AMAYA Elías se quedó mirando desde fuera de la camioneta con el ceño fruncido. Había algo en su expresión que no me gustó nada. No era enojo… era sospecha. —¿Por qué carajos huele a sexo aquí? —soltó con desparpajo, frunciendo la nariz. Zayn soltó una risa burlona, apoyado despreocupadamente en el asiento. —¿Y tú cómo sabes a qué huele eso, virgen? —disparó con una sonrisa torcida. Elías le dio un golpe seco en el hombro, sin gracia. Yo ya estaba saliendo del auto, con el corazón latiendo a mil, sintiendo que el olor de nuestra locura seguía impregnado en mi piel. Me recogí el cabello mientras Zayn respondía con calma: —Se la presté a Ethan un rato. Seguro fue él. Elías alzó una ceja, todavía escéptico. —Pues dile que la próxima use un motel. Esto ahora huele... intenso —gruñó, s

