1- Apuesta
Todos los derechos reservados. Obra registrada en Safe Creative, Nro: 2302173521701
SI ME HUBIERAS DEJADO AMARTE
¿Que habría pasado?
Pov: Siena
Guardo mi vestido bien doblado para que no se arrugue, no quiero que luego tener que plancharlo, no puedo trasportarlo extendido porque si mis papás llegan a ver que llevo ese tipo de ropa a una "Pijamada de amigas” Comenzarán a decir que aunque Melanie, mi mejor amiga; tenga 19 años, yo no puedo hacer las mismas cosas que ella.
La verdad que su lógica es muy pobre, de poder puedo hacerlo, solo que no debería, pero ese es otro tema.
Ahora, ¿Quiero hacer lo que debo o lo que quiero? Mmm, pues las dos, pero más me gusta hacer lo que quiero.
— Siena ¿Por qué guardaste zapatos en tu mochila? — Adriel mi hermano menor, entra a mi habitación, sin permiso; lo cual me molesta demasiado.
— ¡Adriel! — lo miro regañándolo por meterse en mi intimidad.
—Seguro saldrá de fiesta y no le dijo a mamá — ¡Ash! Anya, la melliza de Adriel, otra chismosa y entrometida.
No comprendo como con 9 años pueden estresarme tanto.
— Podrían los doble A salir de mi habitación — abro mis ojos y ellos solo se ríen saliendo.
—Vamos a decirle a Papi que no te deje ir — salen burlándome y ruedo los ojos porque son muy molesto la mayoría del tiempo.
Bajo con mi mochila tratando de pasar desapercibida, pero no podré librarme de la charla porque papá ya está esperándome abajo con las llaves en la mano.
— ¿Acaso pensabas plantarme, señorita? — sonrío y me acerco a darle un beso en la mejilla.
Mi papá es lo que yo diría un padre muy Coll y relajado, pero aun así puede darme un buen sermón.
— Me llego un pequeño rumor — dice papá mientras subimos al auto.
— No tengo idea que rumor — miro por la ventana fingiendo que no sé lo que los doble A hicieron.
— Vamos Siena, somos pocos y nos conocemos muchos — resoplo.
— ¿Qué tengo que decirte? ¿Te miento? — mi papá lanza una risa.
— La verdad preferiría que no, también preferiría que actuaras como una chica de 16 años, no como una de 20 — chasqueo la lengua.
— Los comportamientos no se rigen por la edad, ¿Tengo que llorar porque mi cantante favorito tiene novia? ¿Pelear con mis hermanos por ver la TV? Eso no va conmigo lo sabes — estaciona en la puerta de la casa de Melanie.
— Ay, mi pequeña Sieni, te entiendo de verdad, sos nuestro tesoro mayor, solo… por favor cuídate, no hagas locuras sin pensar, sabes que contás conmigo, no voy a juzgarte, yo fui joven y créeme que no era nada tranquilo — suspiro y miro a papá frunciendo el ceño.
— Gracias, yo… lamento no ser una simple chica de 16 años — mi papá despeina mi cabello.
—No mientras, que no te arrepentís en absoluto, te encanta ser así — me sonrío y asiento.
—Me hace original — le doy un beso en la mejilla. — Gracias Papi, mañana vuelvo a casa — abro la puerta y salgo.
Mel vive en una casa que le dieron sus padres y es donde siempre hacemos "Pijamadas"
— ¡Siena! — Melanie salta emocionada al verme llegar a su casa.
Ella es mi mejor amiga, hacemos patinaje juntas desde que yo tengo 4 años.
— Tenemos un problema — dice Mel algo dudosa.
— ¿Ahora qué pasó? — dejo mi mochila en el sillón y saco mi vestido junto a mis zapatos.
— Las chicas cambiaron el lugar a donde iremos — la miro sin entender.
Pensé que sería por algo más grave su preocupación. Solo es un detalle mínimo.
—No pasa nada, ya que saldré “Sin permiso"— hago comillas con mis dedos— Porque mi papá creo sospechó, en fin el sitio no importa — ella asiente con cara de horror y disculpa.
No logro identificar bien cuál.
—Es un club nocturno muy muy lindo, donde solo va la gente de dinero — frota su dedo índice y pulgar haciendo alusión a personas adineradas.
— ¿Cuál es el problema? — saco mi neceser con maquillaje.
— No dejan entrar a menores.
Cierra los ojos esperando seguro que yo grite un ¿Qué?
—Pensé que era algo grave — sigo preparando mis cosas.
—Siena el sitio es muy estricto, mi amiga nos consiguió entradas gratis porque se está saliendo con un amigo del dueño — interesante.
— Sigo esperando el problema — chilla frustrada.
— Que no sos mayor Siena — saco mi teléfono y se lo doy.
Me mira con sus ojos bien abiertos y luego frunce el ceño.
— ¿Cómo hiciste esto? — me coloco el vestido.
— Regalo de cumpleaños de mi madrina — abre la boca mega sorprendida.
— A veces me pregunto a qué se dedican tus familiares porque siempre te regalan cosas geniales y tus papás son muy sencillos — me encojo de hombros.
— Yo no pregunto, solo disfruto los regalos — sonrío y saco los maquillajes.
—Entonces podemos entrar sin problemas, no dejas de sorprenderme Siena — presumo moviendo mi pelo.
Mel es una amiga increíble a pesar de la edad que, nos llevamos congeniamos muy bien.
.....
Entramos al club, lujoso, impecable, mi documento alterado, lo sé es ilegal; pero no lo notaron en absoluto.
El lugar está lleno de personas muy bien portadas.
— Esto es genial, me pondré muy ebria y podré ligarme a muchos, todos tienen dinero — Mel grita sobre la música y solo me sonrío porque está loca.
Por mi parte no tomaré nada de alcohol, nunca tomo, ni una gota.
Nos acercamos al grupo de amigas de Mel, las cuales conozco de otras veces que salimos.
— ¡Oh mi good! — empiezan a señalarme y solo puedo reír.
Me doy una vuelta presumiendo y levanto las manos.
— Si son discretas lo agradezco, no pregunten como, pero estoy aquí — menciono mientras saludo a todas.
Me siento en la barra y pido una soda.
— ¿Qué hacían? — Pregunta Mel a sus amigas.
— Acosando con los ojos a un chico que es como el fruto prohibido del lugar — dicen con un tono jocoso.
Las miro curiosa, bueno, lo prohibido es vida, ¿no?
— ¿Fruto prohibido? — Pregunta Mel.
— Sí, lo estuvimos observando desde que llegamos, rechazo a todas las mujeres que se le acercaron, una más hermosa que la otra, con clase, distinguidas, pero las espanta — Presto atención a su conversación porque me da curiosidad.
— ¿Entonces están apostando quien va? — dice Mel divertida.
— Deberíamos ¿no? O sea, apostar dinero a ver quien lo puede conquistar se lo lleva — eso me gusta.
— Yo voy — digo sin pensármelo.
Apuesta, dinero. A mi juego me llamaron. Amo jugar y amo ganar, soy mala perdedora porque siempre gano.
— Ay Sienita, no creo que quieras perder de una forma tan humillante — lanzo una risa y acomodo mi pelo.
— ¿Cuánto gano? — pregunto parándome frente a ellas lista para ir.
Se miran, me observan. Están dudando.
— Si llegas a tener la suerte de que te hable por más de 5 min te damos mil cada una — dice Mel mirando a las demás que se miran para luego reír.
— Sí, te damos mil cada una — dicen las demás al unísono.
— Trato, es una apuesta — no me lo pienso.
Camino acercándome al supuesto fruto prohibido.
Castaño, lleva puesta una chaqueta de cuero y está sentado de una forma muy relajada pero culta.
Solo 5 minutos ¿Qué puede salir mal?
— Hola — no lo pienso, solo me siento sin preguntar.
Él me mira extraño.
— Estoy cansada de la gente ebria ¿No estás ebrio, verdad? — me mira con detenimiento.
Su mirada es intensa y sin poder evitarlo una rara sensación invade mi cuerpo.
— No te invite a sentarte — lo observo fingiendo confusión.
— No pregunté, soy Siena — estiro mi mano, pero él no la toma — ¿Vas a decirme tu nombre? — no contesta — Que lastima, mejor me voy, ni siquiera conversa la gente en este lugar — voy a levantarme.
— Soy… soy Edward — lo miro fijamente.
— No tenés cara de Edward.
— Vos tampoco de Siena — sonrío y ruedo los ojos.
— Por favor, si tengo cara de Siena, obviamente sí, es… — no puedo evitar reírme — No tengo cara de Siena, pero… es un nombre lindo... es como...
— ¿Cómo el Fiat Siena? — chillo porque eso justo no.
— La verdad que mejor, no tengo cara de Siena, pero vos tampoco de Edward — solo sonríe y es... es atractivo.
— Es cierto, no me va mi nombre.
— Deberíamos cambiarnos los nombres, para que encajen bien, ¿no? — me mira extrañado.
— Y como me llamaría ¿Yo? — pregunta arqueando una ceja.
— Mmm, no lo sé, lo dije porque me pareció divertido, pero ahora no lo sé — comienzo a reírme a carcajadas.
Él solo se ríe de forma sutil.
Es lindo, tiene una bonita sonrisa, se ve maduro, pero no en extremo varonil, tiene unos labios...
¡Ay por dios, no debo mirar a los hombres de esa forma! Pero... no sé qué me pasa.
— ¿Qué te hizo acercarte a hablarme? — pregunta con mucha curiosidad.
— ¿Aburrimiento? No lo sé, solo te vi y necesitaba sentarme lejos del ruido — me encogo de hombros — No lo tomes personal, fuiste una simple escapatoria del ruido — menciono divertida.
— Una simple escapatoría, interesante — tomo de mi soda y se acerca una mesera dejándonos una carta en la mesa.
— Oh, ahora pensará que yo comeré acá — digo nerviosa levantándome.
— Espera, te vas así sin más, llegas, me haces reír y cuando estoy disfrutando la compañía te vas — miro la mesa y lo miro a él.
Es demasiado atractivo y no soy de las que se cautiva, pero… lo veo mirarme con preocupación y tengo ganas de quedarme.
— Es que… no me gusta la comida de estos lugares, qué suerte si a vos sí, pero yo no tengo intenciones de pagar tanto por algo que no me guste — me mira sin entender.
— ¿Te invito? — niego y tomo mi soda que deje en la mesa.
No me gusta aceptar dinero de los demás nunca.
— Prefiero ir a un MC donals siendo honesta— digo riendo.
— Y vamos — lo miro seria y confundida.
No se ve como alguien que fuera al Mc donals, además....
— ¿Ahora? Apenas te conozco, además dejar esta fiesta por... un Mc Donalds, no lo sé, yo...
— Soy Edward, tengo 23 años, no tomo alcohol y soy consciente al conducir, mis intenciones son salir de esta horrible fiesta desde que llegue — acaricia su incipiente barba pensativo — Sos la primera que se me acerca sin coquetear y la verdad que lo mejor del día sería comer una hamburguesa con una desconocida, lo cual no sos, se tu nombre — dice muy tranquilo mientras se levanta dejando dinero en la mesa.
— Yo... — La vida está definida por estos pequeños momentos y… hay que ser arriesgado en la vida. — Vayamos a comer hamburguesas — no pierdo nada y él… me cae bien.
Comienzo a caminar pero él no.
— Tu presentación formal Siena — me mira con una sonrisa de lado que no mentiré. ¡Me gusta!
¡Maldición, tendré que mentir!
— Siena, tengo... — lo hice mil veces una más no hace la diferencia ¿no?
– Tengo 19 años.