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1028 Words
Madison — Tranquila, mamá — calmo a mi madre por teléfono. Me ha llamado como cinco veces hoy desesperada — Esta tarde iré al centro comercial y le compraré algo a Danielle. Se acercaba Navidad y como todos los años, debía de comprar regalos para la familia ahora que me había independizado y ganaba mi propio dinero. — Y no te olvides del regalo para los abuelos — me recuerda tiernamente y ruedo los ojos. «Qué pesada», pienso. — Sí mamá, lo tengo todo controlado, en serio — musito hacia ella, deseando poder colgar ya el teléfono y que dejara de llamarme en lo que quedaba de día. — Está bien, hija — musita finalmente y oigo cómo suelta un suspiro — Nos vemos mañana, te quiero — expone y sonrío para mí. — Adiós, mamá. Yo también te quiero — acabo y después de que ella se despidiera, cuelgo. Suspiro y me dejo caer en mi cómodo sofá, esperando a que empiece mi programa favorito. Era viernes y no tenía nada mejor que hacer que esto. Me sabía un poco mal que lo único que pudiera hacer un viernes por la noche fuera esto, pero realmente no tenía ningún plan mejor. Lamentablemente, no conocía a nadie de por aquí ya que hacía dos meses que me mudé y no tuve oportunidad de salir a conocer a personas. Todas mis amistades las dejé atrás en cuanto me vine para aquí, aunque obviamente seguía llevándome. En lo que sí que tuve suerte fue en encontrar un empleo rápido. No era el mejor que se pudiera tener, pero era lo que me tocaba si no quería quedarme sin piso y sin nada. Trabajaba en un bar. Eraa lo más cutre a lo que se podía aspirar, pero no me quedaba otra. Estuve trabajando toda la mañana como una mula, sirviendo cafés como una esclava sin parar. Al menos el trabajo lo tenía cerca de casa, aunque no es que me pagaran muy bien. Al menos tenía para cosas básicas. Me pasaba los días yendo de aquí para allá con la bandeja, mientras tenía que soportar comentarios obscenos de obreros que venían siempre al bar a comer. Era inaguantable. Al final llegó un momento que ya me acostumbré y me daba igual lo que me dijeran, solo quería servir e irme. Apoyo las piernas en la pequeña mesita que hay delante del televisor, cruzándolas una encima de la otra. Días como esté son los que daría lo que fuera por salir con alguien, fuera quién fuera. Ni siquiera conocía a los vecinos. Los únicos amigos que hice aquí fueron la escoba y el recogedor del bar. Me pasaba el maldito día barriendo. Cansada, me decido en poner el canal cuatro, esperanzada de que den el programa que tanto espero ver, y efectivamente acaba de empezar. «Al menos en esto sí que he tenido suerte», pienso y me alegro. Me decido en prepararme un bol de palomitas, así que me levanto y me dirijo rápida a mi pequeña cocina dispuesta a poner el pack de palomitas en el microondas. Velozmente las introduzco y les pongo de tiempo tres minutos. «¿Me vuelvo al sofá o me espero de pie hasta que exploten todas? », Pienso hasta que decido en irme a sentar de nuevo en el sofá. Mi piso es muy pequeño así que cuando estén, lo sabré. Clavo la mirada de nuevo en el programa, cuando de repente la pantalla se vuelve toda de color n***o. «¿Qué coño?», me pregunto confusa. Empiezo a pensar que tal vez se haya estropeado la televisión, es muy antigua y funciona muy mal. Sin previo aviso, de la pantalla aparecen unas grandes letras blancas, en las cuales pone escrito “Atención”.Me extraño aún más, no entiendo nada. — «Interrumpimos este programa para hacerles saber una información muy importante a los ciudadanos » — se oyó de golpe de la tv, proveniente de una voz grave. Al oír eso mi cuerpo se tensó. Estaba asustada, para que negarlo. Me senté bien en el sofá, preparada para escuchar más — «Un chico realmente peligroso anda suelto por las calles de Londres» — sigue la voz. ¿Qué? ¿Un chico peligroso anda suelto por mi ciudad? Lo que me faltaba. — «Se trata de un joven de mediana edad, el cual está siendo buscado por todas las patrullas de esta ciudad. Su nombre es Zachary Dawson, y se ha reportado que por los sitios donde más se mueve son el barrio de Chelsea y Westminster» No me lo podía creer. Hay barrios y barrios y el loco este tenía que estar por el mío. — «Es un chico muy peligroso. Ha robado en muchas tiendas de la zona, especialmente en el banco nacional, dejando veinte personas gravemente heridas mientras a su vez llevaba una pistola. Por lo que nos han informado, también ha cometido asesinatos y es un gran estafador, así que por favor tengan mucho cuidado. Aquí les dejamos un retrato robot del chico, el cual nos describió una víctima que pudo escapar aún con vida, aunque con evidentes heridas de arma blanca» Salió una imagen en la tele, era del chico del que estaban hablando. Me dediqué a observar bien su rostro, ya que tenía que estar alerta si lo veía por la calle. Se veía joven y delgado, con el pelo alborotado y rizado y facciones marcadas. Tenía una nariz respingona Y por lo que se veía, era bastante alto. En la foto que pusieron salía con un cuchillo en la mano, saliendo de una joyería con colgantes en sus manos y sobre todo con media sonrisa perversa en su rostro. Me tensé al ver esa imagen. — «Se ruega, por favor, que si alguien ve a este individuo llame a este teléfono o a la policía. No traten de retenerlo, es muy peligroso. Juntos vamos a acabar con esto y a atraparlo» La noticia acabó y el programa que anteriormente estaba viendo volvió a aparecer en la pantalla de mi pequeño televisor. «Qué bien, hay un asesino suelto por mi barrio», pienso y suspiro. Yo solo rezaba por no cruzármelo.
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