Carta y vino

2139 Words
—¡Dara!... ¡Dara!... —¿Ah? —Dara reacciona una poco aturdida por los llamados de atención para despertarla. —Ya llegamos. —informa Michael. A Michael le causa gracia que Dara se haya quedado dormida de manera tan profunda, él definitivamente no se esperaba eso, incluso estaba hablando algunas cosas y cuanto volteó estaba rendida. —¡Ay! Lo siento. —Dara golpea su frente sin brusquedad, ella se avergüenza por haberse quedado dormida—. Lamento haberme quedado dormida como un oso. —Ja, ja, ja. Tranquila, yo más que nadie sé que a veces los medicamentos tienen ese efecto, además debes estar bastante cansado por todo lo que ha estado pasando últimamente. —Qué vergüenza Ja, ja, ja, no suelo hacer eso todo el tiempo. —asegura Dara aún muy apenada. —Aun si fuera así no hay ningún problema señorita. —afirma Michael con extrema ternura. No me importaría saber que tengo a una Koala a mi lado. Las palabras de Michael causan que a Dara rápidamente se le tiñan las mejillas color carmesí. —¿Nos vamos a comprar el vino? —pregunta Dara intentando evadir un poco su pena propia de ese tipo de relaciones. —Por supuesto señorita. —responde Michael. Michael rápidamente se levanta y espera que Dara tome sus cosas y también se baje para cerrarle la puerta. —Gracias. —expresa Dara mostrándole una sonrisa cálida. —¿Qué tipo de Vino compraremos? —Entremos, ya decidiré. —dice Dara bastante pensativa. Usualmente a Dara le cuesta tomar esas decisiones de compras. Incluso hasta con cosas más sencillas como colores de medias, definitivamente funciona mejor cuando le mandan determinadas instrucciones de lo que tiene que comprar para que así todo sea más rápido. Finalmente se encaminan hacia la entrada de la famosa localidad, conocida por la venta de vinos de alta calidad. —Buenas tardes, bienvenidos. —Una chica con uniforme bien arreglada los recibe. En todo el lugar hay barriles de vino, algunos tiene dispensadores y otros son solo parte de la decoración temática. El olor es exquisito, se podría describir entre un olor a madera muy concentrado, quizá frutos rojos, entre la gran mezcla casi indescriptible de aromas que perciben con solo entrar y ya te dan la bienvenida al lugar. Es uno de esos lugares donde te sientes a gusto estar y que no sientes que te andan presionando para comprar, simplemente se ofrecen si necesitas algún tipo de vino especial o alguna atención, para Dara era especial ese tipo de cosas en un local, y sentía que allí podía permanecer mucho tiempo, sobre todo tenía música clásica de fondo y eso para ella hacía la combinación perfecta del lugar. —Muchas gracias. —contesta Michael. Dara sólo hace un breve gesto con su cabeza y una fugaz sonrisa. Continuamente pasan hasta un mostrador de madera para realizar su pedido. —Buenas tardes, quiero una botella de vino rosado. —pide Dara haciendo rápidamente una elección entre lo más fácil que pudo haber pedido. Dara no se quería complicar mucho la vida ya que de seguro ellas ya estaban allá organizando todo y no quería que se les hiciera tarde tanto a Michael como a ella. Un hombre ya mayor en el mostrador la mira extrañado, casi a punto de hacer una pregunta ofensiva, de aquellas a las que Dara ya está acostumbrada pero aún así en el momento no toleraría otro desprecio semejante. El encargado de ventas se queda mirando fijamente a Dara luego de un rato, la joven cada vez se encoje más por la incomodidad que ese tipo de miradas le generan y aún más en ese momento. —Señor, ¿Escuchó? Pues la Señorita le hizo un pedido. —aclara Michael tajante. —Disculpe Señor, ya le traigo su pedido. —infirma sacado de lugar. Michael abraza nuevamente a Dara para que así no tenga que enfrentarse más al mismo bochorno que le hizo pasar ese hombre inconsciente. Michael sabía que constantemente esas cosas podrían pasar pero estaba totalmente decidido a defenderla en cualquier momento que lo necesitara. —Gracias por defenderme, siempre me sucede. —declara Dara con voz muy baja. —Realmente lamento que tengas que tengas que pasar por estás situaciones todo el tiempo, créeme que quisiera estar contigo para defenderte siempre de las personas. —expresa Michael siendo más franco de lo que Dara cree. El vendedor se tarda en traer el pedido de Dara, ambos chicos extrañados se acercan a la puerta de empleados tras el mostrador para verificar si ya viene o le pasó algo. Gracias a esta decisión se enteran de algo que los deja realmente sorprendidos y boquiabiertas a ambos. El hombre ya mayor que había sido el encargado de atender a Dara está siento regañado por otro hombre que tiene aspecto diferente, no lleva uniforme y en cambio, su vestimenta es bastante elegante. Después de unos minutos el hombre que casi trató a Dara con un extraño acoso, deja su delantal en un mesón cercano y se marcha hasta que Michael y Dara lo pierden de vista. Uno de los acontecimientos más inesperados es que ese mismo hombre elegante ahora se acerca al mostrador, Dara y Michael apresuran su paso para no llegar antes que el hombre y que así no pueda notar que se encontraban espiando. Afortunadamente llagan a tiempo para evitar un regaño. —Buenas tardes. Yo les daré su pedido; disculpen la tardanza, por favor repítanme nuevamente el mismo.—pide aquel hombre de traje con una sonrisa en el rostro. —Buenas tardes, pedimos una botella de vino rosado. —reitera Dara. —Ya le traerán su orden. —informa muy amable—. Quería pedirle disculpas de parte de la casa por el incómodo momento que les hizo pasar el empleado que los entendió en primera instancias. Sé que su actitud fue nefasta y por lo mismo hemos tomado radicales medidas para que así no se repita la misma acción. Fue suspendido y amenazado con despido si se volvía a repetir. Acá el trato a los clientes es una de nuestras mayores prioridades y nuestro enfoque es que siempre tengan la mejor experiencia. Cómo compensación quisiéramos obsequiarle cualquier vino de los que observa en la barra además de su pedido. Por supuesto. —Muchas gracias. Sobre todo por el lugar que le dan a las personas diferentes, promover la igualdad siempre es uno de los aspectos más importantes. —contesta Dara verdaderamente agradecida—. Wine Spectator, ese. —pide Dara para la elección que le dejaron hacer para su obsequio. —Gran elección. —responde el hombre con una sonrisa en el rostro. Michael es solo un espectador en este momento pero se quedó bastante feliz del comportamiento de esta nueva personas y del regaño muy merecido que le hizo a la otra, así es que deberían de ser todos pensó muy dentro de él. —Mi nombre es Mack, soy dueño del lugar me gustaría que volvieran más seguido. —invita Mack dejando boquiabierto a todos. —Con mucho gusto Mack, mi nombre es Dara. —Lo sé… —contesta Mack. —Seguro a mi tía le encantará venir. Hasta luego. —Dara se despide. Junto con su pedido, Dara y Michael se marchan del establecimiento, algo asombrados por lo sucedido. —Eso fue interesante. —opina Michael. —La verdad. —responde Dara bastante simplicidad. Michael inmediatamente nota la extraño respuesta de Dara pero decide no agregar más. Ellos se montan nuevamente en el Uber quien los lleva hasta la casa de Dara. En el transcurso del recorrido Dara coloca su cabeza en el hombro de Michael como signo de cansancio, Michael al percatarse de ella comienza a hacerle cariño en su cabeza. Al llegar a la casa de Dara tocan el timbre y los recibe la Tía Marlye de manera bastante emocionada. —¡Mis niños! Al fin llegan. —dice la tía. Ella le da un gran abrazo a cada uno acompañado de un gran beso en la mejilla. —Tía traje el vino que me pediste. Dara le extiende una bolsa de papel con las cajas de vino dentro. —Gracias Hija, los estuvimos esperando. Pasen que la cena ya está lista. Los chicos entran y simultáneamente van a la cocina para lavarse las manos. —Por acá Michael. —guía Dara. —Woow que casa tan hermosa. —alaga. —Desde hace un tiempo para acá mi tía y yo la hemos estado remodelando. —explica Dara orgullosa. —Tienes buen gusto. —Gracias, ¿No te molesta lavarte las manos aquí verdad? —pregunta Dara al llegar a la cocina. El semblante de Dara es serio y absolutamente ensimismado, tanto que se limita para hablar. Rápidamente Dara se lava las manos, se cambia los zapatos en un lobby juntos a la cocina donde también hay un armario. Posteriormente desempaca los vinos para ponerlos a enfriar y mientras tanto Michael la espera sentado en unos asientos para desayunar. Dara abre un caja y sucesivamente la otra… —¡Michael! Mira… —¿Qué sucede Dara? —pregunta Michael alarmado. Velozmente se acerca a la chica para ayudarla al pensar que le sucede algo estando ella de espaldas. —La caja del supuesto regalo está vacía… No hay ningún vino aquí, únicamente hay una nota. —¿Pero cómo puede ser eso? Yo vi que él nos dio ambas botellas de vino. —asegura Michael desconcertado. —También yo… —confirma Dara. Dara sin pensarlo mucho la abre y se encuentra con unas palabras inesperadas. Hecho con recortes de revista tiene un número telefónico que no es de la ciudad, un poco más abajo dice también: “llama pulguita”. —¡¿QUE ES ESTO?! —Dara exclama con voz proyectada estando totalmente absorta por la situación. —Calma, tu tía puede escucharte. —advierte Michael. —¡¿Cómo quieres que me calme si así me decía mi padre y se supone que nadie lo sabía?! —grita Dara nuevamente. Se escuchan unos pasos… Es su tía, ella se acerca con semblante confundido por la situación junto a Rebeca. —¿Qué sucede hija? —indaga la Tía. —Nada Tía, solo estoy estresada; no te preocupes. Vamos a cenar. —pide Dara tomando la iniciativa y yendo al comedor. Todos van tras ella con extrañeza. Una vez sentados en la mesa no pasa mucho para que todo termine, Dara se limitó a dar repuestas cortas, gracias a ese papel toda esa fortaleza que se había propuesto se ha desvanecido o más bien convertido en incertidumbre, dolor, confusión, miedo e ira. En la cena se trataron de temas cortos y viendo la situación de Dara, Michael trató de llevar la charla para que así no fuera totalmente arruinada por ese mensaje, Michael sabía que Dara necesitaba un gran apoyo en estos momentos así que hizo su mayor esfuerzo por caerles bien a las chicas y sobre todo no dejar que la conversación de la cena muera y que se convirtiera en un momento de máxima tensión, Dara sabía que no era el mejor momento para que su tía le preguntara por qué estaba así, por esa razón trató de disimular lo más posible. Por suerte para Dara, su Tía si le atribuía su comportamiento al estrés. Ya pasadas las 10:00 pm, Rebeca y Mary se marchan alegando que el próximo día tendrán una cita médica. La tía Marlye se disculpa con Michael por no seguirlos acompañando a él y a Dará debido al gran cansancio que tiene haciendo que Dara y Michael pudieran hablar tranquilamente. —Dara… —llama Michael sacando a la chica de sí misma. Ya llevan 5 minutos de estar solos y aún no pronuncias absolutamente nada. —¿Si? —responde sin mirarlo a la cara. —Necesito que me mires, por favor. —pide con voz tenue. —No quiero. Me siento mal por todo lo que está pasando. Me siento engañada y a la vez furiosa por la muerte de mis padres, bueno, de mi madre. Si mi padre causó todo esto no quiero saberlo, no merece ni siquiera que lo recuerde. —Dara… Aún no puedes afirmar nada, existen millones de posibilidades pero sobre todo, te recuerdo que aún no sabes lo que pasó. —No sé qué haré Michael, de verdad. —confiesa Dara y se acerca para abrazarlo. —¿Crees que deba llamar? —pregunta Dará con mirada triste. —No lo sé, la verdad creo que deberíamos pensarlo mejor, quizá esa llamada podría ponerte en peligro, a lo mejor podrían rastrear tu ubicación por medio de allí. —apercibe Michael. —Tienes razón, entonces mejor no. —Todo mejorará Dara, yo estaré contigo. —expresa Michael.
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