecto? —Devon voltea la mirada dando con la casa que el sheriff se había quedado mirando. —Solo lo del cuerpo, no han visto ni escuchado nada. —Eso nos supone un gran problema. —Del otro lado de la ciudad han estado apareciendo animales muertos y despellejados, aparentemente tratamos con el mismo asesino. Sin ojos y los órganos no aparecen, y en algunos casos solo son despojados de la vida por objetos contundentes o punzo penetrantes, como si estuviesen haciendo carne molida con un cuchillo sin afilar. —Tomaré notas del caso anterior y de estos, luego pueden pasar por casa a dejarme los expedientes de los forenses e iré trabajando en lo que pueda. —Cuento contigo Devon, el alcalde no deja de llamar diciendo que las personas esperan respuestas. Los pobladores tienen miedo de salir de sus casas y no podemos permitir que el pánico se esparza. —Haré lo que pueda —se voltea para ver al sheriff. —Mañana temprano saldré a buscar por la ciudad en los lugares donde han frecuentado este tipo de crímenes algún tipo de pista que se les haya podido escapar. —Cuento con tus ojos que pueden ver más allá de lo que nosotros podemos ver —le dice a Devon. —Muy bien, vuelvan ustedes dos a la Jefatura por ahora mientras que nosotros aquí esperaremos la llegada de los forenses para trasladar el cuerpo a la morgue —por fin Rosco escuchaba algo que sí le interesaba, no bien dichas las palabras del sheriff y ya él se encontraba del otro lado de la calle esperando a Devon para subir dentro de la camioneta y marcharse de la escena del crimen. La noche cada vez esparcía más obscuridad conforme avanzaban los minutos, desde lo alto del pueblo medio alejado de la ciudad solo se veía como una gran mancha iluminada en ciertos lugares por luces que constantemente se apagaban o estaban en mal funcionamiento. Salir a altas horas de la oscuridad implicaba caminar en una ciudad casi desolada solo con un par de personas por ahí andando, más que todos hombres ebrios que suelen salir tarde de los bares. Un grito sería incapaz de escucharse entre la espesura de la obscuridad que abraza aquella ciudad con tanta fuerza que quiebra toda esperanza y sensación de seguridad entre los habitantes. Falls City, la ciudad desolada y abandonada por Dios según rumores que por ahí se escuchan, las sangrientas calles que ocultan los secretos más perversos y horrorosos jamás imaginados por la mente humana. Secretos que se atreven a dejarse ver a lo lejos, pero que nadie ha sido capaz de seguir las migajas. Quien quiera que respire el aire nocturno de la ciudad se intoxica con el temor que emanan los residentes que más que vivos están muertos. Al día siguiente Devon se dirigió a la residencia de una de las familias afectadas por las horribles tragedias nocturnas que se originan alrededor de Falls City para obtener un poco de información. Era la única forma de encontrar algo que le sirviese para conectar los casos con argumentos sólidos. —Buen día señora Córner vengo de parte del Sheriff —dijo cuando la mujer le abrió la puerta para recibirlo. —Soy Devon Foix el investigador privado de la ciudad ¿Sería tan amable de dejarme pasar? —Ya veo —la mujer le sonríe, era una persona mayor de unos sesenta y tantos. —Por supuesto cualquiera que venga de parte del Sheriff Johnson es bienvenido en mi hogar, tome asiento por ahí prepararé un poco de café. —No es necesario que se moleste señora Córner —Devon se adentra en la casa que estaba a simple vista muy aseada y con la típica decoración de hace unas décadas. —No es ninguna molestia me gusta tratar bien a mis invitados, solo va a ser una taza de café será rápido —se encamina a la cocina mientras que él, atraído por el interior de la casa se detuvo a seguir observando con detenimiento. Devon suele ser muy observador así que a cualquier lugar que va su instinto de observación y desconfianza de cualquier cosa se activa de manera instantánea. La casa parecía ser un poco más antigua por dentro de lo que parecía serlo por fuera, los muebles eran antiguos, pero estaban bien cuidados, las mesas y las sillas en madera de roble y un agradable olor a inciencio de manzana impregnaban la sala en su totalidad. —Supongo que ha venido por mi esposo, sino entonces no habría otra razón para hacerlo —se acercó a la mesa con la tetera llena de café y un plato de galletas saladas con las que suele a acompañar el té de la tarde. —Es la única razón de mi visita —la señora Córner le invitaba a sentarse no solo con su amabilidad sino con la mirada por lo que Devon en vista de no querer ser descortés accedió a perder algo de tiempo tomando una buena taza de café. —Usted es como dicen los rumores, bastante directo y sin pelos en la lengua —se echó a reír de labios cerrados y se sirvió algo de café luego de extender hasta Devon una taza a rebosar de café caliente, olía bastante bien y recién hecho por lo que Devon no resistió y le dio un pequeño sorbo que calmaría esa ansiedad y frialdad en la conversación. —Me he dado cuenta de que circulan muchos rumores por ahí sobre mí —dice él, suele escuchar muchas cosas sobre sí mismo en el trabajo por lo que no es algo que le moleste demasiado. —¿Y cómo no? Es el único y primer investigador privado del lugar —dice la señora Córner. —Es obvio que hablen de usted y más con las cosas que han estado sucediendo ultimadamente, todos tienen sus ojos puestos en usted para que se resuelvan los casos que la policía y la jefatura no han podido desenmascarar. —Me halaga la confianza que los ciudadanos ponen sobre mis hombros —aunque es más preocupación lo que carga encima de él. —Pero es solo peso muerto, realmente solo estoy haciendo lo que puedo con la poca información que logro conseguir. Hasta ahora los casos que se consideran relacionados no han podido ser resueltos y los habitantes no han podido darme información concreta sobre los hechos que ocurren en las zonas de mayor riesgo. —Ya veo —asiente con la cabeza y baja un poco la vista. —Y sinceramente cree que esta vieja y desgastada mujer podría darle un poco de información ¿No? —se ríe un poco y coge una galleta del plato de hierro sobre la mesa para darle un bocado. —Pues he venido con esa esperanza —Devon observó el café que estaba sobre la mesa y sostenía la taza con su mano derecha desde el aza, dudoso de levantarlo e inclinarlo para beber un poco nuevamente. La señora Córner dedujo que tal vez solo estaba amargo por lo que se lo quitó de la mano amablemente y le coloco algo más de azúcar. —Tenga ya está endulzado espero que lo disfrute —se lo deslizó nuevamente por la mesa hasta hacérselo llegar. —Muchas gracias señora Córner. ¿Podría tomar asiento? —esta vez la hora del café se había acabado para Devon. La señora Córner tomó asiento justo en frente de Devon así sus miradas quedarían totalmente sincronizadas al momento de hablar. —Mi esposo era un gran abogado, velaba por la seguridad y los derechos de las personas nobles, no merecía la muerte que tuvo. —Su esposo trabajó durante años en la alcaldía, ¿Llego a tener problemas con alguien alguna vez? —creía que su muerte también podía estar relacionada con una venganza. —Para nada, todos lo amaban era un hombre honesto y trabajador todos le tenían aprecio. —¿Se le ocurre alguna razón por la cual lo hayan asesinado? —tenía la esperanza de que la señora Córner pudiese soltar cualquier tipo de acto ilícito que su esposo hubiese cometido, así conectar personas de la ciudad en el asesinato. —Ninguna, él todo el tiempo sonreía y era feliz viviendo aquí en Falls City conmigo. Imaginar que alguien le haya hecho eso sería imposible para mí —se le veía la mirada decaída, Devon sabía que ese tipo de sentimientos interfiere demasiado a la hora de hacer preguntas. —¿Tiene algo más que decirme antes de irme? —no pretendía obligarla ni hacerle más preguntas, sabía que no conseguiría buena información de todos modos. —Solo una cosa más Devon —volvió a dirigirle la vista, se enseriaba el rostro de la mujer y perdía poco a poco ese toque amable de su aspecto y pasaba a una expresión temerosa. —Falls City oculta secretos que no quieren ser descubiertos, a veces es mejor dejar las cosas justo como están o se podría alterar el orden natural. Ya nadie está a salvo en sus hogares, esta ciudad ha sido maldecida por algo que nosotros no seremos capaces de entender, no excave una zanja más grande de la que le sea imposible salir, ¿Quiere un consejo? No se meta en los asuntos personales de otros por su propio bien, todos aquí aprecian el arduo trabajo de las autoridades, pero estamos hablando de algo que no puede ser resuelto por la ley humana —esas palabras dejaron a Devon pensativo, pero sobre todo algo confuso de que la mujer también tuviese ese pensamiento algo parecido a lo que él mismo se había intentado plantear como una teoría extra. Por alguna razón el café que la señora Córner le había servido le sabía amargo y distante, un sabor que su boca no dejaba de sentir. Encendió uno de sus cigarrillos mientras se encontraba frente al hogar de aquella mujer que había sufrido una gran pérdida. Y mientras inhalaba el humo de la nicotina y lo expulsaba de nuevo empezaba a sentir como si su aliento fuese extraído de lo más profundo de su ser. Era hora de recurrir a otros métodos de investigación.
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