A esa misma hora, las gemelas… En esos dos días, desde el encuentro en la oficina de Ezra, había una batalla de voluntades entre las gemelas. Melanie, si deseaba llamar a Ezra. —¡Anda, déjame concretar la cita! —suplicó Melanie por enésima vez, deteniéndose frente a su gemela con las manos juntas en gesto de súplica—. ¡Debe estar esperando lo de la aplicación! Han pasado dos días completos y él va a pensar que no estoy interesada. Sus ojos verdes brillaban con desesperación. Mely, sentada sin inmutarse revelando su entrenamiento militar, la miraba fijamente con una expresión de hartazgo que había estado cultivando durante estas 48 horas de súplicas constantes. —No, por lo menos déjate desear, mujer —respondió con esa franqueza brutal que había desarrollado durante años de supervivencia

