2. Piton gigante de un solo ojo

1788 Words
ASHLEY Uno por uno, todos mis amigos se van casando. No, no ahora mismo, no literalmente. En este momento, estoy sentada en la mesa de mi cocina, esperando a que se caliente una taza de sopa en el microondas. Pero todavía me siento así porque en los últimos dieciocho meses, una por una, todas mis amigas se han comprometido o se han casado. Tengo cuatro vestidos de dama de honor colgados en mi armario y otros dos en pedido para las bodas de esta temporada. Mientras tanto, vivo con mi abuela Lucy, o, mejor dicho, ella vive conmigo, pero estoy tan soltera como un asesino en serie condenado a muerte. En realidad, puede que eso no sea del todo cierto. Los asesinos en serie probablemente tengan más acción que yo. No importa. Estoy persiguiendo mis sueños, construyendo una carrera envidiable y alimentando mi espíritu emprendedor con una venta a la vez. Pero todo eso está a punto de cambiar porque mañana por la mañana tengo una gran oportunidad. Una reunión que puede hacer que increíbles cajas de suscripción lleguen a las grandes ligas. —¿Sopa otra vez? — pregunta la abuela. Mi abuela no solo es mi compañera, también es mi mejor amiga y mi abuela materna. A pesar de que tiene ochenta y dos, en muchos sentidos es más moderna que yo. Lleva esos leggins estampados por los que la gente se pelea en internet y los codicia. Se pinta las uñas una vez a la semana en el salón de belleza de la calle y sabe la letra de todas las canciones que suenan en la radio. La abuela es una autentica cabrona de pelo plateado. —Sobras de guisantes partidos—digo —Uno de nosotros tiene que aprender a cocinar— murmura mi abuela en voz baja. Y cuando dice. “una de nosotras”, se refiere a mí. la he oído decir más de una vez que no se pueden enseñar trucos nuevos a un perro viejo. También sé que la abuela sabe cocinar, pero prefiere no hacerlo. No es que yo pueda culparla. Ella crió a cuatro hijos, se casó y enviudo dos veces, y fue el epitome de una ama de casa de los años 50. Creo que es gracioso que tenga una veta feminista tardía. Así que comeremos, sopa, o comida a domicilio. Mientras construyo mi negocio, ciertamente no tengo el tiempo ni la inclinación para esclavizarme frente a una estufa caliente. Tomo mi tazón de sopa del microondas y coloco el de la abuela dentro, presionando los botones durante dos minutos. —Gracias, cariño— dice la abuela mientras toma su último proyecto de tejido del mostrador. Agradecida de haber terminado con el trabajo de la tarde, tomo una cuchara y me siento en un lugar en la mesa. Mientras la abuela se cuenta los últimos chismes de el centro para personas mayores, me pongo a trabajar en mi sopa. Aparentemente, a juzgar por los chismes que esta difundiendo la abuela, incluso los mayores están teniendo más acción que yo. —Y cuando Donald mezcle sus pastillas para el pene con las pastillas para el corazón, ten cuidado— la abuela se ríe para sí misma como si esa fuera la cualidad más divertida y entrañable que un hombre puede tener. Y a su edad, quizá lo sea. Y aquí tenemos, amigos. Mi vida es oficialmente aburrida. Mientras enjuago mi taza en el fregadero y la coloco dentro del lavavajillas, mi teléfono suena desde la mesa del comedor. La abuela sale a revisar el correo mientras se enfría la sopa y yo tomo mi teléfono para revisarlo. Hay un mensaje de texto. Usuario desconocido: Hola. Yo: ¿Puedo ayudarte? Unos segundos después, aparece una foto en mi pantalla. Mi mente tarda un momento en comprender lo que estoy viendo. Pero la comprensión de lo que realmente estoy viendo, y la cantidad de días que han pasado desde que vi una pieza particular de anatomía, me hace tardar en comprenderlo. Tantas palabras pasan por mi cerebro a la vez. Carne. Masculino. Rígido. Congestionado. Grande. Cierro los ojos con fuerza y respiro profundamente. ¿Qué demonios pasa? ¿Quién en su sano juicio le envía una foto de su pene a un completo desconocido? ¿Y porque este desconocido tan bien dotado eligió mi número entre todas las combinaciones numéricas posibles que existen? Tragándome un nudo repentino en la garganta, miro con atención y abro un ojo. Su… tamaño es envidiable. No se puede negar. Un maldito bate de beisbol tendría problemas de celos de nivel freudiano. Usuario desconocido: ¿Eso querías, cariño? Yo: Y Adioooos. ¿Qué clase de monstruo es este tipo? Eso es simplemente espeluznante. Que asco. No importa lo atractivo que sea en realidad ese pene, y en lo que respecta a los p***s, el suyo es realmente hermoso, pero eso no viene al caso. Las fotos injustificadas de esta naturaleza son exactamente la razón por la que no salgo con hombres. Los hombres son simplemente asquerosos. Usuario desconocido: ¿Qué? ¿En serio? No es tan malo. Algo dentro de mi hierve. Es necesario poner en su lugar a la población de hombre que envían inyecciones no deseadas en el pene. Yo: No, no esta mal. Pero ¿Qué demonios? ¿Por qué le envías a alguien esta foto sin que te la pida? Usuario desconocido; ¡Me pediste que te la enviara! Yo: Ja, inténtalo de nuevo, amigo. Definitivamente no pedí esta foto de ninguna manera. Usuario desconocido: espera. Mierda. No eres PequeñaFlorecita8, ¿verdad? Yo: ¿Quién? No, definitivamente no. El no responde de inmediato y una risa seca se escapa de mis labios. Se merece que alguien le haya dado el número equivocado. Pero, para ser honesta, se está perdiendo una polla bastante buena. Debería sentirme ofendida. Las fotos de p***s no solicitadas son agresivas, inapropiadas y absolutamente groseras. Pero, curiosamente, no me siento ofendida. Estoy un poco… intrigada. Mi interés me domina y me atrevo a mirar de nuevo al m*****o ofensivo. Mis mejillas se enrojecen de una manera que no tiene nada que ver con la sopa caliente en mi estómago y todo que ver con mi falta de vida s****l. Frente a esa… cosa que me mira fijamente, tengo muchas preguntas. Es decir, ¿Cómo hace para llevarlo todo el día? ¿No es incómodo? Muchas otras preguntas inapropiadas como ¿solo sale con tragasables? Pasan por mi mente. Pero me abstengo de escribirlas en un mensaje de texto al señor Pene fotográfico. Gracias Dios. La mesa de mi cocina no es el lugar ideal para meditar sobre esas cosas. Me dispongo a levantarme, pero antes de que pueda hacerlo, la abuela entra en la cocina y me mira por encima de mi hombro. —¿Qué es eso, un codillo de jamón? — pregunta. Dejo el teléfono boca abajo sobre la mesa. —¿Qué? No— Niego con la cabeza con firmeza, con la esperanza de terminar esta conversación antes de que empiece. Pero dado que soy lo único importante en la vida de mi abuela, es inevitable que se meta en esto como un perro con un hueso. —¿Pierna de cordero? — Me mira con curiosidad mientras se dirige al mostrador para prepararse una taza de té. —No, abuela. No te preocupes por eso— Ella se encoge de hombros y coloca una taza de té en un platillo a juego. —Fuera lo que fuese, se veía delicioso. Tan jugoso y tierno, apuesto a que se derrite en la boca. Pensé que estabas buscando recetas para cocinar para mi— Dejando escapar un gemido, guardo el teléfono dentro de mi bolsillo y me levanto. La abuela me mira con curiosidad. —Estás sonrojada, querida. ¿Te sientes bien? — Asiento, siento que mi teléfono vibra en mi bolsillo y coloco mi mano con gesto protector, ansiosa por salir de la cocina. —Estoy bien. hace un poco de calor aquí, eso es todo. Creo que estoy un poco ansiosa por lo de mañana— Mañana es el día más importante de mi vida y aquí estoy enviando mensajes de texto sexuales a un extraño. —Descansa un poco. Quizás un baño tibio. Te traeré un poco de te cuando estes acomodada— dice, con las comisuras de sus ojos azules arrugándose. —Mientras estes en la bañera, deberías buscar más recetas de carne como la que aparece en esa foto. Creo que voy a soñar con esa parte de la carne, o lo que sea, en lugar de esa comida vegetariana con la que me sigues dando de comer. Digo una respuesta si sentido y corro hacia las escaleras, subiéndolas de dos en dos porque realmente necesito salir de esta situación. Y según mi propia abuela, realmente necesito tener sexo. Ya en mi habitación, a salvo, cierro la puerta y saco el teléfono del bolsillo de mis jeans. Me hundo en el borde del colchón y leo el nuevo mensaje. Usuario desconocido: Mierda, lo siento mucho. A pesar de la erección mencionada anteriormente, prometo que soy inofensivo. Por favor, acepte esta foto mía del tercer grado como prueba. Mis disculpas. Mirando fijamente la foto más adorable de una incomodo niño de ocho años con los dientes separados y una pajarita, solté una carcajada. ¿Quién demonios es este tipo? Alguien extremadamente malo para coquetear, eso es. Una pobre chica claramente le dió un numero falso, queriendo que se fuera a la mierda, y ahora yo soy el objeto de su atención. Que suerte la mía. Yo: Dios mío. Eso hizo que todo este intercambio fuera diez veces más incómodo. Usuario desconocido: Si, supongo que sí. Mierda. Está claro que no soy muy bueno en todo esto. Yo: ¿En qué? ¿Ser humano? Usuario desconocido: Me llamo Greyson. En serio, lo siento mucho. Yo: Me llamo Ashley. Disculpas aceptadas, siempre y cuando no vuelvas a sacar ese rollo de carne y me ataques con él. Usuario desconocido: Solo si lo pides amablemente. Me río. Que triste que esto sea lo más coqueteante que he hecho en más de un año. Yo: Bueno, buenas noches entonces, Greyson. Usuario desconocido: Buenas noches, Ashley. Decido no preguntarle exactamente como planea dormir mientras la tercera guerra mundial se desata entre sus piernas, porque, Dios mio, esa erección parecía dolorosamente hinchada, pero no hago tal cosa. En lugar de eso, me ocupo de tomar una taza de té para dormir con la abuela, me cepillo los dientes y luego reviso mis notas para la presentación de mañana antes de meterme en la cama y soñar que me devora una pitón gigante de un solo ojo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD