CapĂtulo 2
ÂżSaben que se siente cuando el aire te falta? Yo sĂ, cuando vi a Derek Carson salir de la oficina, sentĂ que el aire de mis pulmones se habrĂa ido, era extraño, jamás me habrĂa sentido de ese modo, y mientras mis ojos lo seguĂan con asombro, mi corazĂłn se achico, al igual que mis pulmones, me estrellĂ© con alguien, tirando los papeles.
—Mierda—, SusurrĂ© agachándome rápidamente, tomando los papeles que habrĂa tirado, el hijo del jefe, Zack—, Lo siento mucho.
—¿Te asustó? —Aparté la mirada de Derek, para ver a Zack.
—¿Perdona?
—Él, Derek—, Tomó los papeles que estaban en mis manos—, Suele ocasionar eso en las personas.
—No me asusta Ă©l. Es un arrogante—, SacudĂ mi falda apenas me levanté—, ÂżSabes que hacĂa aquĂ?
—Se… QuĂ© deberĂas ir a esconderte en el lugar menos visitado de cualquier lugar—, Carraspeo—. Mi padre te espera, dice que es urgente.
—Te lo agradezco, y de nuevo… Lo siento.
Él no dijo nada más, mirĂ© por Ăşltima vez hacĂa dĂłnde se encontraba la puerta por la cuál habrĂa pasado Derek, sacudĂ la cabeza intentando disipar las ideas, para ir hacĂa la oficina del Sr. Soliz, toquĂ© tres veces, para escuchar un “adelante”, tomĂ© aire para abrir la puerta.
Él Sr. Soliz era una persona baja, con barba demasiado corta cubriendo sus mejillas y su piel clara, pero esta vez, estaba pálida, demasiado pálida. RelamĂ mis labios y le di una sonrisa vaga, para cerrar la puerta detrás de mĂ.
—¿Me llamó? —, Pregunté, a lo que él me miró, por un par de segundos.
—Eres tan pequeña, quizá apenas con la edad de mi hija—, Dijo con pena, dejando una carpeta en la mesa—, De verdad… Es una pena.
—¿QuĂ© dice? —, RetrocedĂ, confundida, aferrando mis manos en el saco viejo que habrĂa comprado en la de segunda—. No lo entiendo.
—Verás, Megan—, Carraspeo, para suspirar—, Siéntate, me han pedido hablar contigo, asà que… Saldré por un par de minutos.
Con confusiĂłn caminĂ© hacĂa aquella silla frente a aquel escritorio de madera antiguo, sentĂa el corazĂłn latirme con tanta rabia, frustraciĂłn, el no entender las cosas me terminaba por confundir de un modo completamente irracional.
—¿Quién le ha pedido hablar conmigo?
—De verdad lo siento, Megan. Eres una gran chica—, Salió de la oficina, no sin antes darme una mirada de pena.
Cazador o presa, Ă©l tenĂa la mirada de una presa, Ă©l Sr. Soliz jamás habrĂa tenido una mirada de presa, pero… Siempre llega un cazador, que logra helar la sangre.
Me levantĂ©, en el mismo momento en el que Ă©l cruzĂł la puerta, le mirĂ©, aquellos ojos grises, esos si tenĂan mirada de cazador, di un paso hacĂa atrás, cĂłmo si fuera yo una presa más de Derek Carson.
—Siéntate—, Dijo, para caminar directo al escritorio.
Le mirĂ©, callada, mirando hacĂa la puerta, quedarme quieta, ÂżEso hacĂan las presas? Quizá y sĂ.
—El Sr. Soliz dijo que eras profesional, ÂżNo es asĂ? —, MencionĂł, rodĂ© los ojos para ir hacĂa la silla, sentándome frente a Ă©l, sonriendo. Forzadamente.
—¿En que puedo ayudarle? —, Pregunté, secamente.
Los cazadores, ellos podĂan oler el miedo a cientos de metros de distancia, sus ojos me miraron por un par de segundos.
—Eres interesante—, Dijo abriendo la carpeta, le aparté la mirada.
—¿Me está siguiendo?
—PodrĂa ser. AsĂ que, Megan, ÂżSabĂas que falsificar documentos es ilegal? —, PreguntĂł, le mirĂ© con ambas cejas alzadas—, Seguro lo sabes.
—No sé de que habla, ¿Esto es un interrogatorio? Estoy segura de que no tengo porque contestarlo—, Dije, él soltó una risa burlesca—, ¿Qué?
—Hay dos modos en los cuales podemos hacer las cosas, las buenas, y las malas—, Se levantó, con la carpeta en sus manos, junto con otras dos—, Tomas una buena decisión y nos vamos ahora, tomas una mala decisión y te orillo a irte conmigo, de igual modo, pero terminará quemando.
—No lo estoy entendiendo—, SentĂ cĂłmo caminaba detrás de mĂ, sentĂ Ă©l corazĂłn pequeño, demasiado pequeño.
—¿No es obvio? Serás mĂa—, Dijo, la sangre cayĂł a mis pies.
Ten cuidado. AsĂ que, ÂżDe esto se trataba?
—Dudo que sea de los que se enamoran en una noche, Señor.
—Derek, Derek Carson—, Se presentĂł. Aunque claro que sabĂa quien era—, Y no. No me enamorĂł en una noche, pero, felicidades, has sido la elegida.
La elegida.
CĂłmo si se tratará de un boleto de loterĂa, del cuál deberĂa de emocionarme por tener el nĂşmero ganador, seguro creĂa que podĂa tener a todas las chicas que se cruzaban enfrente.
—¿Y quĂ© le hace pensar que yo aceptarĂa ser parte de su vida? AsĂ que, no quiero ser la elegida, gracias—, Estaba por pararme, pero sus manos se posaron en mis hombros, presionando ligeramente estos—, SuĂ©lteme.
—Soy yo quien pone las reglas, Megan, no tú—, Me informĂł, mirĂ© hacĂa arriba con cansancio, debĂa de relajarme—, Y, no tienes opciĂłn.
—¿Qué? ¿Me secuestrará? —, Reté, sin bajar la guardia.
Aunque claro, sentĂa que en cualquier momento me harĂa pis encima.
—No, serás tú quien venga rogando, porque te acepté en mi vida, que te habrá la puerta.
—Eso lo dudo—, Me levanté bruscamente, soltándome de su agarré—, Quizá las personas de está ciudad le tengan miedo, pero conmigo se equivoca.
—En eso también te equivocas tú, Megan—, Me sujeto del brazo—, Jamás cometo errores, nunca los cometo.
—Piense lo que quiera. Usted no sabe nada de mĂ—, EscupĂ furiosa, Ă©l soltĂł una risa.
—¿QuĂ© no se nada de ti? —, Me acercĂł bruscamente a Ă©l—, Tienes dieciocho años, reciĂ©n cumplidos, aunque en tus papeles has puesto que estarĂas por los veinte, eres de Misisipi, sin familia aquĂ, pero eso no quita que no la tengas, me costĂł un poco saber tu realidad, Megan Hastings, ÂżO es acaso que deberĂa de llamarte Megan Clark?
Le miré, el sacó una tarjeta de su saco, para dejarla en mi mano.
—Tienes poco tiempo. Antes de perderlo absolutamente todo.
***
Derek hablaba de perderlo todo, cuando dijo eso, no me imaginĂ© que lo primero que harĂa serĂa que el Sr. Soliz me despidiera, al final del dĂa, por mucho que me perjudicará, sabĂa a donde iba todo esto, no me molestĂ©, ÂżQuiĂ©n querrĂa al lĂder de la mafia de la ciudad pisando sus talones? Nadie lo enfrentaba, esa serĂa la principal razĂłn, por la cuál Ă©l me habrĂa despedido.
—Te dije que tuvieras cuidado—, Me dijo SaĂşl, dejando una cerveza frente a mĂ—, Estás en su mira, no te soltará.
—¿Pero que significa eso de que seré suya? ¿De que quiere sexo? —, Destapé la cerveza con el borde de la mesa y bufé—, Son demasiadas molestias para solo sexo.
—No creo que sea solo sexo, Megan—, Bebió de su botella, para suspirar—, Quizá se enamoró de ti.
—Lo dudo, sólo me ha visto una vez.
—No, tu lo viste atenta por primera vez, ya habrĂa acudido al bar, Ă©l le pidiĂł a Vanessa que cambiaran de puestos, puesto, que querĂa saber algo, supongo que obtuvo la informaciĂłn que querĂa.
—¿Vanessa me vendió?
—Seamos honestos, Megan. Todos le temen a Ă©l—, Me recordĂł, para sacar su celular y pasármelo—, Tiene mucho más poder que cualquier persona que se encuentre en este paĂs, a comprado al gobierno, los policĂas, todo. Negarle algo a Ă©l, es cavar tu propia tumba.
BufĂ© para dejar caer mi cabeza hacĂa atrás.
—¿Entonces estoy frita?
—SĂ. PodrĂas aceptar ahora, o ver hasta donde es capaz de llegar, a Derek nadie le dice que no, todos lamen las suelas de sus zapatos, fuiste la Ăşnica que no.
—Me matará.
—No por ahora. Eres un nuevo reto para él—, Suspiro, miré su celular.
“Derek Carson, sin información”
—Todos sabemos de su existencia, todos lo vemos pasar, pero nadie sabe nada de él.
Pero Ă©l si sabĂa de mĂ, sabĂa que era de Misisipi y que habrĂa llegado aquĂ con mentiras, demasiadas mentiras, y si indagaba lo suficiente, llegarĂa a la razĂłn por la cuál salĂ de ahĂ, sabrĂa cada uno de mis secretos, si no es que ya los habrĂa investigado ya, le regresĂ© el celular y soltĂ© un suspiro.
—No le tengo miedo—, Le dije—, Ni a él, ni a la muerte.
—Esta en tus manos, Megan—, Se levantó, tomando su chaqueta, para terminar por chasquear la lengua—, Cavar tu tumba, o salir con él un tiempo.
—No tengo precio.
Él me pidiĂł que me cuidará, para dejar un beso en mi mejilla y salir del lugar, apenas saliĂł, suspirĂ©, asĂ que… Me levantĂ©, para caminar hacĂa la tarjeta que me habrĂa dejado Ă©l.
TenĂa su nĂşmero, y una direcciĂłn.
Mierda.