La chica del Mafioso

Me sumergí en la bañera, el agua cubría mi rostro, esperaba firmemente que el ruido de fuera cesará por el agua que cubría mi existencia. Mi corazón irradiaba miedo, miedo de Derek Carson, miedo de él. ¿Qué tanto soporta el corazón ante el miedo? ¿Cuánto tiempo bastaba para que Derek dejara de buscarme? Sabía que llegaría, que la puerta se abriría de golpe y que ahí estaría la persona a la cual le tenía más miedo, él. Logró hacerme la vida imposible, el chasquear de sus dedos era el sonido del inicio del fin, él lo deseo, y mágicamente todo paso. Hasta que logró su objetivo. Tenerme en su casa, cómo un perro chihuahua, asustada y temblorosa, él había ganado la primera batalla. Pero esto... Esto era la guerra. Sentí como me jalaban del brazo con brusquedad, haciendo que la respiración llegara a mí de modo brusco, el agua escurría por todo mi rostro. —No puedes esconderte de mí, ¿No lo has aprendido aún?—, Me dijo bajamente, en tono amenazante mirando directamente a mis ojos—, Nunca podrás esconderte de mí. Aunque quizá... Él siempre iba un paso adelante en la guerra. CAPÍTULO 1 Baje las escaleras apresurada, una tras otra escuchando el sonido de mis converse chocando con el suelo, iba tarde, la alarma no habría sonado porque este edificio del demonio se habría quedado sin luz. Corrí con la mayor fuerza que pude a aquel bar en donde era mesera, trabajaba en las noches de mesera, los jueves a domingo, los demás días en las mañanas era recepcionista en una oficina, y en el pequeño hueco de las tardes acudía a la universidad. —Es la tercera vez que llegas tarde en el mes—, Vanessa me entrego mi tarjeta, donde ella habría marcado mi llegada, hace siete minutos—. Si un día nos descubren, ambas seremos despedidas. —No volverá a pasar—, Le prometí colocándome el resto del uniforme. Me sujete el cabello y le miré—, ¿Por qué hay tanta seguridad el día de hoy? —Dicen las malas lenguas, que vendrá un hombre, millonario. Pero despota—, Me comentó, acomodando los vasos. —Será que es peligroso—, Añadió Irvin. Dejando un par de charolas frente a mí—, Es lo que dicen todos. —Y tú, me debes una—, Me señaló Vanessa colocándose el delantal—, Cambiaremos mesas. —¿Por qué querrías hacer eso? —Porque ella no quiere atender al hombre—, Mencionó Fernanda, dejándome la corbata en mis manos—, Quiere una mesera personal. Que se pare junto a él toda la noche, para no tener que esperar. —Sí es así de millonario, ¿Sabes que puede dejarte una buena propina?—, Mencioné, abrochando la corbata. —Pero... No me agrada a lo que se dedica. No saldré yo. No entendí en ese momento a lo que mencionaba, pero no pregunte más, la gerente me pidió que estuviera ahí, aun si el no hubiera llegado ya, con la mesa impecable y sin meterla hasta el fondo... Él hombre seguro se creía que podía tenerlo todo, porque esto me sonaba bastante estúpido, habrían cerrado esta área, solo para él. Tenía las manos en la espalda mirando hacía el techo, esperando que el llegara, tardo quince minutos aproximadamente y su presencia fue marcada a la perfección, puesto que seis hombres con traje n***o venían detrás de él, seguro era un fanfarrón. —Hola, bienvenido a...—, Comencé pero el levantó la mano en mi dirección, mandándome a callar. —Uno, no puedes verme a los ojos, dos, no puedes hablarme a menos de que te lo permita, ¿Entendido? Imbécil. Mordí el interior de mi mejilla con bastante fuerza, y asentí, menudos cabrones venían en ocasiones al bar. Él hombre pidió un par de copas, secamente, sin por favor, ni gracias, bien dicen que el dinero no gana la educación, me encontraba dejando un par de copas cuando su mano sujeto mi muñeca. —¿Cuál es tu nombre?—, Preguntó, le miré por un par de segundos, para seguir colocando las copas. —Megan—, Dije con amabilidad, para comenzar a servir el vino en estás. Él se quedó en completo silencio, para decirle algo en el oído a uno de los hombres que lo acompañaban, no presté atención y caminé hacía la barra. —Sabemos de quien se trata—, Dijo Saúl apenas llegué, pidiendo una botella de vino—, ¡A que no lo adivinas! —Un déspota egocéntrico, seguramente—, Mencioné tomando la botella de la mano de Saúl—. Gracias. —Se trata de Derek Carson—, Dijo cerca de mi oído, ante todo el ruido de la música—, Es el líder de la mafia, hagas lo que hagas, se amable con él. —¿Y si no...?—, Rodé los ojos, a lo que él me dio la mirada—, ¿Qué? —Él podría asesinarte. —Recibirá la misma amabilidad que le doy a todos los clientes, por mí que sea el presidente o el mismísimo...—, Irvin me sujeto de la cintura. —¿Iremos esta mañana por nuestro café?—, Preguntó él, a lo que le sonreí con felicidad asintiendo. —Tengo que volver, Saúl dice que sino se llevará mi alma—, Jugué con mis manos cómo si se tratase de un fantasma—, Nos vemos cuando el turno terminé. Caminé hacía dónde se encontraba aquel hombre, mientras iba hacía dónde se encontraba él me di cuenta, que su mirada era tan pesada, sus ojos grises me causaban tantas cosas, si intimidaba, pero, sobre todas las cosas, era un completamente imbécil. DEREK Ella me sirvió un poco más de vino, apenas lo hizo me entregó una sonrisa, sus ojos se achicaron y parecía lucir, diferente. Quizá ella no sabía de quien se trataba mi nombre, o tenía un estómago bastante fuerte y peculiar para fingir que no era peligroso. Apenas salimos del lugar, subí al auto, en la parte trasera. Cuando subí al auto, supe algo, ella tendría que ser mía. —¿Investigaste lo que te pedí?—, Pregunté cerrando la puerta—, Sobre Megan. —Sí, ella es Megan Hastings, tiene dieciocho años, trabaja en una oficina del centro como recepcionista, y en las tardes va a la universidad, la carrera de literatura—, Dijo mirando hacía su celular, asentí—, Vive sola en un edificio horrible, en el último piso, sin familiares en la ciudad, aún desconocemos que sucedió, ella es de Misisipi, se mudo aquí, sola hace cuatro años. —Interesante—, Mencioné, para ver de nuevo hacía el bar—, ¿Soltera? ¿Comprometida? —Está saliendo con uno de los meseros del lugar, nada serio todavía. ¿Esa chica fue la que le gusto? Hay más chicas y de mejor rango social. —Ella parece ser un reto—, Me coloqué los lentes de sol, para mirar hacía el frente—, Y los retos, son mi mayor especialidad. MEGAN —¿Cómo te fue con aquel hombre?—, Preguntó con diversión Vanessa, mientras limpiabámos el bar—, He escuchado que es... —Es un grosero, espero en mi vida volver a verlo—, Dije con tranquilidad, apilando los vasos—, Con sus tontas reglas, "no me mires" "no me hables"—, Hice comillas con los dedos—, ¿Quién se cree que es? —Ten cuidado con él, uno de los de seguridad se acercó con la gerente y ella no dejaba de verte... Espero no te hayas metido en problemas—, Saúl dejo un par de vasos más en mis manos—, Él es peligroso. —¿Él? ¿Por qué me metería en problemas con un imbécil? ¿Por ser amable? Darle una sonrisa, ¡Por favor! Deberían dejar de leer libros de ficción. —No digas que no te lo advertí—, Me codeó. Después de eso, apenas terminamos de hacer todas esas cosas, salimos del turno, Irvin y yo caminamos hacía su casa, dónde tomaríamos un café y yo iría directo al trabajo de recepcionista, esperaba que mi mañana fuera más tranquila, sin tener que volver a ver al egocéntrico líder de la mafia. —Él no te quitaba la mirada de encima—, Irvin dejó una taza frente a mí y se sentó—, Me causo mala espina. —Seguro tenía algo en la cara—, Bebí de mi café, para fruncir las cejas—, ¿Estás celoso Irvin? —No celoso, preocupado, él te cazará. —Lo dudo, sólo sabe que me llamó Megan y que trabajo en el bar, ¿Qué podría hacerme? ¿Ponerme una mala reseña de camarera? Lo superaré—, Encogí mis hombros—. Siempre salgo adelante. —Sí... Aún no me dices de que se trata el que salieras de tu ciudad a los catorce... —Tengo que irme—, Terminé mi café, para dejar la taza en la tarja—, Gracias por el café. —No lo volveré a mencionar, no tienes que irte. —Tengo trabajo—, Relamí mis labios, para sonreírle, dejando un beso en su mejilla—, Nos vemos después. Salí de su casa, para caminar a la mía, mientras me arreglaba para ir a la oficina, pensé en Derek, todos hablaban de él cómo él mayor peligro de la ciudad, ¿Será que si era en realidad el mayor peligro de la ciudad? Un mafioso... Salí del departamento, para caminar, en dirección del tren, me sentía cansada, estaba agobiada por no dormir lo suficiente, la gente aquí caminaba cada uno en su rumbo, sumergidos en su propia vida, en su propio desastre. Y apenas entré a la oficina, noté, que el desastre, nuevamente caería en mí, mientras yo entraba, podía ver a Derek, salir, sus ojos conectaron con los míos por un par de segundos, yo miré hasta que él salió del lugar. ¿Qué hacía él aquí?