El mejor verano de todos

1690 Words
Capítulo 2 ¡j***r! ¡Es que esta es la peor forma de iniciar el verano! ¡La peor! Ya lo dije, no es que no me caiga bien Jacob, me da igual su persona ¡Pero eso no significa que quiera pasar todo el verano en una misma casa con él! Cierro mis ojos e intento tranquilizarme, no quiero que mi padre note lo muy enfadada que me siento en este momento, sobre todo porque veo las buenas intenciones de mi padre: Un verano familiar. Puta madre, voy a tener que pasar mi verano con el chico que ama publicar toda su vida en internet y presumir lo que el dinero de sus padres puede comprar. Maldita sea, de haber sabido esto, hubiera reprobado biología para tener que ir a clases de verano. — Ahí está, la enorme casa de playa de Vincent — Wow… — parpadeo varias veces — ¿Cuánto les pagan a los gobernadores? — mi padre se estaciona — Porque por el tamaño de la casa, debe de ser mucho dinero… — miro a mi padre — Quizá me meta en la política — Podrías, tienes madera para ello — sonrío, no creo tener madera para ser política, me gusta la honestidad — Hay que bajar las maletas — Sí… Desabrocho mi cinturón de seguridad y salgo del auto. — Christopher Blake… Pronuncia una voz. — Vincent, viejo amigo… Un hombre con una copa en la mano se acerca a nosotros. — ¿Qué tal todo? Mi padre y el Gobernador se dan un muy fraternal abrazo, no tenía ni idea de que mi padre fuese cercano al Gobernador Newman. — Bien, muy bien y supongo que todo se pondrá mejor — ambos hombres ríen con fuerza — Te presento a mi hija, Anya — Un placer Me extiende la mano. — Igualmente — Si quieres puedes ir a disfrutar de la piscina, creo que mi hijo está ahí — me indica — Yo ayudo a tu padre con las maletas — Eh… — Ve, diviértete — papá me dedica una cálida sonrisa — Convive con alguien de tu edad, no querrás oír conversaciones de viejos — Sobre todo las nuestras Ambos hombres vuelven a reír. — ¿Y tu esposa? Pregunta mi padre. — Abby se nos une en la cena, fue a hacer unas compras, nos faltaba algo de despensa — Oh, claro… Me doy media vuelta y camino al interior de la casa. Por dentro es igual de magnifica que por afuera, se nota que los Newman tienen buen gusto por la decoración, es sencilla, moderna y acogedora. Sigo caminando por la sala principal, aún no puedo creer que estemos en la casa de playa del Gobernador y que vayamos a pasar todo el verano con su familia ¡Es una locura! Pero siento que no me puedo quejar, después de todo papá le ha puesto mucho empeño a esto del verano padre e hija. Me detengo en el umbral de la enorme puerta corrediza y contemplo el exterior. La casa tiene una enorme terraza con una enrome piscina, un jacuzzi y un área para hacer fogatas, el lugar es perfecto para hacer una fiesta o pasar un buen momento en familia. Sin embargo, eso no es lo más impactante del lugar, sino la hermosa vista que hay del océano. El sonido de las olas y el canto de las gaviotas relajan, este lugar es muy pacífico, es relajante, silencioso… — ¡Ey! — mierda, hablé muy pronto — Qué sorpresa… — me doy media vuelta, encontrándome con el chico de cabellos castaños claros y ojos celestes — Así que tú eres la hija del amigo de mi padre — Hola Jacob… Saludo, cruzándome de brazos y dándome media vuelta para seguir contemplando el horizonte. — ¿Ya viste la casa? ¿Qué te parece? — pregunta, colocándose delante de mí — Espero que te haya gustado… — se me acerca — Porque pasarás aquí los próximos dos meses… — susurra, haciéndome estremecer — Y no sabes todo lo que he planeado para nosotros — ¿De verdad? — le miro con una ceja alzada — ¿Hiciste planes? — niego con la cabeza — No me hagas reír — ¿Qué? — sonríe de forma burlona — ¿Te parece extraño que haya hecho planes para mí y la hija del invitado de mi padre? — Ah… ahora entiendo — río con ironía — Tenías un plan para ligarte a la hija del invitado de tu padre — Jacob no borra la sonrisa en su rostro — Pues lamento decepcionarte, solo me tienes a mí — ¿Y quién dijo que estoy decepcionado? — pregunta, inclinándose hacia adelante y acercando su rostro al mío — ¿Sedienta? ¿Quieres algo de beber? — Eh… sí… gracias… Trago saliva, siguiéndolo dentro de la casa. — ¿Qué es lo que quieres? — pregunta — Tenemos cervezas, ron, vodka, te pueden preparar un coctel si quieres, mis padres no dicen nada si eres menor edad y quieres beber en la casa — me mira y vuelve a sonreír — ¿O prefieres una limonada? Siempre bebes limonada — Sí, gracias, eso estaría mejor… Frunzo el entrecejo, este tipo me desespera. — Por aquí — me guía, empujando una puerta — ¡Cristina! — extiende los brazos, esbozando una carismática sonrisa, una mujer en uniforme le da un abrazo — Te presento a mi amiga — posa su mano sobre mi hombro — Se llama Anya — Mucho gusto La mujer me extiende la mano. — Igualmente… — Cristina, prepárale una limonada a mi invitada y a mí llévame una cerveza — Enseguida Asiente la mujer. — Vámonos — pide Jacob, dándome un leve tirón para que lo sigua — ¿Traes puesto el traje de baño? — No — contesto, sintiendo un extraño cosquilleo en el estómago — Está en una de mis maletas — Es una lástima — me mira — Tenía muchas ganas de nadar un poco… — su mano sigue en mi hombro — Y también tenía muchas ganas de verte en bikini — Deja de j***r, Jacob… — quito su mano de mi hombro con brusquedad — No tengo mucha paciencia y estás a punto de colmármela — Ey… — sonríe de forma burlona — Yo solo intento ser un buen anfitrión — Tú solo estás intentando fastidiarme — le miro con enojo, él no borra esa burlona sonrisa — Amas fastidiarme desde el tercer grado, solo déjame en paz — No, no lo voy a hacer — acomoda mi cabello detrás de mi oreja, vuelvo a estremecerme — Además, Blancanieves, admite que te encanta que te fastidie… — Ay sí, me encanta — suelto con todo el sarcasmo que puedo destilar, él solo suelta una carcajada — Tú eres el sueño de toda chica y yo la afortunada de ser el blanco de tus atenciones — Que bueno que te sientas afortunada — Vete a la mierda Vuelve a reír. — Vamos afuera, siento que me ahogo aquí adentro — indica, caminando hacia la terraza — Vamos, Blancanieves — Ya deja de llamarme de esa forma Pido, siguiéndole. — Te llamo así desde que tenemos once años — Por eso… — El apodo te queda, eres pálida, tienes el cabello n***o y siempre estás comiendo manzanas rojas — niego con la cabeza, riendo — No voy a dejar de llamarte de esa forma — Que autoritario eres — Y esa una de las tantas cosas que te gustan de mí — nos detenemos — Admítelo — Ya te mandé a la mierda, no me hagas mandarte de nuevo allá — ¿Cómo a tu amiguito? — me quedo callada — Porque allá lo mandaste — me mira fijamente — ¿Cierto? — No quiero hablar de eso contigo y no es de tu incumbencia — Dudo mucho que le hayas aceptado, no tiene nada que te pueda gustar — ¿Y qué sabes tú de mis gustos? Le miro con enojo. — Sé muchas cosas de ti… — se me acerca, el estómago se me encoge — Y sé que jamás saldrías con alguien como Ashton Thomas — No digas estupideces — No lo hago — sonríe, de nuevo acomoda mi cabello detrás de mi oreja — Pero alguien que lee a Du Maurier no creo que le pueda gustar un simple chico que anda en motocicleta y que lo único que sabe hacer bien es jugar a la pelota — No sabes nada — él vuelve a sonreír, pongo los ojos en blanco — Ya, déjame en paz, estás haciendo que me duela la cabeza — suelta una risita — Solo quiero disfrutar del verano — Pues no te lo voy a impedir — extiende los brazos — Mi casa es tu casa, puedes hacer uso y disfrute de todo lo que ves — Gracias Contesto de forma agria. — Su limonada, señorita — Cristina aparece con una fuente en las manos — Su cerveza, joven — Gracias Crissy — Jacob no despega los ojos de mí — También tráigale una manzana a la señorita, la más roja que encuentres, ella las ama — Enseguida — A veces me da mido Nos miramos fijamente. — Y esa es otra de las cosas que te gustan de mí Vuelvo a poner los ojos en blanco, él vuelve a soltar una risita burlona. — De acuerdo tú ganas, me encantas y estoy profundamente enamorada de ti desde el jardín de niños — Jacob suelta una carcajada — ¿Ahora sí me puedes dejar de j***r? — Por hoy — nuevamente acomoda mi cabello detrás de mi oreja — Vamos a sentarnos a las tumbonas — me quedo quieta — Camina — no me muevo — ¿Ahora eres tú la que quiere fastidiarme? — Está bien — termino aceptando, siguiéndolo — En verdad eres odioso — Y tú eres interesante… — se deja caer sobre una de las tumbonas y le da un sorbo a su cerveza — Ya verás que te haré pasar el mejor de los veranos…
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