Cuando la puerta de la habitación donde se hospedaba Axel se cerró tras la partida de Emily. Axel permaneció inmóvil en el centro de la habitación, con la mirada fija en aquel espacio vacío donde ella había estado segundos antes. El silencio de pronto se sintió mucho más intenso que en cualquier otro día, algo completamente extraño, puesto que Axel disfrutaba mucho de los momentos sin ruido, sin embargo, justo en ese momento le parecía un tanto incomodo. Sus manos cayeron a sus costados, y un suspiro pesado escapó de sus labios. La fragancia dulce y suave de Emily aún flotaba en el aire, adherida a su piel, clavada en su memoria. Sacudiendo la cabeza, Axel se encaminó hacia el baño. Y aunque parecía centrado en la ducha que estaba a punto de tomar, su mente estaba lejos de la realidad.

