Capítulo 3

1403 Words
Caroline todavía intentaba convencer a Nathalie de que lo mejor era ceder a él e intentar aceptar su destino, pero ella era irreductible, siempre fue muy astuta y había pensado en algo para huir de aquel hombre, planeó todo con Caroline y necesitaban mucho coraje para poner en práctica. Nathalie - No podemos rendirnos, sé que si él cree que sucedió me dejará en paz. Caroline - Tengo miedo de que se entere y te haga daño. Nathalie - No le tengo miedo y sé que lo lograremos. ¡Ahora consigue lo que te pedí! Caroline - Está bien, pero ten cuidado. Ella había observado que al patrón le gustaba mucho beber y algunas veces llegaba con la cara llena y eso sería perfecto para su plan. Un día como lo previsto llegó cayendo de borracho de la cantina de Don Abraham, era la hora cierta de actuar, Caroline lo ayudó a acostarse como siempre hacía, esperó que se desmayara para siempre y se quitó toda su ropa. Lo cubrió con una sábana y luego llamó a Nathalie que traía un poco de sangre de pollo para ensuciar la sábana y engañarlo, se acostó a su lado. “Temía que despertara y quisiera hacerme daño, pero en el estado en que estaba, nada podría hacer…” Sebastian - ¡Dios, qué horrible dolor de cabeza! Amanece y él despierta, se sorprende al verla en su cama, Nathalie despierta asustada y corre saliendo del cuarto. Sebastian - Nathalie espera! Él gritó. Ella cierra la puerta desde el exterior y piensa “él tiene que pensar que dormimos juntos”. Se pone la mano en la cabeza tratando de recordar lo que pasó anoche, nada podía recordar, pero observó la mancha de sangre en su sábana. Sebastian - Maldición, yo quería tanto ser el primero, pero no de esa forma ni siquiera me acuerdo de nada. ¡Estúpido, un estúpido es eso que yo soy! Nathalie le dice a Caroline que la primera parte del plan funcionó. Nathalie - Creo que se lo creyó. Caroline - ¿Y qué te garantiza que se vaya? Nathalie - Va a suponer que yo ya fui de él, no sé de verdad… pero necesito creer que después de eso él me va a dejar vivir en paz, es todo lo que yo quiero. Aunque acabe trabajando aquí, no quiero que me toques. Esa tarde, Sebastian fue a delegar algunas funciones a los peones cuando siente un fuerte dolor de cabeza y se desmaya. Los peones lo llevan a la casa grande y llaman inmediatamente al médico para que lo lleve, y le pide que lo lleve a la ciudad lo antes posible para realizar exámenes en la ciudad porque su cuadro parecía inspirar atención. Días después de eso… Él descubre que tiene cáncer en estado avanzado y que tendría poco tiempo de vida, él queda devastado y si era un hombre amargado ahora aún más y descargaba todo su odio en las chicas. Los edictos que tomaba acabaron con su virilidad, él nunca más tocó ninguna de ellas y sentía que ese era su castigo. Pero al menos lo que le consolaba era haber sido el primer hombre de Nathalie, que era su favorita, al menos él creía que había sido. Pero aunque no pudiera tenerlas, nunca las liberaría. Pasaron tres años y él estaba cada día peor, ya no caminaba más y estaba languideciendo en la cama, a veces gritaba de dolor, él pidió que llamaran a su abogado con urgencia y él fue llevando documentos para que él firmara. En su testamento dejó todo lo que era suyo a su hermano bastardo, Celso Hernández, quería salir de este mundo, al menos habiendo conseguido el perdón de él, que había sido expulsado por el padre de los dos antes de que el viejo muriera para vivir fuera del país con la madre. Pidió al abogado que no dejara salir a ninguna de las jóvenes de la hacienda por ninguna razón, que las mujeres de su vida siguieran vigiladas, hasta la llegada de Celso y él decidiría el futuro de todas. Se sentía en deuda con su hermano, pues fue enviado lejos de casa siendo joven y desheredado por su padre. Sebastian muere algún tiempo después y el abogado contratado por él cumple todas sus determinaciones. En España… Celso Hernández estaba casado hace 17 años con Lucía, una mujer fútil y vulgar, tenía una hija llamada Luana era una joven de 16 años muy bonita y educada. Esa mañana, Celso recibió la llamada del abogado de su hermano Sebastián sobre su muerte y su herencia, ya había sido cremado y sus cenizas estaban en la granja esperando que él tomara posesión de todo. En la hacienda Esperanza las moradoras fueron comunicadas sobre el nuevo dueño de las tierras y nuevo patrón de ellas también… Nathalie - Apuesto que debe ser un viejo baboso, lleno de tonterías y metido la bestia como era Sebastian. Caroline - Él es hermano del finado Sebastian, debe ser un hombre guapo y hasta joven también… Caroline extrañaba a su antiguo dueño y apostaba que ese también sería agradable. Nathalie - ¡Que sea la belleza que sea, a mí no me toca ni muerto! Nathalie era bruta y ya estaba armada de odio del hombre que ni siquiera conocía aún. Dorothy - Pues yo me voy a caer en su cama y seré la favorita… Responde una de ellas haciendo reír a las otras. “Con mucho costo conseguí librarme de las garras de Sebastian, ¿cómo será ese nuevo dueño de la hacienda?” Pensaba Nathalie. … Celso se paralizó con la noticia de aquella muerte, Sebastian era muy joven y ni siquiera había revelado estar enfermo o algo parecido y comunicó a Lucía y Luana sobre el viaje, la esposa decidió no acompañar al marido, ya que odiaba las haciendas y ese clima de velorio. Luana tampoco iría, pues estaba en pleno período de clases, Celso se prepara para ir y pide a su fiel funcionario Tulio que lo acompaña en ese viaje, así haría menos martirizante. La esposa y la hija vivían con mucho confort y ni siquiera se preocupaban tanto por esa herencia, por qué dinero nunca les faltó en esa vida. Luana - Buena suerte papá, esa vida de granjero no tiene nada que ver con usted. Celso - Ay que te equivocas hija, tu papá aquí ama la vida en el campo y quizás hasta decida que todos nosotros podamos vivir por allá. Lucía - ¡Puedes quitarte esa idea loca de la cabeza! Se fueron y muchas horas de vuelo después, llegan a ese pueblo pequeño y tranquilo, toman un coche que se dirige hacia la granja Esperanza. El camino de tierra era polvoriento, pero traía aquella sensación nostálgica que poco a poco iba tomando cuenta y dejando de lado el clima de velorio piel muerte del hermano que, aunque lejos, era sangre de su sangre. Celso se sorprendió al ver cómo esas tierras estaban bien cuidadas y necesitaba admitir que el hermano la hizo prosperar demasiado en todos aquellos años. Él recordaba poco de aquel lugar, las pocas veces que su madre había ido con él para buscar al padre y cobrar pensión. Salen del auto, golpean su propia ropa para quitar parte del polvo y golpean la puerta… La joven corre con un paño en el hombro, pues hace unos segundos estaba secando los platos. Nathalie - ¡Caroline, puedes dejarme abrir! Nathalie salió corriendo y abrió la puerta revelando aquellos dos hombres grandes allí parados. Celso la miró de pies a cabeza, era hermosa por demás. Celso - ¡Buenas tardes! Dijo Celso sonriendo y Tulio también la saludó muy educado como siempre. Nathalie - ¡Buenas tardes! Ella respondió tímida. “Aquel hombre era guapo, las otras tenían razón… él era como Sebastian… o mejor que él.” Celso - Me llamo Celso Hernández. Él extiende la mano para saludarla y ella así lo hace, aunque un tanto floja, balancean las manos mirándose a los ojos del otro. Nathalie - Por favor entren, voy a pedirle a Caroline que llame al abogado. Permaneció en la hacienda desde la muerte de Sebastián para cumplir su voluntad de que las cuatro muchachas permanecieran vigiladas hasta la llegada de Celso. Miraron la salida de Nathalie encantados, era una potranca de la mejor calidad pensaban.
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