Trafalgar ahoga un grito ridículo y baja el arma con cuidado. Son las 19:10 del jueves 18 de septiembre del año 2014 después de Cristo, en un descampado de L’ Hospitalet de Llobregat, ciudad de Cataluña, aún una comunidad autónoma de España, por fin (y aún) un país europeo, cuando Trafalgar Martos, un asesino a sueldo de 35 años, 2 meses y 16 días, mira con admiración su Glock del calibre 10. Mientras, frente a él, llenándose los pantalones de raya diplomática de mierda, Román Copra, de 35 años, 7 meses y 3 días, implora piedad y responde que no lo sabe, no lo sabe, jura que no sabe desde cuándo. –¿Desde cuándo? –repite Trafalgar extrañado. –Que no lo sé. Pregúntaselo a ella. Fue ella quien empezó el rumor. –¿A ella? –repite Trafalgar, dejando de prestar atención al arma. Vuelve a baja

