AMAYA Despierto antes de la alarma, con esa sensación de haber dormido a medias, como si la cabeza hubiera seguido conversando sola toda la noche. Miro el techo, cuento lineas que no estaban ayer o que ayer no vi. La pantalla del teléfono marca 6:02. Decido no posponer nada: “tres cosas”, me digo. Tres cosas pequeñas que se puedan terminar hoy. Lo escribo en una nota adhesiva y la pego en el espejo: correr 20 min, revisar optativas con asesoría, terminar registro de cultivos. Debajo, una línea extra que no es tarea, es súplica: respirar. El agua fría de la botella me despierta más que el teléfono. Me pongo los tenis, el suéter con cierre y salgo. El aire de la mañana tiene ese filo limpio que raspa rico. Cuando empiezo a trotar, mi cuerpo protesta veinte pasos y luego se entrega. Las pri

