Permanecía en silencio, mis ojos fijos en Steffan mientras intentaba procesar cada una de sus palabras. Mi corazón aún estaba dividido, pero algo en mi interior me decía que, aunque todo esto parecía irreal, no estaba mintiendo. Sin embargo, no podía dejar que mis sentimientos dictaran mis acciones tan fácilmente. La duda seguía ahí, una sombra que se negaba a desvanecerse por completo. —Lo siento… —dije finalmente, con la voz quebrada. —No sé si puedo confiar en ti. Todo esto es demasiado… complicado. Steffan, al ver la lucha interna en mi rostro, se acercó más, pero sin apresurarse, como si temiera que cualquier movimiento en falso me asustara más. Su mirada era intensa, pero llena de una calma que contrastaba con la tormenta de emociones que se desataban en su interior. —Entiendo… —m

