En ese momento, Ezra estudió su rostro durante varios segundos que se sintieron como eternidad, buscando señales de engaño en cada micro-expresión. Su mano permanecía alrededor de su garganta, dominante, sin estrangular sintiendo su pulso, midiendo su respiración. «Tiene razón, si hubiera querido matarme…se habría ido y me habría dejado. A ella le apuntaron también» —admitió mentalmente con reluctancia. Y odiaba admitirlo, odiaba reconocerlo incluso en la privacidad de sus propios pensamientos, pero esa voz tenía razón. Asi que, lentamente alflojó un poco su mano sobre su cuello, porque no estaba listo para confiar. No todavía le dijo: —Dame tu teléfono. Quiero ver esa supuesta información sobre "Operación Destrucción". Mely, sin apartar su mirada de la de él, metió su mano en el bols

