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El mafioso: guardián de mi corazón

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Blurb

En el mundo de la mafia, el odio y la venganza, no hay lugar para el amor. Sin embargo Logan, el líder de la mafia neoyorquina, ha decidido cumplir con el juramento que hizo sobre la tumba de su hermano gemelo y proteger el corazón que tan vilmente le fue arrebatado. Pero para cumplir con su palabra de honor deberá contraer matrimonio con una bella mujer, sin imaginar que lo que empezó como una simple promesa de venganza pronto se convertirá en su más grande obsesión.

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Capítulo N*1
Era víspera de navidad y en la ciudad de Nueva York los edificios estaban ornamentados con luces de múltiples colores y figuras navideñas; el Central Park como todos los años tenía un gran pino decorado con estrellas plateadas, borlas doradas, rojas y azules en espera de los visitantes, y como era costumbre no podía faltar un gran sillón donde Santa Claus se sentaba y saludaba a los niños y escuchaba sus deseos. En el centro del parque se encontraba un hermoso pesebre en el cual los turistas se tomaban fotos para conservar algún que otro recuerdo. Ya era de tarde, la ciudad estaba cubierta de nieve, la suave brisa movía a los árboles de tal forma que parecían danzar al compás de los villancicos. El frío del crudo invierno calaba los huesos de los visitantes que abrigados en sus sobretodos, gorros y bufandas recurren a los starbucks en busca de su chocolate caliente, café o té de hierba para calentar sus cuerpos. El aroma de las bebidas se mezclaban en las calles con el smock del ambiente, mientras que las personas corrían de un lado para otro, con sus bolsas de obsequios para llegar a tiempo a su destino. Sin embargo un hombre caminaba entre medio de las personas, sin rumbo fijo, solo avanzaba buscando un lugar cómodo donde descansar. Rick tenía una de sus manos en uno de sus bolsillos y con ella sostenía firmemente un arma y con la otra mano presionaba con fuerza un pañuelo por dentro de su ropa, con prisa y mirando todo a su alrededor siguió caminando dejando pequeñas gotas de sangre tras sus pasos. Su tapado gris estaba cubierto de nieve, sus pies estaban helados, pero nada de eso importaba en ese momento, solo tenía que caminar entre la multitud y esconderse lo más rápido posible antes de que alguno de sus enemigos lo reconociera. Ya habían pasado unos minutos del atentado y su cuerpo comenzaba a dar señales de malestar, su frente se encontraba cubierta de sudor, su palidez en su rostro por la pérdida de sangre se hacía cada vez más evidente, se sentía exhausto y sus pasos comenzaron a ser más errantes y lentos. Los negocios a su alrededor comenzaban a bajar sus persianas y la gente lentamente se fue disipando, dejándolo solo en la vereda. La esperanza poco a poco lo estaba abandonando, tropezó sobre la fría nieve, de rodillas en el suelo, levantó la vista al escuchar el canto de unos ángeles que lo invitaban a pasar; entonces sonrió al ver que estaba frente a una gran escalinata que lo conducía a una gran puerta y encima de esta se encontraba una hermosa cruz de madera que era iluminada. Con cuidado se puso de pie e ingresó a la iglesia, se sentó al final de los bancos y calmando su respiración escuchó el sermón. Hace mucho tiempo que ningún m*****o de su familia ingresaba a un lugar así, más precisamente desde la muerte de su padre; entonces comenzó a recordar lo triste y vacío que se sentía ese día; sin embargo a su lado se encontraba su hermano gemelo que le brindó su protección. Rick en este momento deseaba poder estar con Logan para que lo protegiera como ese día, ya que su hermano era el más fuerte y rudo de los dos y siempre sabía qué hacer en estos momentos; en cambio él era el débil, el asustadizo y que siempre intentaba imitar el accionar de su gemelo; sin embargo ahora eso no importaba, debía tranquilizarse y pensar cómo salir de ese lugar con vida. La sangre seguía brotando por el costado lateral de su abdomen, ya no sentía dolor, solo tenía ganas de descansar, cerrar sus ojos y que esta pesadilla acabe. Con disimulo sacó su celular de uno de sus bolsillos del pantalón y le mando la ubicación al jefe de seguridad de su hermano, todos los hombres que lo habían acompañado a la misión, estaban siendo perseguidos por los italianos o los habían eliminado. La misa llegó a su fin, poco a poco las personas fueron despejando el lugar, mientras que Rick permanecía recostado sobre la última banca, ocultándose de todos y sin saber porque mirando una imagen pidió perdón por todo el mal que había hecho en su vida y se dejó vencer esperando en paz su destino. — ¡Jefe, aquí está! —gritó uno de los hombres mientras le tocaba el hombro a Rick para intentar despertarlo. — ¡Déjame ver! ¡No lo muevas! —dijo Thomas y corrió a su lado, entonces obligó al joven a retirarse y se agacho rápidamente a inspeccionar a su amigo—. ¡Rick despierta, despierta! — Thomas… — No hables, te sacaremos de aquí—ordenó al ver la sangre sobre el banco para luego hablar con suavidad —. Tranquilo, ya estás a salvo, todo estará bien. —dijo Thomas, el mano derecha y jefe de seguridad de Logan. — Thomas, nos emboscaron —intentó hablar pero se ahogó con su propia sangre y comenzó a toser— ¡Era una trampa! — Ya habrá tiempo para explicaciones. — Llama a Logan, dile que los italiano están en… Rick no pudo terminar la frase, estaba tan cansado que simplemente se desmayó una vez que se sintió a salvo junto a sus amigos. — ¡Rick, maldita sea no te mueras, resiste! —gritó Thomas con desesperación al ver como los ojos de su amigo se volvían blancos —. ¡ Rick responde!—dijo y comenzó a golpear con cuidado el rostro de su amigo para que se despierte, pero todo era en vano—. Ustedes que esperan, ayúdenme, debemos sacarlo de aquí y llevarlo a algún hospital —ordenó y sus hombres obedecieron rápidamente. Thomas con ayuda de dos hombres salieron de la iglesia cargando al herido y lo subieron a una camioneta blindada de color n***o y vidrio polarizados, dentro del cubículo le quitaron el arma y su documentación, nadie debía saber de quien se trataba . Con prisa fueron hasta el hospital más cercano, entraron a la sala de emergencia y una enfermera se acercó con una camilla a auxiliarlo. — Señor, díganos ¿qué pasó?—preguntó revisando su herida y verificando que la bala aún estaba alojada en su interior —. ¿Cuál es su nombre? —le preguntaba al paciente que estaba casi inconsciente y solo movía los ojos aturdido— .Señor, ¿usted sabe como se llama este hombre? — No. —¿Qué sucedió? Este hombre tiene una herida de bala en su cuerpo — dijo mirando de manera acusadora a Thomas, tratando de conseguir información. — No sé. Estaba en misa cuando de la nada entró a la iglesia, se sentó a mi lado y me pidió ayuda —mintió Thomas — ¡Eso es extraño! — Señorita debe creerme. Ni siquiera lo conozco, pero no me pude negar a ayudarlo y menos en vísperas de navidad. — Muy bien, lo llevaremos al quirófano —respondió sin creerle ni una sola palabra —. No se vaya a ningún lado, ahora vendrá la policía a hacerle algunas preguntas de rutinas. — De acuerdo, esperaré aquí —contestó y se sentó bajo la atenta mirada de la enfermera que lentamente comenzó a empujar la camilla y alejarse del lugar. Cuando la puerta vaivén se cerró detrás de la enfermera y él ya no estaba bajo su mirada, Thomas se puso de pie y salió del nosocomio. Mientras tanto en México... Logan se encontraba en un hangar de un viejo aeropuerto abandonado, torturando ferozmente a uno de sus hombres que lo había traicionado e intentaba huir del país cruzando la frontera. Robert se encontraba atado de manos y pies, colgando de una viga, su rostro estaba casi irreconocible pero aún así no confesaba. — Golpéame todo lo que quieras —dijo desafiante el hombre mientras escupía sangre —. No me importa morir está noche sabiendo que vivirás en el infierno el resto de tu vida. — No le tengo miedo al infierno, yo soy el mismísimo diablo en mi ciudad y tus insultos de niña exploradora me tienen sin cuidado —gritó cerrando con fuerza el puño de su mano derecha en el cual sostenía unos nudillos de defensa personal de hierro macizo y sin piedad golpeó el rostro de Robert, provocando que nuevamente otro diente saliera volando y cayera a sus pies. — Yo, yo… — ¡Deja de hablar! —dijo sin disimular su enfado— Todo lo que sale de ti son puras mentiras y engaños. — ¡No me mates, yo puedo brindarte información, seré un doble soplón! — No me interesa, voy a terminar contigo rata inmunda. — ¡No lo hagas o nunca sabrás dónde está la mercancía! Logan comenzó a reír con ganas, caminando alrededor de su víctima, entonces negando con la cabeza se sacó los nudillos, los dejó sin cuidado en el piso ensangrentado y buscando el arma que siempre llevaba por detrás de su espalda le dijo. — Me olvide decirte un pequeño detalle… Los colombianos, tus amigos y por los cuales traicionaste mi confianza, ya me entregaron mi mercancía a cambio de sus vidas. — ¡Eso es mentira, ellos me juraron lealtad! — ¡Que entren el resto de las ratas! —gritó. La puerta del hangar se abrió y varios hombres entraron con las cabezas encapuchadas, siendo empujados por los empleados de Logan que sin ningún tipo de consideración los obligaron a inclinarse. Una vez que todos estuvieron arrodillados frente a Robert, le quitaron las capuchas, miraron asombrados al gran líder de la mafia de Nueva York y luego a su informante. — Señor, no nos mate, ya le devolvimos su mercadería, nunca más nos cruzaremos en sus camino—suplicó uno de los hombres que no dejaba de llorar y tenía su pantalón mojado de orina. — ¡Ya es muy tarde! —contestó Logan cansado de escuchar súplicas sin sentidos y quitando el seguro a su arma comenzó a disparar. Uno a uno fueron recibiendo su bala en medio de sus ojos y cayendo sobre su propio charco de sangre. Esa era su forma de exterminar a los traidores, su sello personal y por último se giró frente a Robert quien lo miraba absorto, entonces le sonrió y le disparó sin piedad. Limpiando su rostro cubierto por las salpicaduras de sangre, salió del hangar rumbo a su camioneta sin bajar la guardia. Una vez adentro revisó su celular, pero era en vano, no tenía señal. Ese lugar estaba tan alejado de la ciudad y era tan inhóspito que necesitaba con urgencia volver a la civilización, sin embargo al volver a la carretera su corazón se detuvo al recibir cientos de mensajes de su jefe de seguridad.

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