3. Una coincidencia extraña

1960 Words
GREYSON Camino por la avenida State hacia la oficina de mi empresa, a quince cuadras de distancia. Después de vivir en la ciudad Chicago durante casi una década, todavía la amo tanto como antes, o incluso más, cada día. Esta ciudad me llena de energía, y también lo hace su gente. Hoy, el paseo ofrece la ventaja adicional de tener tiempo para sacudirme el recuerdo de mi gran error de anoche. A la luz del día, tengo que esforzarme físicamente para no encogerme al recordar el intercambio. ¿Qué más puedo hacer? Aunque me pregunto quién es Ashley. Mientras paso por una cafetería, saludando con la mano a la camarera que prepara un espresso espectacular, me pregunto si Ashley es una chica artística que sirve café con leche a los clientes y les dibuja una sonrisa en el rostro. En la siguiente cuadra, mientras saludo con la cabeza a la señora de pelo rizado con tres hijos adolescentes que regenta la tintorería orgánica donde planchan todos mis trajes, me pregunto si Ashley no una madre casada con tres hijos. Ups. Pero la otra cosa que me da mucha curiosidad es esta: ¿disfrutó en secreto no solo de la foto, sino también de nuestro intercambio? Demonios, esa foto fue una buena toma. Todavía no tengo idea de por qué PequeñaFlorecita8 me dio un número falso. Apuesto a que el número pertenece a una amiga suya, y ella quería ver si realmente lo haría, y tal vez ahora PequeñaFlorecita8 se está maldiciendo así misma por perderse el viaje de su vida. Sin embargo, no volveré a saber nada de ella. Anoche, después del gran error, volví a mi aplicación de citas, borré mi perfil y borré todas las pruebas fotográficas de mi m*****o de mi teléfono. Hay situaciones en las que no es necesario volver a estar cerca de la realidad y, definitivamente, no quiero tentar al destino. Con que un remitente equivocado reciba una visita personal y de cerca de mis partes privadas es más que suficiente, muchas gracias. Cuando llego a mi oficina, la caminata entre las multitudes agobiadas de la ciudad me ha cambiado el humor. Me guardo los auriculares en el bolsillo, me paso una mano por la corbata y entro al edificio, listo para afrontar el día y olvidarme del pequeño error de anoche. No. Corrección. Quiero decir que es un error grande, si se me permite decirlo. Es hora de centrarme en los negocios y, honestamente, mi trabajo es una de mis cosas favoritas. Dentro de la oficina, saludo a María, nuestra recepcionista. —¿Cómo va todo con tu hijo? ¿Su equipo de la liga infantil ganó el campeonato? — Ella sonríe y se ajusta las gafas rojas. —Si, lo hicieron. Salimos a celebrarlo en Giordanos— —Toda celebración debería incluir pizza. Es una ley, ¿sabes? — —Es una regla que sigo al pie de la letra— dice con una amplia sonrisa. Cuando llego a mi oficina, mi asistente. Seth, entra corriendo, agotado y respirando con dificultad. —¡Greyson! — Todo lo que dice está en signos de exclamación; incluso respirar para él es emocionante. —¿Qué puedo hacer por ti, Seth? — jadeando, se pasa una mano por el pelo áspero. —¡Bob me llamo! ¡Intento llamarte a ti! — Frunzo el ceño y chasqueo los dedos. —Estaba escuchando un podcast. Puede que haya pulsado “no molestar por error”— Seth se agarra el estómago. —¡Bob comió trigo anoche! ¡Por error! — Me estremezco. Bob no puede acercarse a esa cosa debido a que tiene la peor alergia al gluten del mundo. —Eso apesta— —Y él quería que tomaras su reunión matutina con “Que Bonita Sorpresa”— Está previsto que se abra una nueva boutique a pocas cuadras de nuestra tienda insignia en la Avenida Michigan, y es por eso que Bob ha estado buscando nuevas asociaciones que nos den una ventaja. Asiento y abro mi portátil. —Claro. Seguro. Me envió el archivo la otra noche y lo hojee— Seth señala con el dedo. —Está en la sala de conferencias ahora mismo. ¡Dijo que es vital que lo reemplaces! — Le presiono las manos para que sepa que tiene que calmarse. Ya he estado en muchas reuniones antes. Esta no va a ser un problema. Me levanto, le doy una palma en la espalda a Seth y le digo que estaré allí en cinco minutos. Seth sale corriendo por la puerta, pisando fuerte por el pasillo. Reviso rápidamente el archivo, refrescando mi memoria de lo que ya había escaneado la otra noche. Luego abro mi teléfono y encuentro unos 500 mensajes de texto de Bob. Incluyen frases como “estoy demasiado mareado para vivir”, “solo como fruta”, “espera, ¿hay alguna nueva fruta a base de trigo que secretamente está tratando de matarme?”, “mi vida es la peor” Y luego están los mensajes más comerciales…. “un nuevo cliente con una caja de suscripción que es furor, sella este trato como el cabron que sella tratos que eres, esta compañía es la comidilla de la ciudad, pero no es pan tostado, queremos asociarnos con ellos como un imán quiere todo el metal del mundo, como mi pene quiere a todas las mujeres del mundo”. Si, él está un poco loco por todas partes. Le respondo el mensaje de texto. YO: Esta bajo control. lamento que el trigo te haya pateado el trasero otra vez… BOB: emoji del dedo medio. BOB: Además, gracias, hombre. Me dirijo a la sala de conferencias y me encojo cuando escucho a Seth decirle a su posible socio como tuvo que ayudar a su compañera de habitación a darle una pastilla a su gato atigrado de pelo largo anoche. —Tuve que envolverlo en una toalla como si fuera un burrito— dice La mujer se ríe. —Por eso me gustan los perros. Puedes engañarlos con un poco de mantequilla de maní— Si voz es bonita, dulce y melódica, y me pregunto si su rostro también coincide. Entro en la sala de conferencias y…Santo cielo cara de santa igual a la de un ángel. La mujer de Que Bonita Sorpresa es más ardiente que el pecado. La pelinegra sentada en una silla de conferencia le sonríe a mi asistente, mostrando los labios más lindos que he visto en mi vida. Lleva un vestido blanco y n***o y parece una galleta que quiero morder, lo cual es una reacción completamente inapropiada. Me recuerdo a mí mismo que debo expulsar de mi mente los pensamientos inapropiados. Mi pene me metió en problemas anoche. De ninguna manera ese cabrón astuto me va a meter en problemas ahora. Pero, mierda, realmente necesito algo de acción. Ella y Seth se giran hacia mí. —¡Este es Greyson Boyle! ¡Es mi jefe! ¡Y también es una estrella del rock en baloncesto contra uno! ¡Me mata cada vez que jugamos! — Um, jugamos una vez. Pero Seth tiene razón. Lo destruí. Le dedico una sonrisa autocritica. —¡Jugaste con valentía! ¡Fue un partido parejo! — La mujer se pone de pie, mostrando sus piernas largas y tonificadas que hago todo lo posible por no mirar porque no soy un idiota que cosifique a las mujeres, especialmente con las mujeres con las que quiero hacer negocios. Pero ahora mismo, estoy librando una batalla interna entre mi pene y mi cerebro. Y cuanto más la miro, más cerca esta mi pene de la victoria. . Me concentro en sus ojos y eso es un desafío completamente nuevo, porque son de un azul cielo, un hermoso contraste con su exuberante cabello oscuro. Me mira fijamente un poco más de lo que esperaba, como si estuviera estudiando mi rostro. Extiendo una mano y, después de dudar por un segundo, ella la toma. —Un placer conocerte, Greyson— traga saliva con fuerza al oír mi nombre, como si le sorprendiera o le resultara difícil de pronunciar. —Soy Ashley— Parpadeo. ¿Qué demonios? ¿Cuáles son las posibilidades de que ella sea la misma Ashley? Escaso o nulo, ¿verdad? Tiene que serlo. Porque no hay forma de que sea la misma Ashley. Su nombre no es muy común, pero debe será una coincidencia extraña. Mientras nos estrechamos la mano, su mirada se posa en mis manos y se queda mirándolas durante un momento o dos, algo incómodo. Como si ahora también las estuviera catalogando. Como si estuviera haciendo cálculos: manos grandes, pies grandes, todo… Cuando ella levanta la mirada y se encuentra con la mía, la probabilidad de que ella sea Ashley supera el cien por ciento. El rojo salpica sus mejillas. Sus ojos son enormes y salvajes. Su rostro es la imagen de la vergüenza. Bueno, mierda. Me encojo y Ashley tose. Ella me reconoció de mi foto del a infancia, no la del pene… obviamente. —Encantada de conocerte— dice ella, como si estuviera arreglando sus palabras y tratando de hablar por primera vez en mucho tiempo. —Me alegro de conocerte también, Ashley— Intento mantener el tono más sereno posible y me vuelvo hacia Seth. —Y gracias de nuevo. Especialmente por las historias de gatos— Él se ríe mientras se va, y cuando Ashley y yo tomamos nuestros asientos, hay una pequeña sonrisa en su rostro también. —Cuentos de gatos— murmura con una risita. —Personalmente, prefiero tomar mis pastillas con mantequilla de maní— digo, con la esperanza de usar el humor para calmar la situación. Ambos sabemos lo que ha visto y es muy incómodo. Esta situación es un completo desastre y tengo que arreglarla. ¡Urgente! Ella me mira fijamente, arrugando la nariz. —Entonces, anoche…— Niega con la cabeza, la frustración se dibuja en su rostro. Lo que significa que es hora de que me lance a pedir disculpas en toda regla. Después de todo, no podemos arriesgarnos a perder su negocio a manos de otra persona. —Mira, Ashley, lo siento. No tenía idea de quien eras. Tu número debe haber estado en mi teléfono por el archivo que me envió Bob. No tenía ninguna intención de enviarte esa foto. Lo siento mucho— Es la única explicación. Quiero decir, ¿de qué otra manera podría haber confundido su número con el de PequeñaFlorecita8? Ashley deja escapar un profundo suspiro y se lleva la mano a la cara como si quisiera comprobar si la temperatura sigue alta. —En serio no puedo creer que me lo hayas enviado— Suspiro también. —No puedo creer que yo lo haya hecho— —Y no puedo creer que también me hayas enviado tu foto de la escuela primaria— Si, eso fue raro. Ahora lo veo. Frunzo el ceño y me esfuerzo por solucionar el problema. —En mi defensa, estaba tratando de no parecer un idiota que envía foto de p***s no solicitadas— Ella levanta una mano para detenerme. —¿Podemos simplemente no hablar de esa foto? — —¿La foto del niño o la del paquete? — Ella levanta la mirada hacia mí. —Ambas. ¿podemos hacer un como sea que se llame en baloncesto? ¿un mulligan? — Me río. —Es un término de golf, pero podemos decir que es una segunda oportunidad— —Si, necesitamos volver a empezar— dice ella asintiendo con seriedad. —Tenemos que fingir que nunca ocurrió y afrontar esta reunión como si nunca nos hubiéramos visto antes— Si, buena suerte con eso.
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