Una Mirada en el Espejo Ale estaba sentado en el vestuario, todavía jadeando por la intensidad de la clase de pilates. Sus músculos dolían de una forma que nunca había experimentado. No era solo cansancio, era una sensación de desgaste, como si no fuera solo su cuerpo el que cargara con ese peso, sino algo más profundo dentro de él. Sebas, como siempre, había logrado convertir el ejercicio en una batalla contra sí mismo. Lo agotaba, lo hacía pensar, lo sacaba de su zona de confort de una manera que Ale no estaba seguro si agradecía o maldecía. Mientras se secaba el sudor del rostro con una toalla, escuchó pasos acercándose. Levantó la vista justo a tiempo para ver a Sebas asomarse en la puerta del vestuario, con esa sonrisa confiada que Ale ya no sabía si odiaba o temía. —¿Sobreviviste

