Salimos de mi cuarto y caminamos hacia uno que está justo a dos habitaciones de distancia. Al abrir la puerta, se revela un cuarto encantador, decorado con colores suaves de rosa, morado y blanco, con detalles de mariposas, arcoíris y figuras llenas de vida. La cama es enorme, cubierta con sábanas blancas inmaculadas, rodeada de peluches y muñecas. En una esquina, hay una colección de juguetes, muchos más de lo que cualquier niña podría pedir. -¡Qué lindo! -dice Trixie, con los ojos tan grandes como platos, admirando su nuevo espacio. Yo solo río, sintiéndome feliz por ella. -Es todo tuyo -le digo, con una sonrisa sincera mientras ella da un paso adelante y, con los ojos llenos de lágrimas, me abraza con fuerza. -Gracias -susurra, con la voz quebrada, como si no pudiera creer lo que es

