AMAYA Desperté con la piel erizada y una sensación tibia deslizándose por mi espalda. Las caricias de Zayn eran suaves, tiernas, como si recorriera mi cuerpo con la intención de despertarme con amor y deseo al mismo tiempo. Sentí sus labios en mi hombro, luego en mi cuello, y un suspiro escapó de mis labios antes de que pudiera siquiera abrir los ojos. Su mano subió lentamente desde mi cintura hasta el borde de mi pecho, acariciándome con una delicadeza que contrastaba con la tensión creciente en el ambiente. No necesitaba mirarlo para saber que me observaba, que sus ojos estaban fijos en mí como si fuera lo único que existía. Me giré un poco, desnuda entre las sábanas, y lo vi. Ese rostro que amaba. Esa sonrisa ladina que se formaba en sus labios cuando se sabía culpable de querer más,

