Melanie, aún acomodada en la cama de Hamsa como si fuera nido suave y protector, con Hanson acurrucado junto a ella y el bol de palomitas descansando sobre su regazo, dejó que sus pensamientos vagaran por territorios peligrosos que había estado evitando desde que había llegado a este apartamento. Sus dedos jugaban distraídos con las orejas aterciopeladas de Hanson mientras procesaba su situación con nueva perspectiva que la hacía sentir vulnerable de maneras que no había anticipado: —¿Será que si soy novia del señor Hamsa... me deje salir más rápido? —murmuró en voz alta, con sus mejillas tiñéndose de rosa mientras las palabras salían de sus labios sin filtro consciente—. Igual... querrá poseerme como su mujer, ¿no? Un hombre y una mujer solos en un apartamento durante días... y... bueno

