bc

LA ESPOSA SECRETA DEL CEO MALDITO

book_age18+
17
FOLLOW
1K
READ
revenge
dark
forbidden
friends to lovers
badboy
heir/heiress
drama
city
office/work place
enimies to lovers
superpower
like
intro-logo
Blurb

La vida pacifica de Victoria Doe llega a un abrupto final cuando su marido, CEO de una empresa en disputa, aparece luego de 5 años sin ningún contacto con ella. Con un matrimonio que condicionaba una vida normal para ella, lejos de él, a cambio de un "favor futuro", Victoria se ve arrastrada a tomar su papel de esposa y cumplir el "favor" por el que se casó: darle un hijo a su marido.

chap-preview
Free preview
CHICA DE COMPAÑIA
Esa era mi oportunidad. Sí todo salía como había planeado, podría escapar de mi repugnante empleo. Solo tenía que hacerlo bien. Obtén de él todo el dinero que puedas, y quizás finalmente puedas dejar este trabajo. Con esa voz en mente, había pasado una semana completa viajando del brazo de un hombre apuesto pero indiferente a mí, que unicamente me veía como un objeto de lujo que habia rentado, y no se equivocaba. Él había pagado por mí, para tenerme por una semana y ser su bonita pero silenciosa acompañante en viajes, lujosas fiestas y exclusivas reuniones laborales. Yo era una chica de compañia, una escort de agencia que ofrecía diversos servicios. Conversación. Acompañamiento. Todo a cambio de una elevada remuneración economica. Incluso ofrecía intimidad, sexo, placer... sí el cliente podía darse el lujo de pagar el precio. Aunque hasta el momento este cliente no me había tocado. No había puesto un dedo sobre mí, ni siquiera una mirada o una palabra más allá de lo estrictamente necesario. Sus amigos pagarón por ti, no él, así que no cruces la linea. Acaba de perder a su pareja, está herido pero no busca consuelo, así que no intentes ganarte su simpatía. Recordé las palabras de la jefa de la agencia, mientras miraba al cliente quitarse de los puños de su caro traje un par de gemelos de plata. La celebración había terminado; estabamos devuelta en el hotel donde nos hospedabamos. —Ven aquí. Me habló sin verme, como siempre hacía. Y, como siempre, yo avancé obedientemente hasta llegar a él. —Quitala —me tomó de las muñecas y me hizo tocar la corbata de corte inglés y sólido color n***o que yo misma le había ajustado horas atrás. La tela era seda pura. Igual que el pañuelo en el saco. Sin abrir la boca y bajo su aprehesiva supervisión, comencé la complicada tarea de quitarsela, apenas tocándolo. Como ya había aprendido eso con otros clientes, hice un trabajo cuidadoso, perfecto y obediente. Cuando terminé, la doble en mis manos y se la ofrecí con una cortés sonrisa. —Gracias —la tomó y se alejó de mí para quitarse el resto del traje—. Es tu ultima noche conmigo, supongo que debo agradecer tu compañia. Lo miré en silencio. El cliente, de unos 25 años, era diferente a la mayoría; era inusualmente atractivo, alto, de piel olivacea y con ojos intensamente grises, bordeados por una poco usual franja oscura. Su cuerpo, de caderas estrechas y hombros amplios, parecía bien proporcionado, consecuencia del estricto ejercicio diario. —Gracias a usted... por escogerme como su acompañante —mis palabras fueron bajas y amables, pero sin autentico agradecimiento. Tragué saliva, mirando cómo finalizaba quitándose un costoso reloj Armani de su muñeca, para ponerlo en su estuche. Era muy adinerado. Durante esa semana ese hombre me había llevado a Roma a un viaje de negocios, habíamos cenado en restaurantes sumamente lujosos en la costa de Italia y nos habíamos trasladado en coches deportivos por toda Europa. Pero nada en ese viaje era placer para él, solo trabajo y negocios que yo nunca comprendería. Necesitas el dinero, ¿no te colocarón aquí para obtenerlo? Estarás con él por una semana, lo acompañaras en todo momento y volverás. Con suerte habrás ganado mucho dinero. Lo que te compre, guardalo. Con las palabras de mi compañera en mente, bajé los ojos a la bonita pulsera que el cliente me había regalado. Era parte de una pequeña colección de regalos suyos. Joyeria muy cara que compró para aparentar que yo era de su mismo estatus economico y social, y no una simple escort; una chica que pagaba renta y tenía poca ropa bonita. Sí vendía las joyas que me había obsequiado, ¿cuantos miles podría obtener? —¿Necesitas algo más? —su pregunta pareció una insinuación para que me fuera de su habitación. Alcé los ojos a él. Esa era mi última noche a su lado. Y sí, necesitaba algo más de él: dinero. Tenía 2 años trabajando en una agencia de escorts porque estaba endeudada con un tipo hasta el cuello, él mismo me había colocado allí por la jugosa paga, pero yo odiaba ese trabajo. Lo odiaba con mi alma y haría lo que fuese necesario para liquidar esa deuda y escapar. —Antes de irme, ¿no necesita... nada más de mí? —mi voz fue frágil, pero mi insinuación descaradamente clara. El cliente lo entendió, pero se limitó a mirarme. Yo, en cambio, para aligerar la tensión que había nacido gracias a mí, salí de la habitación y volví con un vaso lleno de brandy. Lo bebí hasta la mitad antes de exhalar y acercarme a ese hombre. Le pasé las palmas calientes por el pecho, alzando el ruborizado rostro y poniendo una media sonrisa. —Es extraño que te me ofrezcas en tu ultima noche de trabajo —preguntó, receloso de mí—Todo este tiempo has actuado con educada distancia, hablas lo necesario y apenas puedes, te alejas. Aunque su voz destilaba aguda desconfianza, su rostro se inclinó sobre el mío y ambas manos terminarón en mis caderas. Mi cuerpo desnudo estaba apenas cubierto por un delgado vestido de seda, pero terminó apoyado en el suyo, y cada parte encajó en el otro como pieza y molde. Con tensión, me sentí encajando en su pecho. —Hasta ahora, señorita Angela, había una marcada franja laboral entre tú y yo... —Mi nombre real es Victoria, señor —musité, llevando una mano a su nuca, para acercarlo mucho más a mí. Su bonito rostro se frunció al notar lo atrevida que me estaba volviendo. Pero yo no perdí tiempo. Recuperé el vaso de brandy y lo acerqué a su boca. Aún mirandome con desconfianza, él bebió el resto y cerró los ojos un momento, mientras el ardiente alcohol bajaba por su garganta. —Bien, Victoria, no puedes arrepentirte —dijo, antes de darme una vuelta y tumbarme en gran cama. Lo miré desnudarse a los pies de la cama, arrancandose cada prenda con movimientos rápidos y rudos. Despues trepó sobre mí y sonrió con cierto jugueteo. —Es una buena forma de despedirnos —tocó mi sonrojada cara y mis labios—. No creo que vaya a necesitar sus servicios nuevamente. Tal vez quería él ser lento y amable, pero yo no. Yo fuí quién lo besó primero. Y lo hice lo mejor que pude, restregando cada parte de mi cuerpo contra el suyo. Acaricié su pecho, su espalda y marqué mis uñas en esa piel. Y él no espero ni un segundo más. Me tomó en ese momento, sin palabras de amor y sin ninguna caricia preliminar. Fue sexo en su forma más pura. Durante toda esa noche, nos volvímos solo dos cuerpos ansiosos del otro, y nada más. A la mañana siguiente, antes de que el sol asomará y él despertara, yo lo hice primero. Lomiré dormir boca abajo a mi lado, con las sabanas cubriendole las caderas y con su espalda marcada por mis uñas. ¿Quieres dejar de ser escort? Encuentra algo de valor y tomalo, Victoria. A hombres como ese lo que les sobra es el dinero. Sí reunes lo suficiente, podrás tomar tus cosas y dejar la agencia para siempre. —Perdoneme. Salté de la cama como un resorte y, en el mayor silencio, rebusqué en sus maletas como una vil ladrona. Saqueé las pertenencias de mi cliente y tomé todo lo que pudiera tener valor, incluido el reloj Armani. Mientras le robaba, me sentí terrible, como basura. Pero no frené ni devolví nada. No podía. Yo necesitaba su dinero, todo el que pudiera tomar. Sí quería abandonar ese empleo como acompañante ya mismo, necesitaba pagarle a quién me había sumido allí. Mis manos temblarón cuando salí del hotel con las manos llenas y una pequeña maleta de mano. Caminé por las calles, alejándome. Tenía dinero, joyas y ropa cara que podría vender. Sin embargo, no llegué lejos. A solo unas cuadras, un policia me detuvo. No tuve que preguntarle la razón. Él me quitó todo antes de empujarme al interior de la patrulla. Y allí estaba mi cliente, desaliñado y enfurecido. Con la mandibula rigida y una mirada de mil demonios, irradiaba ira pura. —Creíste que sí dormía contigo, ¿yo caería en un sueño profundo y tú podrías saquearme a placer? Temblé cuando esa mirada gris me atravesó. Estaba furioso y con justa razón. —Disculpeme. ¡Es que yo...! —Dejaré que te largues, es todo. Abrió la puerta con un brusco empujón. Pero yo no salí. A esas alturas seguro ya estaba despedida de la agencia. —¿Qué esperas? ¡Vete ya! Me miré las manos mientras mi corazón comenzaba a latir con alarmante rapidez. Sí volvía sin trabajo ni dinero, aquel hombre me desollaría viva. —En ese caso, que la policia se encargué de ti —dijo con molestia y se dispuso a salir de la patrulla. Fue entonces que reaccioné y tomé su brazo. Lo detuve con una mirada aterrada y una petición descarada. —Por favor, no lo haga —me aferré a su camisa y él se quedó de piedra, mirándome perder el control—. No quiero regresar. Quiero quedarme... con usted. ¡Se lo ruego! Sabía que no tenía derecho a pedirle tal cosa, pero llevaba dos años en esa agencia, acompañando a todo tipo de hombres, y estaba agotada. Ansiaba otra vida. Una muy diferente. Una vida especial. —Debiste estar desesperada como para atreverte a robarme —su voz y mirada cambiaron a la vez que mis ojos se llenaban de lágrimas. Pareció interesado—. Si acepto llevarte conmigo, ¿harías por mi cierto favor?

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

30 Days to Freedom: Abandoned Luna is Secret Shadow King

read
315.3K
bc

Too Late for Regret

read
322.1K
bc

Just One Kiss, before divorcing me

read
1.7M
bc

Alpha's Regret: the Luna is Secret Heiress!

read
1.3M
bc

The Warrior's Broken Mate

read
145.3K
bc

The Lost Pack

read
441.1K
bc

Revenge, served in a black dress

read
154.1K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook