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El dueño de la pantera

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Celso hereda la hacienda que era de su padre Juan Hernández, un hombre que siempre lo rechazó en el pasado por ser un hijo bastardo. Sus bienes habían quedado íntegramente para el hermano Sebastián, pero él también pronto muere, dejando la hacienda de herencia para él. Celso regresa a Brasil para hacerse cargo de sus bienes y termina descubriendo que más allá de la casa, el hermano le dejó tres jóvenes hermosas, que había comprado a sus padres para servirle como empleadas y amantes. Nathalie es una de ellas, viniendo de una pobreza que dejó a sus padres sin alternativa, ella terminó en aquella casa, pero luchó bravamente para no ceder las embestidas sexuales de Sebastian y luchará de la misma forma contra Celso. Dueña de una personalidad inigualable, es llamada por todos como pantera… hasta que los dos descubren que están completamente enamorados.

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Capítulo 1
Era de mañana y Sebastian llegaba de la ciudad en su coche. Entró en la casa grande y pronto es recibido por Caroline una de sus empleadas de confianza. Caroline - El almuerzo ya sale señor Sebastian. Sebastian - ¿Y Dorothy y Celia? Caroline - Están almorzando en la cocina. Oyen a alguien golpear la puerta... Genival - Venimos a hablar con su Sebastian. Dice el hombre con apariencia modesta y sencilla, Caroline fue inmediatamente llamar al patrón. Caroline - Un momento, hay un señor ahí fuera queriendo hablarle patrón. Sebastian - Si vas a pedir algo puedes mandar a dar media vuelta que aquí no es casa de beneficencia. Era grosero y muy grosero. Genival - Dile que es sobre una chica nueva, estoy seguro de que querrá que ella trabaje para él… Habló alto el hombre a su puerta. Eso le interesaba mucho, se levantó y fue hasta la puerta. Era doña Severina y su Genival... estaban con su hija Nathalie, era la chica más linda de toda la región y él quería que ella viviera en la hacienda ya un buen tiempo. Sebastian - Finalmente haremos negocios con Genival. Él sonreía mirando a la niña con deseo. Genival - Mi campo fue devastado por plaga y ahora no tenemos nada más allá. He traído a mi hija porque aquí con usted sé que no nos faltará comida… Nathalie estaba asustada por aquella conversación, ella agarraba a la madre con toda su fuerza. Sebastian - Yo compro, pago cuanto quiera por ella.  Estoy seguro de que te gustará trabajar aquí… jamás tendrás de qué quejarte viviendo conmigo. Sebastian pagaría el precio que pidieran, ya la estaba vigilando hace años. Su forma de andar era lo que más le atraía. Nathalie - ¡Papá no lo hagas por favor! Ella lloraba y rogaba. La madre lloraba desesperada por deshacerse de la hija, pero nada podía hacer para evitarlo. Sebastian entra en la casa y vuelve con una bolsa de dinero. Sebastian - Tomen eso… Juega en manos del viejo la bolsa de dinero y por el peso era un valor muy alto, dinero que ellos jamás habían visto en toda la vida. Severina - Hija, por favor obedezca a su Sebastian… y trabaje derecho. Pedía a la madre llorando y alisando el rostro de la hija. Nathalie - Mamá, mamá, por favor no me dejes aquí con ese hombre, te juro que puedo conseguir trabajo en la ciudad, pero no me abandones aquí. Ella lloraba y suplicaba hasta que Genival tira a su esposa separándola de Nathalie y Sebastian agarra a la niña por la cintura arrastrándola hacia la granja. Severina - Mi hija… mi hija… Gritaba que doña Severina se la llevaba lejos de su hija por su marido antes de que ambos abandonaran ese negocio. Sebastian entra en la casa grande agarrado a la niña que lloraba desesperada, no podía creer que sus propios padres la habían entregado a ese hombre. ¡Estaba claro que él no quería y no necesitaba ninguna criada! Sebastian - Caroline, llévala a almorzar con las otras. Por la miseria en que estaban su padre y su madre, ella debe estar muriendo de hambre. Nathalie miraba asustada el interior de aquella casa, iba a huir de todos modos de aquella prisión. Sebastian - Cuida muy bien de ella, esta princesa merece tener un trato especial. Sebastian nunca quiso casarse porque su “amor” estaba dividido entre las tres jóvenes que vivían en su casa, Caroline era hija de un antiguo capataz que había sido asesinado en un lío armado por él. Por ese motivo, se sentía en deuda con ella y la mantenía como empleada teniendo algunos privilegios de amante. Además de claro acostarse con él cuando así le mandaba, ella ya tenía 26 años y él la buscaba menos, pues eran tres allí para servirle. A pesar de todo, Caroline se había acostumbrado a él y hasta se quedaba feliz con las pocas veces que Sebastian la buscaba en la cama. Caroline - Sí, señor. Caroline respondió y se llevó a la joven. Sebastian - Y ni pienses por un segundo en huir Nathalie, tengo peones andando por toda esa granja. Entonces trata de obedecer, tu nuevo patrón y mostrar servicio. Nathalie suspiró, mirando esas paredes, estaba ciega de odio de aquel hombre tan mal. Sebastian era un hombre guapo y fuerte, pero todas sus acciones lo hacían el peor de los hombres a sus ojos. Ella se sentó a la mesa con las otras chicas, pensando en cómo podría cambiar su destino y seguir adelante. Se acordó de cuando corría libre en aquellas tierras secas donde creció en medio de la miseria. Las dos muy jóvenes como ella y llenas de sueños robados, aquel hombre era un monstruo, un animal. Luíza - ¿Entonces esa es la nueva empleada del patrón? Preguntó por una de ellas. Nathalie - ¡No soy empleada de esta granja y nunca lo seré! (Gritó) Luíza - ¿Entonces crees que eres diferente a todas nosotras? Trata de ir acostumbrándote, porque aquí tú solo eres una más disfrutable y tendrás que hacer cama, mesa y baño como nosotras dos, alias 3 con Caroline. Nathalie - No, yo, no soy… no soy cobarde como ustedes, que no luchan para salir de ese agujero de lugar. Luíza - ¿Entonces crees que es una “pantera”? Ella sonrió fuerte con la otra. Nathalie - ¡Pantera o no, ese hombre no me toca, aunque tenga que arrancar “las cosas” de él y freír en aquella estufa allí! Las dos se quedaron bien calladas después de aquella amenaza, esa chica definitivamente le daría trabajo a Sebastian y no sería fácil dominarla en la cama y mucho menos hacerle trabajar allí. No quiso comer y se quedó en su cuarto todo el día. Sebastian fue junto con los peones a administrar un agrotóxico en las plagas de la plantación de maíz, pasó el resto del día fuera, lo que dejó a Nathalie un poco menos aterrorizada de estar allí.

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