AMAYA Nico y yo teníamos laboratorio, así que me sumergí en las prácticas, intentando que la concentración silenciara mi mente. Durante toda la clase, él estuvo pendiente, atento como siempre. Pero al salir, justo cuando pensaba que tendría una tarde tranquila, lo vi. Tucker. Bajó del Lamborghini como si fuera parte de una película. Sonrió al verme y caminó hacia mí con paso firme, sin importarle la gente alrededor. Me abrazó sin permiso. —¿Qué mierda haces aquí? —pregunté en cuanto logré separarme. Antes de responder, me besó. Rápido, seguro, como si tuviera derecho. Me aparté otra vez, con más fuerza. —¿Tucker? ¿Qué haces aquí? —Me perdonaste —dijo con esa voz arrogante disfrazada de ternura. —¿Qué? ¿Cuándo? —pregunté, sintiendo que todo el mundo giraba. A mi lado, Nico, Vale

