Las lágrimas saltaban de mis ojos, como si anhelaran la libertad que solo un corazón sincero puede ofrecer. Nunca en mi vida me habían dicho algo así. Lo amo, lo deseo, lo quiero; es una parte tan importante de mí que no puedo evitar preguntarme: ¿me quiero casar con él? Claro que sí. Es tan asombroso que, aunque el miedo me abrume, sé que mis sentimientos se intensifican con cada latido. Quiero pasar cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año con él. Anhelo tener hijos a su lado, quiero que robe mis risas, que me haga enojar con sus travesuras, que me ame de una manera que me haga sentir plena, que sea fiel y me elija siempre. Lo quiero todo; lo quiero a él. —Am... yo... sí, Donovan, quiero casarme contigo. —Las palabras fluyeron de mis labios, liber

