Camila
El reloj marcaba las 22:45 cuando Max salió de su habitación hecho un fuego, tenia una camisa negra ajustada, pantalón entallado, y ese perfume tan suyo que podía hacer que cualquiera se volviera a mirarlo. Noah salió detrás, riendo y cantando algo que no logré entender, pero contagiaba. Llevaba una camisa blanca abierta hasta el pecho, y unos jeans que le quedaban tan bien que hasta Max se lo hizo notar.
Yo, por mi parte, me miraba una última vez frente al espejo. Elegí un vestido corto color plateado y brilloso, escote en V, espalda descubierta, ceñido a la cintura y suelto en las piernas. Mis tacones negros eran el complemento perfecto. Cabello suelto, planchado y con ondas suaves, mis labios rojos y por último mis ojos delineados.
—Dios, Cam… —murmuró Max cuando me vio—. Algu
