—Creo que nadie os obliga a nadie estar donde no quiere estar —Greco miró a la mujer, a Priscila. —Creo que la palabra correcta sería no obligar a estar con nadie que no quiere. —Dijo con una sonrisa burlesca. —Eres un grosero, un petulante estúpido. —Greco levantó los hombros dando a entender que no estaba para nada impresionado con su enojo y rabia. —Necesito que usted me pida disculpas, por humillarme mostrando esas fotos de esa mujerzuela a la que le sales arrodillado delante. Greco arrugó sus cejas en señal de total molestías, volvió a ver a sus padres y dijo. —¿Es necesario esta tortura, padres? Vámonos de aquí. —El se puso de pies de inmediato. Sus padres seguían sentados. Luego escuchó decir a su padre. —Hijo, somos gente que hace negocios, nos conviene que te cases con la se