Se miraron mutuamente durante varios segundos cargados de tensión. Los ojos marrones de Ezra se habían entornado con sospecha que no intentaba disimular, estudiándola con intensidad de depredador que acaba de detectar algo fuera de lugar en su territorio. —¿Soldado 47? —repitió con voz peligrosamente suave, aún sosteniendo su muñeca. «Mierda, ¿sabe alemán?» —pensó Mely con pánico que amenazaba con mostrar en su rostro. —¿Qué es eso? —preguntó con voz que intentaba sonar confundida, frotándose los ojos como si apenas estuviera despertando completamente. «Vamos, Mely, improvisa. Rápido» —Estaba soñando —se apresuró a explicar, retirando su mano de su muñeca con movimiento brusco—. Y tú... ¿qué ibas a hacer? ¿Ibas a... tocarme? —No —negó Ezra con tono neutral que no revelaba sus pensami

