Viudo compra esposa.

Abbel estaba en medio de una reunión de negocios cuando recibe una llamada que lo deja helado. La sangre de su cuerpo dejó de correr, sus nervios se encogieron, incluso casi moría ahogado al no pasar saliva por su garganta. Pocos minutos después, vuelve en si, sale corriendo de la oficina, su mejor amigo no le permite que se marche solo. Abbel maneja con desesperación, su corazón late más rápido de lo normal, ni siquiera ha dicho la noticia que había recibido. Antony su mejor amigo, se da cuenta que está pasando algo turbio cuando Abbel se detiene en la puerta del hospital y sale corriendo. —Señorita, trajeron a mi esposa Karen y a mi hijo Benjamin, tuvieron un accidente— Decía con voz temblorosa. La enfermera que lo recibe, lo lleva amablemente hasta la emergencia, su corazón se detuvo al ver que su esposa lucia irreconocible. —¡Amor estoy aquí!— Fueron las palabras que pronunció, ni siquiera podía tocar su mano. —Señor, le dimos analgésicos que la mantienen dormida— Dijo el doctor de cabecera. —Doctor ¿Cómo está ella? ¿Donde está mi hijo?— Pregunta desesperado. —Deberá ser fuerte señor. Su esposa tiene que entrar al quirófano pero es posible que no soporte la operación, su estado es crítico— Dijo el doctor cabizbajo. —Haga lo que tenga que hacer doctor, ¿Dónde está mi hijo?— Insiste una vez más. —¡Lo siento mucho señor! Su hijo falleció en el accidente— Dijo el doctor apenado. Aquellas palabras del doctor hicieron que el corazón de Abbel se rompiera en mil pedazos, no era capaz de recibir esa noticia, afortunadamente, Antony estaba ahí para ayudarle. —A-b-bel— Dijo Karen palabra por palabra. Abbel corre hasta la cama, sostiene la mano de su esposa con mucho cuidado, no quería causarle más dolor del que ya sabía que llevaba. —¡Aquí estoy amor!— Decía con lágrimas en sus ojos. —¿Dónde está nuestro hijo?— Preguna con voz temblorosa y poco clara. —El esta bien, no te preocupes, ahora tú tienes que recuperarte— Le tuvo que mentir para no provocar más dolor en ella. —Cariño quiero que seas feliz, por favor se feliz, y cuida de nuestro hermoso hijo— Pedia Karen su esposa. —Lo cuidaremos los dos. Vas a agar bien— Le decía Abbel. Sabía que le mentía pero en su estado crítico, no podía hacer nada más. —Te amo Abbel, me hiciste muy feliz. —Yo te amo más amor, tú eres mi vida, por favor quédate, no podría vivir sin ti— con lágrimas en sus ojos le suplicaba. De repente, Karen empieza a colapsar, los doctores hacen a un lado a Abbel, como doctores están haciendo todo lo posible con mantenerla con vida. Sin embargo, después de unos minutos luchando, Karen muere. —¡Lo sentimos señor!— Decía el doctor mientras se quitaba el gorro de su cabeza. Abbel se lleva la mano a la cabeza, esta en shock, no lo podía creer. Se lanza hacia el cuerpo de su esposa, y entre llanto y llanto le ruega que regrese. —¡Por favor quédate!— Le suplicaba aunque sabía que ya había muerto. Antony quita a Abbel con cuidado, las enfermeras se llevan el cuerpo para enviarlo a la morgue. —¡Quiero ver a mi hijo!— Pidió al doctor. El doctor camina una tres camillas más, Abbel está impaciente, no entiende cómo puede perder a las dos personas que más ama el mismo día. Abbel ve un pequeño cuerpo tapado completamente. Lo abraza con fuerzas, su corazón está doliéndole demasiado. Lentamente empieza a quitar la sábana de la cara de su hijo, pero ¡Oh sorpresa!. Ese no era su hijo. —Doctor este no es mi hijo, ¿Dónde está mi hijo?— Pregunta Abbel desesperado. —Señor este Niño llegó casi al mismo tiempo que su esposa, pensamos que era su hijo— Le comenta el doctor. Abbel sale corriendo de emergencias, en todo momento Antony está con él, se suben al auto y se dirigen hacia el lugar del accidente. Tan solo quince minutos después, Abbel se encuentra con el cuerpo de bomberos. El accidente había sido contra un gran árbol, el auto se había prendido en fuego. —Señor no puede pasar— Le dijo un bombero que le impedía el paso. —Mi esposa se accidentó aquí y el que creía que era mi hijo no está— Decía para apelar a su consciencia. —Lo sentimos mucho señor. El auto quedó muy dañado por el fuego. Es posible que su hijo haya morido calcinado. ¿Calcinado? Escuchaba esas tormentosas palabras. ¿Qué edad tenía su hijo?— Pregunta el bombero. —¡Apenas ocho meses!— Dice Antony por el. El bombero se retira unos segundos pero luego regresa con algo en sus manos. —Encontramos esta cadena, es el único rastro qué hay de ese bebé, lo siento mucho— Dijo una vez más el bombero. Abbel se tiró en el suelo, hacia rabietas como un pequeño Niño. No podía con tanto dolor, el destino estaba siendo muy duro con él. Al día siguiente. Ahora Abbel está velando a su esposa y a una caja vacía que simboliza el cuerpo de su hijo calcinado. No sabe como sobrevivir a tanto dolor, ¿Cómo podría seguir adelante?. —Hijo esto me duele tanto como a ti, espero que el tiempo sepa curar esta gran herida— Le decía su madre a Abbel. Abbel lloraba sobre el pecho de su madre. Tenía aproximadamente veinticuatros sin parar de llorar, sus ojos estaban hinchados y su piel lucia muy pálida. Ese día en la tarde, enterraron a sus dos amores juntos. —Ya no seré el mismo. No puedo vivir con tanto dolor— Expresaba Abbel a su madre. —Cariño podrás seguir adelante, se que es duro pero debes hacerlo. Estoy aquí contigo— Le expresaba su madre, quien se mostraba fuerte para darle fuerzas.