En la distancia en el sendero que se internaba en el bosque se podía ver a una pareja caminando, la mujer que iba al frente caminaba con mucho ánimo, tanto que iba tarareando, la mujer que caminaba detrás parecía que se dirigía a su propia decapitación.
No podía creer que tuviera tan mala suerte, por años la suerte estuvo de su lado hasta hace una semana, Fárfara maldecía su suerte, no solo la habían atrapado en la cama con el terrateniente, quién al parecer estaba casado, ella ya lo sabía, pero fingió no saberlo, así era más cómodo.
Después del ridículo juicio que hicieron los humanos fue condenada a recibir cincuenta azotes, casi se pone a reír ante semejante castigo, castigo que elevó una ola de indignación entre algunos y aprobación entre otros, a ella cincuenta azotes no le servirían más que para dormir algo incómoda por varios días, pero tenía que aparecer la bruja.
Mientras la muchedumbre hacia alboroto en la plaza del pueblo, una mujer alta de casi metro noventa, vestida con un vestido vaporoso de color miel se abría paso con facilidad entre los pueblerinos.
En ese momento sobre la tarima el terrateniente estaba soportando la humillación de que le afeitaran la barba frente a todos, castigo que se aplicaba a los infieles según la ley, las mujeres debían quedar con la cabeza rapada.
Un testigo de última hora aseguró que la acusada, fue vista saliendo al amanecer de la casa de otros caballeros, por lo que el juez dictaminó azotes, Fárfara no negó nada, le gustaba su cabello como para dejar que se lo afeitaran por un simple terrateniente.
La bruja caminó hacia el juez y conversó con él, cuando le tocó el turno a Fárfara de recibir su castigo, el juez cambio la sentencia.
— La acusada será enviada a cumplir su redención con la Dama de las mariposas, bajo su guía se convertirá en una mujer respetuosa de la ley y del lecho ajeno.
La muchedumbre empezó a aplaudir, Fárfara vio horrorizada como le quitaban las cadenas del poste al que la habían atado y se le entregaban a aquella Dama, una bruja, eso es lo que la famosa Dama de las mariposas era.
Fárfara intentó protestar, pero su voz desapareció, vio la sonrisa gentil de la mujer y supo que estaba condenada, los brujos son muchas cosas, pero gentiles no lo son.
La bruja debió ver quién es en realidad, acabaría como todos los demás, en un frasco, como una poción o si tenía mucha, mucha suerte a lo mejor muriera convertida en polvo en ese mismo lugar.
La bruja tomó la cadena y se la llevó del pueblo, llevaban caminando más de una hora, la bruja no le había dicho ni una sola palabra.
Fárfara le escuchaba tararear una canción, no reconoció la música, ella no es culta ni estudiada, debía sobrevivir por lo que nunca tuvo ningún interés en nada que no le produjera alguna ventaja para escapar con vida y el chantaje era el mejor método para sobrevivir.
Dentro del bosque de detuvieron en lo que podía ser denominado una adorable casita, Fárfara soltó un suspiro de asco al ver las ventanas pintadas de rosa y el jardín con conejos de barro.
La bruja la guió al interior y le quitó las cadenas, con voz dulce dijo:
— Lamento que tuvieras que caminar con las cadenas, fue necesario o alguien sospecharía.
— Mátame pronto, bruja, acaba conmigo porque no pienso darte el gusto de gritar mientras me torturas.
— Mi pobre mafarki, no te rescate para hacerte daño, te traje para cuidar de ti, mi nombre es Cleome.
Fárfara abrió los ojos con espanto, la bruja sabía lo que es ella y decía que quería cuidarla, ella no era tan ingenua para creerle, le dio un empujón y corrió hacia el bosque.
La bruja no le siguió, Fárfara corrió y corrió y corrió, no importaba hacia donde corriera ni que tan rápido lo hiciera terminaba otra vez frente a la cursi y adorable casa de la bruja.
Con un grito de rabia se lanzó al piso, estaba atrapada, Cleome abrió la puerta y dijo con voz suave:
— Te preparé el baño, ve a asearse antes de comer.
La mafarki torció los ojos, al parecer había caído en manos de una bruja demente, una vez más maldijo el momento en que decidió acostarse con el terrateniente, debió acostarse con el juez, al menos así hubiera tenido una buena noche y en ese momento estaría sacando algún provecho a la información del juez y no jugando a la casita con aquella bruja.
.....
El agua corría con fuerza por debajo de una edificación tan extraña que más de un visitante había considerado que se mantenía en pie gracias a la magia, las aspas de molino que el agua movía con ímpetu servían para activar tornos y mantener el fuego de decenas de calderas, el sitio era conocido como la Casa de los Molinos.
Un grupo de brujos vivía en ese sitio se hacían llamar la Cofradía Seuraaja entre los sobrenaturales, ante los humanos eran un grupo de investigadores huraños a los cuales era mejor tener lejos.
El jefe brujo Eldgammel observaba con detenimiento el vapor de los calderos elevarse, sombras de colores de movían entre las nubes de vapor, llevaba más de una hora contemplando la visión que le habían encargado, era la tercera visión desde que ascendió a jefe brujo, una cada cien años.
Los vampiros son terriblemente meticulosos y obstinados, hace tres mil años un híbrido apareció en un nido de vampiros, uno de los nidos más grandes de esa época y vaticinó que la luna se convertiría en una mujer de carne y hueso, caminaría por la tierra de los humanos buscando seres dignos de ella.
Desde ese día cada cien años los vampiros comienzan una cruzada en busca de la luna con el objetivo de convertirla en su reina, y cada cien años acuden a los brujos para que les declaren lo que ven con su magia acerca de este tema.
El jefe brujo Eldgammel miraba molesto los vapores, al igual que hace cien años y los cien años anteriores, los vampiros habían ido a buscar su ayuda y nunca les negaban la visión.
Los vampiros son muy generosos con sus pagos, solo que en esta ocasión no había nada que ver, nada ni una pequeña voluta de humo que pudiera usar para decirles lo que fuera a los vampiros.
Los vampiros esperaban en los balcones superiores, la torre de lectura mágica era una habitación circular, tres pisos de balcones rodeaban las paredes y en el centro estaban los calderos, el vapor se elevaba hasta salir por las rendijas situadas debajo del techo de cristal labrado.
Arulás observaba desde el fondo, no estaba de acuerdo en contactar con ese grupo de brujos, nunca les habían dado ninguna pista útil, a su jefe le tenía sin cuidado su opinión y llevaban una hora en aquel lugar hediondo, caliente y poco elegante esperando a que el brujo dijera algo.
Con un gruñido de fastidio se escabulló hacia el exterior, ya había anochecido, se acomodó la capucha de su capa de kyoran y se detuvo a contemplar la luz de la luna, vio a una bruja gruesa entrar a la sala con una cesta de hierbas recién recogidas y frunció el ceño, al parecer el precio de la lectura aumentaría.
Media hora después el vampiro escuchaba un alboroto dentro de la sala, con otro gruñido molesto regreso a su lugar antes de que alguien se diera cuenta de que se había marchado.
Al entrar escuchó los cuchicheos de los demás:
— Una mujer joven, perfecto, espero que sea bonita.
— La luna siempre es hermosa, claro que lo será
— Lobos, ¡bah! siempre husmeando donde no deben.
— ¿De qué hablas? no ha nombrado a los lycans.
— Dijo que se elevará la voz a la luna, no necesariamente quiere decir que es un lobo aullando.
En ese momento el jefe brujo Eldgammel retomaba su lectura, su voz resonaba a todo lo largo de la sala:
"... la luna tomara su fuerza y sus ojos podrán ver más allá de la muerte..."
Los cuchicheos se renovaron, Arulás frunció el ceño molesto, los vampiros a su alrededor zumbaban de tal manera que no le permitían escuchar las palabras del brujo, el jefe brujo Eldgammel tenía la mala maña de hacerse el misterioso y bajar su tono de voz en ciertas partes de su lectura.
"... la magia en su sangre encontrará su refugio en la luna y su poder será más grande que ninguno visto antes..."
«Maldición» pensó Arulás apretando los puños, solo esperaba que para variar alguien en su nido fuera lo suficientemente sabio para evitar que la luna les fuera arrebatada por los brujos.