Lars El domingo, después de dejar a Stella en su trabajo, regresaba a mi piso cuando recibí la llamada de Lila. Mi hermana. Mi otra mitad desde que tengo memoria. Lloraba. Y no hizo falta que dijera una sola palabra para que yo supiera. Lo supe en cuanto escuché su respiración entrecortada al otro lado de la línea. Papá… Papá murió esa tarde. Se fue rodeado de quienes más lo amaban, con mamá a su lado, como siempre. Ella, su compañera de toda la vida, no soltó su mano ni un segundo. La apretaba con fuerza, como si pudiera retenerlo un poco más, como si pudiera detener el tiempo. Lo acarició mientras él se iba y lo miró con ese amor inquebrantable que nunca, ni siquiera por un instante, se desvaneció entre ellos. Papá se fue en paz. Lleno de amor. Y yo… Yo me rompí. No perdí solo

