Desde el punto de vista de Julius, levanté la vista del teléfono en cuanto Estrella apareció frente a nosotros. Me dedicó una sonrisa tímida antes de dejar la cuenta sobre la mesa.
Extendí la mano para agarrarla justo cuando ella la retraía y al instante sentí las chispas. Me di cuenta de que ella también las sentía.
Resistí el impulso de tocarla en ese mismo instante. No miré más allá de su escote, temeroso de perder el control si veía su cuerpo perfecto. Supe que era humana por su aroma. Pero eso, sin duda, no me detendría.
«Estrella, ¿podrías venir un momento?», dijo alguien detrás de ella. Apreté la mandíbula al darme cuenta de que era un hombre, de unos 30 y pico. Me miró con aire de disculpa antes de disculparse.
La forma en que la miraba me puso nervioso y sentí que mi lobo, Maximus, empezaba a emerger. ¡¿Cómo se atreve ese macho a mirar lo que es mío?! El deseo de reclamarla me quemaba por dentro, haciendo que mis caninos se extendieran.
—¡Eh, Julius, cálmate! Parece que estás a punto de perder el control. Salgamos de aquí antes de que te transformes delante de toda esta gente —dijo Xavier con un dejo de diversión en la voz.
Suspiré. No quería dejarla, pero sabía que debía hacerlo o haría algo de lo que me arrepentiría. Era conocida por dejarme llevar por mi temperamento.
Garabateé una nota para Estrella en un trozo de papel, puse dinero, incluido un pequeño detalle para mi sexy amiguita, y me levanté de mi asiento.
Mirando alrededor del pequeño restaurante, estaba seguro de una cosa: definitivamente regresaría para tomar lo que era mío.
Estrella , me desplomé en la cama. ¡Hoy había sido un día muy largo!
No pude evitar pensar en el sexy desconocido del restaurante. Por mucho que lo intentara, no podía sacármelo de la cabeza.
Me sentí atraída por él al instante en el momento en que hicimos contacto visual. ¡Las mariposas en el estómago al pensar en él eran insaciables!
Fue entonces cuando la realidad se impuso.
No había forma de que él sintiera lo mismo.
Para empezar, era un completo desconocido.
Dos, ¿por qué carajo estaría interesado en una chica de restaurante de aspecto normal?
Comparada con él, yo no era nada. No tenía el físico de una supermodelo como todas las chicas de las revistas. Era simplemente la vieja Estrella Gordon.
Éramos polos opuestos. La idea de que se enamorara perdidamente de mí era bastante descabellada, pero eso no significaba que una chica no pudiera soñar, ¿verdad?
Suspiré antes de apagar las luces, cerrar los ojos y dejar que el sueño tomara el control.