Rosalie se había exiliado como se diría en mejores palabras, dos meses en su hogar sin ser vista más que exclusivamente por su ama de llaves. Las finanzas comenzaron a ser descuidadas, dejaron de ser una prioridad para Rosalie aunque no lo suficiente para caer en quiebra. Muchas otras cosas fueron descuidadas por ella en ese tiempo, como sus paseos matutinos a la plaza del Parlamento, o sus eventos propios de la realeza como las fiestas de máscaras. Se encontraba más ausente que nunca. No había llevado sirvientas o lacayos con ella, solo a su ama de llaves de confianza, quien era la única que le ayudaba en los quehaceres. Su rutina se había vuelto parecida a la que tenía antes, como despertar, caminar y volver a dormir. En el camino, se contemplaba, se producía para ella misma o hablaba so

