Lars
Stella está en un semi estado de inconsciencia en mis brazos.
Su respiración es irregular, sus párpados tiemblan levemente, como si aún estuviera atrapada entre el sueño y el recuerdo de lo que le hice. De lo que me permitió hacerle.
Camino con ella hasta mi habitación, cada paso resuena en el silencio, y la acuno contra mi pecho, protegiéndola. Está desnuda, su cuerpo marcado con los rastros de nuestra noche: mordidas, enrojecimientos, moretones.
Mías.
Sólo mías.
Una parte de mí, la parte más retorcida, se regodea con orgullo en eso. No me disculpo por ello. Mi lado sádico no se esconde con ella, no puede.
La recuesto con sumo cuidado sobre la cama. Apenas gime, aún no del todo consciente, y su cuerpo se curva ligeramente buscando calor. La dejo unos segundos y camino hacia
