Capítulo 1

2260 Words
Rode Los libros describen a las secretarias como afortunadas, por el simple hecho de vivir su día a día acompañadas de su guapo jefe, y aunque en algunas ocasiones es así, esto es la vida real, y tu apuesto jefe no se enamora de ti y hace de tu día de trabajo un sueño, ¡No! ¡No!, en este caso, estoy hasta el cuello de trabajo sin terminar. Son las tres de la mañana y mis ojos amenazan con cerrarse por el cansancio acumulado. Es cierto que mi trabajo me da buenos ingresos, bueno, ¡De que me quejo! Son excelentes, pero es sumamente exigente y agotador someterse a los caprichos de una sola persona, por lo cual apenas he dormido esta última semana, y mi jefaso, en vez de ayudar, se va de fiesta. Simplemente perfecto. Cierro la carpeta frente a mi con fuerza, con tanto cansancio no podré continuar, ni que quisiera. Me levanto del pequeño escritorio de mi departamento y dirijo mis pasos a mi habitación, mi holgada pijama se mueve de un lado a otro con mis perezosos pasos, hasta que estoy frente a la cama que parece llamarme. Me acuesto acurrucandome en las sabanas cayendo inmediatamente en un profundo sueño. (...) Pego un brinco haciendo que resbale estúpidamente de la cama, mi mente tarda en procesar el estrepitoso sonido de mi celular. Abro los ojos irritada y busco con la mirada el aparato. Lo tomo entre mis manos y bufo al ver el identificador de llamadas. Patrick, dijo que hoy me daría el día libre, por lo cual me parece muy extraño que a las... Seis de la mañana, este llamando. —¿Si?—pregunto con voz adormilada. —Señorita Marshall, ¿hizo la llamada a la chica de hoy? ¿Acaso sigue durmiendo a esta hora—pregunta con su usual tono. ¿Qué hora cree que es este sujeto? ¿Es dueño de mi horario de sueño ahora? —No señor, no me envió los nombres de las chicas de la semana—respondo aún más irritada —Hoy no tendré ninguna cita entonces, ¿Sabes donde están los papeles de la empresa Harly?—pregunta y puedo escuchar a través del teléfono como mueve los papeles de un lado a otro. ¿Que haría este ser sin mi? Ruedo los ojos y me acomodo en la cama, después de dar un par de vueltas para levantarme. —En su escritorio, a la derecha, bajo las carpetas—indico —Bien—cuelga dejándome con la palabra en la boca. ¿Tanto le cuesta decir gracias? Pff. Y se preguntaran ¿Por qué está tan estresado con esto de las citas? Porque hace al menos tres meses, mi querido jefe, empezó a recibir críticas, provenientes de la prensa, los periodista, hasta incluso páginas de chismes por el hecho de no estar casado, aún más cuando se le relaciona con personas no aptas para una buena reputación. Su familia es una de esas familias tradicionales en donde el matrimonio es obligatorio, más cuando eres el heredero y poseedor de una gran fortuna, el es mundialmente conocido, por eso está el dilema de ¿porque no tiene ni siquiera una novia? Hasta llegaron a especular que la razón pueda ser que es gay y no quiera admitirlo, pero la realidad no es esa, mi jefe es un picaflor. Admito que yo misma habría caído ante su porte de elegancia y su indiscutible atractivo, pero mi atracción hacia el fue muy momentánea, el sujeto parece inalcanzable, ni siquiera me dirige una mirada en todo el día. Así que deje pasar esa emoción tan pronto como apareció. Volviendo al tema, mi jefe empezó hace tres meses su búsqueda de "la chica ideal" para ser su esposa. Pero, el problema es que sus gustos son un tanto... Exquisitos, muy irónicos para su historial. Esto lo lleva a citar actrices y modelos, que terminan siendo muy pretenciosas, cabezas huecas o con la voz más chillona que he escuchado en mi vida. Por eso yo tengo la tarea de buscar a esa chica que pondrá de cabeza la vida de mi jefe. Me llamo a mi misma, la secretaria del amor. Un apodo un tanto cursi, pero era una romántica empedernida, no pueden culparme, sé que también lo son. Porque, aunque no sea trabajo fácil me encargo de todo con respecto a Patrick, incluyendo su vida amorosa, lo que es agotador para una sola persona si hablamos de alguien como él. Pero sé que cuando lo vea felizmente casado, habré cumplido mi misión. (...) Despierto felizmente, dormir casi todo el día ha causado el efecto. esperado, ahora siento mi cuerpo descansado, creo que pediré vacaciones. ¡Las necesito! Me levanto perezosa y marco el número de una pizzería, no tengo ninguna intención de salir de casa hoy. Me dirijo al baño y me desago de mi pijama para luego entrar en la ducha. El agua tibia relaja mis músculos, haciendome recordar cuanto necesito más que una ducha fría en las mañanas, por eso mi hermana dice que un día renunciaría por mi, para que dejara ese trabajo de tiempo completo. Río en mis adentros y salgo de la ducha envolviendo mi cuerpo en una toalla. Busco en mi armario algo comodo que ponerme pero el sonido de mi telefono me interrumpe. Lo busco con la mirada encontrándolo en mi mesa de noche, dirijo mis pasos hacia ella y lo tomo mirando la hora en el reloj de la mesa. 7:00 pm. Abro los ojos sorprendida al ver que dormí todo el día y la noche. ¡¿Que!? —¡Rode!—escucho la voz de mi hermana a través del telefono. Hablando de la reina de Roma, por la puerta se asoma. —Hola hermanis—saludo regresando al closet. —Preparate, en diez minutos paso por ti, iremos a cenar—dice rápidamente. —Nancy Marshall, espero esto no sea una de tus estrategias para que tenga una cita—amenazo buscando algo apropiado. Tomo un vestido n***o de tirantes y unos tacones del mismo color. Salgo del armario acomodando el telefono en mi oreja. —¡No! ¡como crees! ¡Solo preparate rápido!—chilla. Pongo los ojos en blanco y corto la llamada. Definitivamente me hará tener una irritable noche. Me pongo rápidamente el atuendo y peino mi cabello n***o a la velocidad de la luz. Dado que no quiero que mi hermana venga aquí a regañarme. Pero es usual en ella decirme que saldremos justo 10 minutos antes. Me maquillo sencillo y tomó un colgante poniéndolo en mi cuello. El frío material hace que una mueca se forme en mi rostro pero ignorando eso tomo mi billetera y salgo de la casa, donde mi hermana me espera en su auto. Como lo esperaba, a su lado esta su novio, Daniel. Y si mi presentimiento no me falla, un amigo de Daniel esta sentado en el asiento trasero. Me acerco con cautela y los ojos negros de mi hermana igual a los mios, me miran con advertencia, confirmando mis sospechas. Abro la puerta encontrándome con un chico de cabello n***o, sus ojos grises me miran de arriba abajo y debo decir que no esta nada mal, creo que mi hermana se ha lucido. Entro curvando una sonrisa amable. —Hola—saludo extendiendo mi mano—Soy Rode Marshall. —Lindo nombre. Yo soy Simón Peterson. Asiento conforme y mi hermana arranca el motor, en camino hacia el restaurante. (...) El camino hacia el restaurante fue bastante animado, Simón es un chico muy amable y divertido, su sonrisa es contagiosa y te incita a hablar cada vez más y más. Al llegar el abre la puerta para mi, siento su mano guiarme adentro del lugar. Mi hermana sólo me da una mirada pícara y avanza con nosotros. El lugar es bastante pintoresco, tiene un aire francés muy original. Un mesero nos lleva hasta nuestra mesa donde los cuatro empezamos a platicar luego de pedir nuestra comida. —Dime Rode ¿A que te dedicas?—pregunta Simón educadamente. Sus ojos grises no se despegan de mi ni un segundo, haciendo que algo se remueva en mi interior. —Trabajo como secretaria administrativa—explico cohibida.-¿y tu? ¿A que te dedicas?—pregunto de regreso, fijando mi vista en el. El flexiona sus brazos y sonríe mostrando su perfecta dentadura. —Soy dueño de una cadena de restaurantes—dice encogiéndose de hombros. —Oh. Que cool—respondo y una meseta trae nuestra cena. —Si, es agotador encargarse de todo, cosas por aquí, cosas por allá—menciona en un suspiro. —Vaya, ustedes dos son tal para cual, ninguno de los dos puede dejar de trabajar—suelta Nancy de repente. —Echale la culpa a Patrick—pongo los ojos en blanco. —¿Patrick? -Mi jefe, Patrick Willians—le explico al que se supone es mi cita el día de hoy. Cortesía de Nancy. A veces ni se de dónde saca tanta gente para presentarme. El asiente pero entonces alza una ceja. —Pero mira que pequeño es el mundo, el es uno de mis amigos, además de ser mi socio—confiesa sonriente. Abro los ojos sorprendida y el suelta una risa por mi reacción. —Si que es pequeño—me renuevo incómoda. ¡Ni fuera del trabajo me libro de el! —"¡Que pequeño el mundo es!" "Que pequeño el mundo es"—empieza a cantar Nancy. —¡Oh no! ¡Porfavor! ¡Nan callate!—dramatizo tapandome los oídos. Los chicos sueltan una carcajada a las que me siguen las nuestras. Mi hermana es un verdadero caso. La campana que anuncia que alguien a entrado al restaurante llega a nuestros oídos, haciendo que gire mi vista en dirección a la entrada. Mi rostro se contrae en sorpresa al ver a nada más y nada menos que a Patrick, mi jefe. Este viene acompañado de una castaña muy linda, su largo vestido azul le llega hasta los talones haciéndola ver como una verdadera actriz, sin duda el prototipo de chica que acompaña a Patrick. Mi jefe va vestido con una camisa negra remangada hasta sus codos, un blue jean ajustado y unos zapatos negros perfectamente lustrados. Sus ojos azules examinan el lugar, en busca de una mesa disponible, arregla su cabello castaño con naturalidad y elegancia propia de el. De repente sus ojos caen sobre mi, y estos se abren sorprendidos. Sus pasos se acercan a nosotros, haciendo que la incomodidad empiece a incrementarse por todo mi cuerpo. —Señorita Marshall—saluda con cortesía. Las miradas de toda la mesa se dirigen a el. —Señor Willians—asiento—Que sorpresa encontrarlo por aquí. El asiente y sus ojos me recorren de arriba abajo, incomodándome aún más. —Simón, que sorpresa amigo—saluda el curvando una sonrisa sincera, que nunca había visto en su rostro. Haciéndolo ver aun más guapo. Sin duda. —¡Patrick! ¡Cuanto tiempo!—Simón le responde con un efusivo abrazo. Vaya que se conocen estos dos. —Veo que conoces a La señorita Marshall—los ojos de Patrick parecen retadores, pero su amigo lo conoce bien y no se molesta en cambiar su semblante amistoso. — He tenido el placer de conocerla hoy, me cuenta que es tu secretaria—comenta en respuesta. Mi jefe me da una mirada de reojo antes de asentir. —Bueno, debo retirarme, si me disculpan, nos veremos otro día Simón—dice para luego girarse a su acompañante y salir del local rápidamente. ¿Que rayos? ¿No van a comer? —Incomodo—suelta Nancy en broma haciéndonos reír. Vaya que lo era. Mi jefe está más raro que de costumbre. (...) Camino en mis tacones color crema en dirección a la oficina de mi jefe. Son las 7:30 am y estoy fresca como una lechuga, el día de sueño me sirvió de mucho. Llevo puesto un vestido color rosa pálido, con cuello en V y de mangas largas. Quito mi cabello n***o de mis hombros y toco con mis nudillos la puerta de la oficina de Patrick. Escucho un leve "pase" autorizando mi entrada. Tomo el pomo de la puerta y la empujo entrando completamente. Patrick levanta la vista mirándome. —Buenos días Señor Williams. —Buenos días, aquí esta la lista de las chicas de esta semana. Frunzo el ceño extrañada, yo ya había preparado una lista, que el había pedido. —Señor, si me disculpa, ya había preparado una lista. Patrick levanta la mirada y señala la lista. —Organiza mis reuniones, puedes retirarte—su sonrisa me asusta un poco dado que nunca había visto algo asi en él. ¿Esta de buen humor hoy o es idea mía? Suelto un suspiro y dirijo mis ojos a la hoja, ya que tengo que empezar a llamar a la chica del día de hoy. Además de investigarla, tengo meses ya encargandome de esto, ¿Por qué se encarga el? Al leer el primer nombre en la hoja mi corazón se paraliza por un momento, mis manos sudan y no se que rayos está pasando aquí, parpadeo repetidas veces para saber si no estoy alucinando y luego de varios minutos confirmo que no es así. Día Martes, ocho pm. Rode Marshall. Mis ojos vagan por la hoja sin saber muy bien como reaccionar. Oh no. ¿Que rayos es esto?
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