Mi situación era tan comparable como las novelas románticas que leía en mi adolescencia mucho antes de convertirme en investigadora, estaba en el departamento de mi jefe subalterno mientras yo esperaba en la sala impaciente por encontrar el motivo más rápido para poder escapar de esa trampa de ratones en la que estaba metida, Andrei había ido a su cuarto a cambiarse de ropa y eso me ponía todavía más nerviosa al punto de encontrarme casi como alguien aguantando frio tiritando junto con una penosa respiración entrecortada.
El departamento lucía lujoso en todo aspecto, no había ni una pizca de decoro que la desmerezca de lo que improbablemente llegaría a pagar con mi salario, sus paredes de color perlado hacían un magnifico juego con las enormes cortinas color dorado que enmarcaban las ven
