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1618 Words
Capítulo 2 ¿Saben que se siente cuando el aire te falta? Yo sí, cuando vi a Derek Carson salir de la oficina, sentí que el aire de mis pulmones se habría ido, era extraño, jamás me habría sentido de ese modo, y mientras mis ojos lo seguían con asombro, mi corazón se achico, al igual que mis pulmones, me estrellé con alguien, tirando los papeles. —Mierda—, Susurré agachándome rápidamente, tomando los papeles que habría tirado, el hijo del jefe, Zack—, Lo siento mucho. —¿Te asustó? —Aparté la mirada de Derek, para ver a Zack. —¿Perdona? —Él, Derek—, Tomó los papeles que estaban en mis manos—, Suele ocasionar eso en las personas. —No me asusta él. Es un arrogante—, Sacudí mi falda apenas me levanté—, ¿Sabes que hacía aquí? —Se… Qué deberías ir a esconderte en el lugar menos visitado de cualquier lugar—, Carraspeo—. Mi padre te espera, dice que es urgente. —Te lo agradezco, y de nuevo… Lo siento. Él no dijo nada más, miré por última vez hacía dónde se encontraba la puerta por la cuál habría pasado Derek, sacudí la cabeza intentando disipar las ideas, para ir hacía la oficina del Sr. Soliz, toqué tres veces, para escuchar un “adelante”, tomé aire para abrir la puerta. Él Sr. Soliz era una persona baja, con barba demasiado corta cubriendo sus mejillas y su piel clara, pero esta vez, estaba pálida, demasiado pálida. Relamí mis labios y le di una sonrisa vaga, para cerrar la puerta detrás de mí. —¿Me llamó? —, Pregunté, a lo que él me miró, por un par de segundos. —Eres tan pequeña, quizá apenas con la edad de mi hija—, Dijo con pena, dejando una carpeta en la mesa—, De verdad… Es una pena. —¿Qué dice? —, Retrocedí, confundida, aferrando mis manos en el saco viejo que habría comprado en la de segunda—. No lo entiendo. —Verás, Megan—, Carraspeo, para suspirar—, Siéntate, me han pedido hablar contigo, así que… Saldré por un par de minutos. Con confusión caminé hacía aquella silla frente a aquel escritorio de madera antiguo, sentía el corazón latirme con tanta rabia, frustración, el no entender las cosas me terminaba por confundir de un modo completamente irracional. —¿Quién le ha pedido hablar conmigo? —De verdad lo siento, Megan. Eres una gran chica—, Salió de la oficina, no sin antes darme una mirada de pena. Cazador o presa, él tenía la mirada de una presa, él Sr. Soliz jamás habría tenido una mirada de presa, pero… Siempre llega un cazador, que logra helar la sangre. Me levanté, en el mismo momento en el que él cruzó la puerta, le miré, aquellos ojos grises, esos si tenían mirada de cazador, di un paso hacía atrás, cómo si fuera yo una presa más de Derek Carson. —Siéntate—, Dijo, para caminar directo al escritorio. Le miré, callada, mirando hacía la puerta, quedarme quieta, ¿Eso hacían las presas? Quizá y sí. —El Sr. Soliz dijo que eras profesional, ¿No es así? —, Mencionó, rodé los ojos para ir hacía la silla, sentándome frente a él, sonriendo. Forzadamente. —¿En que puedo ayudarle? —, Pregunté, secamente. Los cazadores, ellos podían oler el miedo a cientos de metros de distancia, sus ojos me miraron por un par de segundos. —Eres interesante—, Dijo abriendo la carpeta, le aparté la mirada. —¿Me está siguiendo? —Podría ser. Así que, Megan, ¿Sabías que falsificar documentos es ilegal? —, Preguntó, le miré con ambas cejas alzadas—, Seguro lo sabes. —No sé de que habla, ¿Esto es un interrogatorio? Estoy segura de que no tengo porque contestarlo—, Dije, él soltó una risa burlesca—, ¿Qué? —Hay dos modos en los cuales podemos hacer las cosas, las buenas, y las malas—, Se levantó, con la carpeta en sus manos, junto con otras dos—, Tomas una buena decisión y nos vamos ahora, tomas una mala decisión y te orillo a irte conmigo, de igual modo, pero terminará quemando. —No lo estoy entendiendo—, Sentí cómo caminaba detrás de mí, sentí él corazón pequeño, demasiado pequeño. —¿No es obvio? Serás mía—, Dijo, la sangre cayó a mis pies. Ten cuidado. Así que, ¿De esto se trataba? —Dudo que sea de los que se enamoran en una noche, Señor. —Derek, Derek Carson—, Se presentó. Aunque claro que sabía quien era—, Y no. No me enamoró en una noche, pero, felicidades, has sido la elegida. La elegida. Cómo si se tratará de un boleto de lotería, del cuál debería de emocionarme por tener el número ganador, seguro creía que podía tener a todas las chicas que se cruzaban enfrente. —¿Y qué le hace pensar que yo aceptaría ser parte de su vida? Así que, no quiero ser la elegida, gracias—, Estaba por pararme, pero sus manos se posaron en mis hombros, presionando ligeramente estos—, Suélteme. —Soy yo quien pone las reglas, Megan, no tú—, Me informó, miré hacía arriba con cansancio, debía de relajarme—, Y, no tienes opción. —¿Qué? ¿Me secuestrará? —, Reté, sin bajar la guardia. Aunque claro, sentía que en cualquier momento me haría pis encima. —No, serás tú quien venga rogando, porque te acepté en mi vida, que te habrá la puerta. —Eso lo dudo—, Me levanté bruscamente, soltándome de su agarré—, Quizá las personas de está ciudad le tengan miedo, pero conmigo se equivoca. —En eso también te equivocas tú, Megan—, Me sujeto del brazo—, Jamás cometo errores, nunca los cometo. —Piense lo que quiera. Usted no sabe nada de mí—, Escupí furiosa, él soltó una risa. —¿Qué no se nada de ti? —, Me acercó bruscamente a él—, Tienes dieciocho años, recién cumplidos, aunque en tus papeles has puesto que estarías por los veinte, eres de Misisipi, sin familia aquí, pero eso no quita que no la tengas, me costó un poco saber tu realidad, Megan Hastings, ¿O es acaso que debería de llamarte Megan Clark? Le miré, el sacó una tarjeta de su saco, para dejarla en mi mano. —Tienes poco tiempo. Antes de perderlo absolutamente todo. *** Derek hablaba de perderlo todo, cuando dijo eso, no me imaginé que lo primero que haría sería que el Sr. Soliz me despidiera, al final del día, por mucho que me perjudicará, sabía a donde iba todo esto, no me molesté, ¿Quién querría al líder de la mafia de la ciudad pisando sus talones? Nadie lo enfrentaba, esa sería la principal razón, por la cuál él me habría despedido. —Te dije que tuvieras cuidado—, Me dijo Saúl, dejando una cerveza frente a mí—, Estás en su mira, no te soltará. —¿Pero que significa eso de que seré suya? ¿De que quiere sexo? —, Destapé la cerveza con el borde de la mesa y bufé—, Son demasiadas molestias para solo sexo. —No creo que sea solo sexo, Megan—, Bebió de su botella, para suspirar—, Quizá se enamoró de ti. —Lo dudo, sólo me ha visto una vez. —No, tu lo viste atenta por primera vez, ya habría acudido al bar, él le pidió a Vanessa que cambiaran de puestos, puesto, que quería saber algo, supongo que obtuvo la información que quería. —¿Vanessa me vendió? —Seamos honestos, Megan. Todos le temen a él—, Me recordó, para sacar su celular y pasármelo—, Tiene mucho más poder que cualquier persona que se encuentre en este país, a comprado al gobierno, los policías, todo. Negarle algo a él, es cavar tu propia tumba. Bufé para dejar caer mi cabeza hacía atrás. —¿Entonces estoy frita? —Sí. Podrías aceptar ahora, o ver hasta donde es capaz de llegar, a Derek nadie le dice que no, todos lamen las suelas de sus zapatos, fuiste la única que no. —Me matará. —No por ahora. Eres un nuevo reto para él—, Suspiro, miré su celular. “Derek Carson, sin información” —Todos sabemos de su existencia, todos lo vemos pasar, pero nadie sabe nada de él. Pero él si sabía de mí, sabía que era de Misisipi y que habría llegado aquí con mentiras, demasiadas mentiras, y si indagaba lo suficiente, llegaría a la razón por la cuál salí de ahí, sabría cada uno de mis secretos, si no es que ya los habría investigado ya, le regresé el celular y solté un suspiro. —No le tengo miedo—, Le dije—, Ni a él, ni a la muerte. —Esta en tus manos, Megan—, Se levantó, tomando su chaqueta, para terminar por chasquear la lengua—, Cavar tu tumba, o salir con él un tiempo. —No tengo precio. Él me pidió que me cuidará, para dejar un beso en mi mejilla y salir del lugar, apenas salió, suspiré, así que… Me levanté, para caminar hacía la tarjeta que me habría dejado él. Tenía su número, y una dirección. Mierda.
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