1⸙

3095 Words
Ya no estaba a mi lado, pude volver a respirar. Todo había pasado demasiado rápido. Estaba agitada, mi pecho subía y bajaba frenético, como si hubiera estado corriendo ¿Qué había sido todo eso? Abro la puerta con manos temblorosas, era la primera vez que me pasaba algo como esto, ni con Alex. No pienses en él tienes que olvidarlo. Quería asegurarme de que no me volviera a pasar, no permitiría que me utilizaran una segunda vez, tenía que idear un plan, para controlar mis malditas hormonas.   - Suerte con eso- ríe mi conciencia. - Te recuerdo que haces parte de mí- digo sarcástica. - y yo te recuerdo, que no me interesa- las dos rodamos los ojos al mismo tiempo.   Eso hacía que la situación se volviera peligrosa. Cuando algún hombre se atrevía a comprarme, terminaba tratándolo de la peor manera, no duraba ni cinco minutos a mi lado porque lo volvía loco, así que me devolvía a la academia  cambiándome por otra. Así había durado seis  años después de lo que pase con Alex, habían pasado seis años, el tiempo pasaba rápido y  no permitiría que el chico de ojos turquesa cambiara eso. Camino por los pasillos concentrado, ingeniando un plan, tenía que hacer que me devolviera a la academia así seguiría con mi libertad, por su comportamiento solo le interesaba una cosa, así que creo que no sería difícil. - ¿Anastasia? Daniel, me miraba confundida, era una chica rubia de ojos oscuros, tenía dieciséis años, era la más joven, y la más emocionada con respecto a esto. Había ingresado a la academia por manos de  su padre, dueño de los mejores hoteles de San Francisco. Ninguno de sus socios había aceptado casarse con ella, porque era muy buena dejándolos en la bancarrota. Contaba con un espíritu aventurero, libre y rebelde, así que  la ingresó a  la academia para que alguien con huevas la comprara, o mejor para deshacerse de ella, una hija que no cumplía sus mandatos. A ella le encantaba, porque tendría a una próxima víctima, así conseguía el dinero suficiente para salir de todo esto y vivir la vida que quería. - ¿No deberías cambiarte? Me agarra fuerte del brazo y nos dirigimos a los cuartos. - te están esperando... Tu comprador no es que sea muy paciente Suelto un bufido molesta, Daniel voltea a mirarme y suelta una carcajada. - ¡Pero si es muy guapo! Se justifica.   - ¿Y eso qué? No le quitaba la parte de egocéntrico- dice mi conciencia con fastidio.   - Es un imbécil... Entramos a mi habitación, y saca una de las maletas, sin borrar su sonrisa de burla, ruedo los ojos sentándome en el borde de la cama. Empieza a guardar mi ropa en una maleta. La observo de reojo, estaba concentrada en su trabajo, voltea a mirarme  y me sonríe  con tranquilidad. - ya verás que te divertirás... No es tan malo Se sienta a mi lado, y me abraza. - te extrañaré - ¡pero si voy a volver! - digo segura, siempre lo hacía. Me mira sobresaltada, mordiéndose el labio inferior mostrando signos de nerviosismo.  - ¿Qué? - voy a hacer que me devuelva a la academia- dije tranquila, terminando  arreglar la poca  ropa  que faltaba en la maleta. - ¡¿Estás loca?! Sus ojos oscuros me miran preocupados. - No lo puedes hacer... Se mueve incómoda, sabía algo que no me quería contar, siempre tenía la misma mirada cuando me ocultaba algo. Daniel era fácil de descifrar. - ¿Qué pasa? - Escuche a la señorita Martínez hablando con Katia, si haces que te devuelvan no te aceptará.... Baja la mirada apenada por haber escuchado conversaciones ajenas. Me siento bruscamente en la cama ¿por qué todo estaba jugando en mi contra? ¿Katia no tenía nada que hacer? Era una de mis compañeras que más detestaba, al igual que Gina, rubias las dos, ¿coincidencia? No creo. -No entiendo - Siempre haces que te devuelvan... Está cansada de eso,  necesita que te quedes con tú comprados para ella poder concentrarse en las más pequeñas. Suspiro y me sobo la sien ahora entiendo su sonrisa de oreja a oreja, tendría que escapar entonces. Sea como sea, tenía que escapar, no era un juguete. Sonrío, me mira con inquietud. - Ni se te ocurra hacer alguna locura. Me advierte. Eso solo hace que mi sonrisa se ensanche, no era de cumplir reglas. La señora Martínez abre la puerta y entra en el cuarto, con ese aire glamuroso y delicado a la vez, pero al igual demandante e intimidante. Ya había empacado todo, me había cambiado de ropa, unos jeans y una blusa con mangas cortas, estaba bien, según mi perspectiva, pero su mirada de reojo me hizo saber que estaba vestida comúnmente como para su aceptación. - Es hora, te están esperando Suspiro con apatía, no quería irme con ese... Pero en esta vida no todo se es a favor de uno, no todos los sueños se cumplen, no todas las ilusiones son aceptadas. Asiento desanimada, y camino detrás de la señora Martínez hacia afuera de las instalaciones, donde me tendría que estar esperando el chico de ojos turquesa. La señora Martínez se despide y me encuentro con... mi ceño se frunce al instante. -Señorita, el señor Street me ordenó que la llevara a su nuevo hogar El señor Street he....no sabe con quién se está metiendo tu jefe. - Mi nombre es John Se presenta abriéndome la puerta del coche, asiento sin contestar, él ya sabía mi nombre, de eso estaba segura. Tendría que encontrar una manera de que el "señor Street" se cansara de mí, o de que me diera mi libertad. Deseaba ser libre, poder hacer las cosas que realmente me apasionaba, poder estudiar alguna carrera, ser ordinaria. Sobre todo eso. Estaba distraída, pensando cómo haría para que me dejara libre, sin devolverme a la academia. No note cuando el coche se detuvo, pero su voz me sacó de mi ensoñación. - El señor la espera Salgo del coche anonada, todo era muy hermoso, el jardín frontal estaba lleno de rosas blancas y hortensia, mojadas levemente por la lluvia. Respiro hondo disfrutando del aroma. John se dirige conmigo hacia las grandes puertas, donde nos esperan dos chicas del servicio, muy sonrientes. Eso me llena de desconfianza, sus sonrisas eran demasiado grandes para mi gusto, no es normal. Frunzo el ceño, molesta, quería salir de aquí. -Soy Marta -Soy Andrea Se presentan justo cuando llego a su lado, John desaparece y yo solo quiero esconderme y salir corriendo, todo era resplandeciente, limpio y organizado. Sonrió forzosamente. - Nos encargaremos de todo Miro todo a mi alrededor, todo demandaba lujo, me sentía incómoda, nunca había estado en un lugar tan.... ¡Dios sálvame de esta! yo lo único que necesitaba mi independencia, poder decidir qué haría con mi vida, y no que alguien decidiera por mí. Andrea se va con mis maletas y Marta me guio escaleras arriba. Ella notaba mi incomodidad. Estaba acostumbrada a los apartamentos, elegantes y ostentosos, nada   grande, pero si lo suficiente para que me visitara mi comprador, la mayoría de veces estaba sola con mucha vigilancia y no podía salir sino pedía “permiso” y cuando lo pedía me lo negaban, los encuentros eran normalmente de madrugada o en las noches, utilizaban mi cuerpo y después se iban. - Tranquila... Abre la puerta de una de las habitaciones que se encontraban en la mitad del pasillo, era sencillo como me gustaba. Una cama al fondo, el closet y algunos muebles y un pequeño anaquel junto a uno de los sofás individuales, que a su lado tenía una mesita con una lámpara, perfecto para sentarse y leer un poco alguno de los libros, que estaba en el anaquel. - Este es tu cuarto- sonríe- espero que se sienta a gusto ¿Acaso no se cansaban de sonreír? Asiento, deja la maleta junto a la cama y me deja a solas. Me recuesto en la cama tratando de relajarme, y sin darme cuenta me quedo dormida. Me levanto sobresaltada de entre las sábanas para poner todo en orden y me doy cuenta de que todo ya estaba organizado...wouw... Eran rápidas y silenciosas, o yo ¿había dormido demasiado? Me acuesto  nuevamente en la cama, estaba agotada había sido demasiadas emociones en un solo día,  miro el techo con pereza y en muy poco tiempo me vuelvo a  quedar dormida. ⸙  Un estruendo, escucho un quejido y,  rápidamente me levanto asustada.   - No salgas de la cama… - ¡Necesito saber que ocurre! - Soy tu conciencia mujer ¡Escúchame! Dejo de prestarle atención.   - Mierda... Algo cae al suelo con fuerza y se rompe. ¿Algún ladrón? - No seas estúpida ¿ladrón con tanta seguridad?- gruñe mi conciencia. - Bueno con más razón no debería preocuparme. - Con más razón deberías quedarte donde estás Anastasia- rueda los ojos. Salgo de entre las sábanas, la curiosidad me mataba, dicen que la curiosidad mato al gato, pero yo no era gato así que menos de que preocuparme. Bajo por las escaleras tratando de no hacer ruido, pero estas chillaban a cada paso que daba. De traje, sin corbata con el pelo revende y desorganizado, los ojos entreabiertos como si le costara. - ¿Señor Street? Hizo una mueca de disgusto, sin levantar la mirada del suelo, hace una ademan con la mano. - Adam... Llámame Adam Levanta la mirada él vidrió echo añicos en el suelo enfrente de él, había dejado caer el florero que estaba en la mesa, este estaba hecho añicos en el suelo. - Es la tercera vez que lo dejo caer- mira los pedazos en el piso molesto. Sus ojos se encuentran con los míos, y sus pupilas se dilatan.   - ¡Corre! - grita mi conciencia, pero estaba en shock, sin poder moverme.   - Anastasia Susurra mi nombre de una forma lenta, como si disfrutara pronunciar cada sílaba. Solo con articular mi nombre me hacía sentir cosas inexplicables, un escalofrío seductor me recorre, y un sentimiento   crece en mi estómago, no entendía que me pasaba. - Ven - No lo hagas- me vuelve a decir mi conciencia. Sus ojos turquesas me miraban demandantes, no aceptaría un no por respuesta, tenían un brillo tentador alarmante,  así que desconfiada, camino hacia él. Tenía el ceño fruncido, las pupilas dilatadas y la mirada oscura, observando cada uno de mis movimientos, cada paso que daba hacia él.   - ¡No eres más idiota porque soy parte de ti! Nunca me escuchas - ¡Cállate! - La meta es deshacernos de él no que caigas en sus redes Suelta un bufido y desaparece.   Me tomó de la cintura con brusquedad, olía a alcohol, whisky en específico. Respira con profundidad en mi cuello, y gruñe, me aprieta más contra él, tomándome del culo.  No podía negar que no me gustaba, pero no debía caer, mi conciencia tenía razón, pero me está constando seguirle a la razón cuando realmente quería otra cosa. - fantástico... - Señor Street creo... Creo que ha tomado demasiado- respiro hondo tratando de que la cordura vuelva a mi cuerpo, y que el nudo en mi estómago desapareciera. Trato de separarme de él, estaba incómoda, la cercanía era demasiada y el roce entre nuestros cuerpos me atontaba; pero solo me aprieta más contra su cuerpo si eso era posible. Sus manos recorrieron mi cuerpo con suavidad, tratando de aprenderse cada detalle de mi anatomía, y mi piel se erizó, no se sentía como siempre, no era la primera vez que acariciaban mi piel, pero pro primera vez sé   ¿correcto? Se separa de mí con brusquedad, dejándole atónita y confundida, agarra una silla y me hace sentar, y me dedicó una sonrisa coqueta, su comportamiento me confunde, pero un así hago lo que me pide. Estaba muy tomado, no podía mantenerse a pie sin doblar el cuerpo un poco para mantener el equilibrio. Me distraigo un momento mirando por la ventana, era bastante tarde todo estaba oscuro, no debía estar aquí. La música empieza a sonar sacándome de mi ensoñación y no entendía qué estaba pasando, tenía que llevarlo a un cuarto, creo que el alcohol lo había afectado bastante, dicen que cuando uno tiene alcohol en el sistema haremos cosas que no haríamos cuando estamos lucidos, y lo estaba presenciando. Me levanto de la silla dispuesta a ponerlo en una cama, se da cuenta de mis intenciones y me vuelve a sentar. - Quieta- se acerca a mí como si me fuera a besar y bajo la guardia; pero esconde su rostro en mi cuello dejando el beso ahí. Va subiendo de a poco dejando pequeños besos por el camino, tira del lóbulo de mi oreja, me vuelve a dar un beso húmedo en el cuello, y siento su aliento allí, muerde con suavidad. - Bailaré para ti No sabía a qué refería con eso y mi cerebro no funcionaba con normalidad, porque si así fuera me hubiera levantado de este asiento hace mucho. Sentí su sonrisa contra mi piel, una sonrisa con algo de burla como si escuchara mis pensamientos dubitativos, aun así no me alejé de sus caricias suaves. Quería tocar, la sensación de querer descubrí su cuerpo me picaba la mano, quería saber qué había detrás de ese traje ¿Qué te está pasando Anastasia? Recuerda que debes buscar escapar. Mierda, sí, pero él estaba ebrio, eso estaba a mi favor, me arrepentiría después hay que vivir el ahora ¿no?. -No....no Me agarra las manos dándome un corto beso en los labios, mientras tira de mi labio inferior. - No podrás tocar- dice dubitativo, él también me desea- Aun no Me sonríe de una manera sensual olvidándome de mi atrevimiento, sus ojos turquesa estaban dilatados, era una mirada que volvería a cualquiera loca. Suelto un bufido desesperada, él no podía ser el único que disputará de todo esto, si me voy a arriesgar quiero que valga la pena. - Quiero jugar Se defiende haciendo un puchero con los labios, y volví a tener ese sentimiento de haberlo visto antes. Niego con la cabeza estás loca Ana, concéntrate. Quería aprovechar, mañana no recordaría nada, así no tendría nada de que arrepentirme, bueno algo así, no quería pensar en eso ahora mismo. Se aleja de mí unos cuantos pasos y empieza a mover las caderas de una forma lenta siguiendo el ritmo de la música, me había olvidado completamente de la música; mientras empieza a volver a acercarse, sin apartar sus ojos de los míos. Empresa a quitarse la ropa lentamente jugando con mi libido, con mi deseo de ver más. Me remuevo incómoda. Se quita la camisa y... ¡Dios! ¡Todo de él, irradiaba pecado, sexo y horas de placer! ¡Mi apetito por probar, por tocar! tenía un abdomen envidiable, mmm bastante envidiable. Con sus manos empieza a recorrer su cuerpo, mientras que movía su pelvis en círculos y simulado penetraciones, contra mi cuerpo, pero de una manera malditamente lenta. Su cuerpo era trabajado, se notaba que iba al gimnasio, pero no era exagerado, lo justo para mantenerse. Se aleja cuando se da cuenta de que elevo la mano para tocar probando mi suerte, lo miro molesta y, suelta una risita burlona. Se acerca y cada paso es tortuoso, me agarra las manos y me permite tocar, guiándome ¡por fin! Se sienta en mis piernas -sin dejar caer completamente su peso- acercando su notable erección a mi rostro, cierro los ojos con fuerza. Esto era una tortura, no era justo, podía sentir la humedad entre mis piernas, y sobre todo la presión en mi abdomen bajo, esa tensión que crecía a poco. Une sus labios con los míos, sin dejar de moverse, eran exquisitos, el sabor del Whisky seguía ahí, pero no era molesto, más bien complementaba su sabor, maldición este hombre si sabe besar, no era apresurado o brusco, se daba el tiempo de hacer un buen trabajo, ya estaba rendida, a sus pies y solo con un beso lo había logrado. Jadeo cuando tira de mi labio inferior y lo lame.  -mmm…si Jadea. Se aleja y empieza a quitarse el pantalón. Y pude admirar su cuerpo, era un dios andante, y estaba complacido por eso, porque suelta una risita, mientras se mordía el labio interior, sabia que me gustaba lo que estaba enfrente de mí, y porque mentir así era. - Te estás dejando tentar- vuelve a aparecer mi conciencia. - Lo sé, estoy consiente de esa parte pero… - Me encanta que me mires así Me olvido del comentario de mi conciencia, cuando su mirada deseosa se encuentra con la mía, ninguno dice nada, pero es suficiente para jugar con nuestro libido, esperaba no arrepentirme después, pero no era como si me importaba ahora mismo.  Gruñe acercándose a mí, me levanta de la silla y enredo los pies alrededor de su cintura, une su pelvis con la mía y logro sentir todo de él, cada centímetro de su longitud. Era hacer sexo con ropa, bueno, la única que tenía roba cubriendo la mayor parte de su cuerpo, era yo. Simulaba penetrarme mientras que sus labios me daban pequeños chupetones en el cuello, volviéndome loca, mis caderas seguían las suyas, sin que yo pudiera controlarlas, aun así no lo intentaba. Empieza a bajar hasta llegar a uno de mis pechos lo estruja. - Me encantan... Tiro la cabeza hacia atrás disfrutando de sus caricias. De repente me encontré desnuda ante él, en mi habitación ¿cómo habíamos llegado hasta aquí? en que momento   entrado a mi habitación. Me vuelvo a distraer al sentirlo en mi entrada. - Hermosa, muy hermosa. Entra en mí con brusquedad cerrando los ojos, trato de moverme, pero no me lo permite. Lo miro sin entender. - Sentir... Quiero sentir- dice con dificultad Se mueve dentro y fuera con suavidad y lentitud, como si temiera lastimarme, y no mentiría me sentía a gusto, la forma suave con la que me trataba, me sentía a gusto con ello;  escondo la cabeza en el hueco de su cuello dejándome llevar por las sensaciones, mientras nuevo la cadera en círculos acompañando cada estocada, ahogaba mis gemidos contra su piel, sin poder lograrlo realmente. Se mueve con más frenesí, estaba a punto de llegar, cuando su mano se dirige hacia mi sexo, me remuevo en la cama,  mi cuerpo no lograba absorber tanto placer. - Ah... - Sí, quiero escucharte, déjame escucharte Juega con uno de mis pezones, y tira de él don determinación obteniendo la reacción que desea. Me penetra con más fuerza, cada vez más y más, en ningún momento se detiene, la tensión en mi cuerpo aumento a un estado incontenible. - Córrete... Córrete conmigo Y obedecí, mi cuerpo se libera dejándome tocar el universo, sentía como mi corazón golpeaba con furia contra mi pecho, mi cuerpo estaba pesado, y mi respiración acelerada, mi cuerpo tiembla. - Si Se corre en mi interior y la sensación es fantástica. Me acuesto sobre su pecho, cuando logra acomodarse a mi lado, y me abraza. Logro calmar las sensaciones de mi cuerpo, y reacciono ¿Qué has hecho Anastasia? Mierda, la he cagado, estaba segura de eso, pero me había encantado, espero que Adam no recuerde nada mañana, eso sería lo mejor. Volteo a mirarlo y está dormido, profundamente dormido, con los labios entreabiertos soltando pequeños ronquidos. Había sido un baile muy excitante, sonrío. Espero no arrepentirme mañana.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD