Mientras tanto Ezra, catedral Ortodoxa de San Nicolás a esa misma hora…
Ezra Kravchenko terminaba de encender unas velas y se estaba sentando en uno de los bancos de madera oscura cerca del frente. Su postura era erguida pero tensa, sus hombres estaban atrás vigilándolo y sus manos estaban entrelazadas sobre su regazo.
Sus ojos café estaban fijos en la cruz ortodoxa masiva que dominaba el altar, con sus tres barras horizontales representando diferentes aspectos de la crucifixión según la tradición. Era imagen que había visto miles de veces desde su infancia, tan familiar como el rostro de su propia madre.
Los íconos religiosos cubrían las paredes con sus rostros bizantinos serios, sus ojos pintados que parecían seguirlo sin importar dónde se moviera. Cristo Pantocrátor lo miraba desde l
