El rostro adormilado y gentil de Ángel me conmovía enormemente como en los viejos tiempos, mi corazón latía fuertemente mientras simplemente indicaba que sus anteojos estaban desarreglados, me senté frente a él y esperé tranquila mientras mi mente trataba de tomar el control de mis emociones lo más posible, mis ojos no dejaban de ver como el joven nervioso se acomodaba el cabello y refregaba sus ojos por debajo de sus anteojos para luego reacomodarlos, finalmente me miró a los ojos contento y me afirmó haber encontrado al autor que buscaba, en cuanto lo escuché me sentí ahogada en un vacío interminable que se generaba en mi propio pecho, solo el tener que recordar el momento donde descubrí la verdad me hacía ver lo humillada que estaba como resultado de una absurda búsqueda de esperanza qu
