Durante todo el camino de regreso, caminé como si fuera zombie por la calle y vaya, fue toda una aventura. En primer lugar, iba llorando, mis pies me pesaban y no podía contener las lágrimas que empañaban mis ojos, por lo que casi piso popó de perro, y ojo, dije CASI. Luego, comenzó a llover y eso, aunque parecía la gota que rebasó el vaso, estaba lejos de serlo. Entonces, empapada, con frío, y llorando en todo mi esplendor, seguí caminando por un oscuro y angosto callejón, en donde un amable borrachín, me pidió que fuera su esposa. No pude evitar pensar en Max, lo que me hizo llorar más, el borrachín se puso a llorar porque lo había rechazado y tuve que dejarle el anillo que había olvidado que tenía, que Max me dió la noche que tuvimos nuestra "noche de bodas". Ahora estaba sentida c

