ZAYN Me recuesto en la cama, aún con la respiración desacompasada. Su cuerpo sigue sobre el mío, suave, tibio, pegado. Me arde cada músculo, pero no en un mal sentido. Ella está ahí, enredada conmigo, y por un momento, juro que el mundo podría detenerse y no me importaría. Amaya se mueve apenas, sus caderas se separan de las mías y siento cómo dejo de estar dentro de ella. Mierda. Todavía siento cada contracción, cada latido, como si mi cuerpo siguiera reviviendo cada embestida. —¿Cinco veces? —murmura con la voz ronca, divertida, pero exhausta. —Cinco gloriosas veces —respondo con media sonrisa, todavía sin aire—. Voy a necesitar suero intravenoso si me pides una sexta. Ella se ríe bajito. Y luego se hace un leve silencio. —No usamos protección… —dice con un tono más serio, bajando

