Inexplicable angustia, hondo dolor del alma, recuerdo que no muere, deseo que no acaba. - Rosalía de Castro
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Layla y mi hermano se veían tan ridículamente tiernos que no pude evitar fotografiarlos sin que se dieran cuenta. A la segunda foto posaron y aunque sonreían se veían bastante naturales y eso me encantó.
-Ahora ustedes - dijo Layla y yo abrí los ojos.
- ¿Qué?
-¡Sí! No te hagas la que no quieres, siempre has querido una foto de recuerdo con Paul - miré a mi mejor amiga con mi mejor cara asesina pero a ella no parecía ni preocuparle.
Mi rostro estaba multicolor y sentí la mano de Paul en mi cintura lo que me hizo parpadear mientras mi hermano me apuntara con la cámara.
-¡Sonrían! - dijo Antonio y tres segundos más tarde hizo clic y un flash enceguecedor me dejó atonta
