Pov: Amelia Reed.
—Esto fue un plan arriesgado, si él consigue una reservación en un hotel, ¿cómo lo pagaremos? —remarca Crystal.
—Tendremos que esperar hasta que vuelva Fina —ahí está el detalle minúsculo.
No tenemos dinero fuera de lo que podemos usar para estudiar y si uso mi tarjeta en Las Vegas papá se daría cuenta.
El efectivo planeo usarlo para comida. Hasta que empecemos a trabajar en el club. Ahí tendremos mucho dinero para rentar algo.
—Fina vuelve mañana en la noche, dijo que iríamos directo al club de strip. Ya estoy confundida, ¿qué debo hacer? —me siento un poco mal por meter en esto a Crys, se ve tan perdida.
—Nada, él dijo una noche, solo nos quedaremos esta noche, mañana antes de la noche ya no estaremos aquí. Tú relájate, solo sígueme la corriente —asiente como niña obediente.
¿Está mal que hayamos metido a Crystal en esto? A pesar de ser divertida y alocada, ella no tiene nada de experiencia a comparación de nosotras. Solo es una chica buscando experiencias y aventuras con apenas 18 años.
—Me muero de hambre, voy a asaltar la nevera de mi hermano —respiro profundo y persigo a mi amiga.
Al salir de camino a la cocina pasamos por la habitación de Benji y la puerta está entreabierta. No miro aunque me veo tentada a espiar.
—No tiene nada, ¿esto hombre come aire o qué? Solo hay... huevos, cervezas. ¡Iught! No hay ni siquiera un poco de jamón para hacer un sándwich, jugo de naranja, no hay nada —cierra la nevera.
Me apoyo en la mesa y escucho sus pasos. Vamos Amelia, sabes a lo que viniste.
—Salgamos, vayamos a comer, luego bebemos unos cócteles y conoces alguno de los clubes de Las Vegas —remarco con toda la intención de que él me escuche.
—¿Qué haces hurgando en mi nevera, Crystalita? En esta casa no está permitido que salgan de noche, así que mientras planeen dormir aquí, mejor cancelen sus planes —escupe sin mirarme.
—Dicen por ahí que hay un club muy conocido, no me acuerdo el nombre —noto cómo se tensa.
Se cree que me callará, que me pondrá reglas absurdas de no poder salir.
—Tengo hambre, Benji. ¿Y qué es eso de no poder salir? No eres mi papá, yo quiero conocer aquí. —Crystal reclama—. Yo sí quiero conocer los lugares más famosos de aquí —mi amiga me mira, él sigue intentando fingir que no existo.
Buena suerte con eso, Benji.
—Pediré una pizza, pero de aquí nadie puede salir después de las —mira su reloj de muñeca—. Que lástima, son 21:05, hasta las 21 podían salir. Mi casa, mis reglas, Crystal —maldito.
Siempre tiene que tener el control de todo, se cree que va a detenerme.
—Aguafiestas, eso es encarcelamiento involuntario, no puedes tener toque de queda en tu casa.
—Ya recuerdo cómo se llama el club —si cree que no dejarnos salir una noche impedirá el desastre que quiero provocar.
Está muy equivocado,
—Oblivion, así se llama. Pero podemos ir otra noche, seguro conseguimos alguien que nos lleve —se voltea a verme de reojo.
Está furioso, lo sé, cree que soy una tonta. Sé dónde golpearte, te conozco tanto, Benjamín.
—Me gusta, ese nombre promete, supongo que hoy me conformaré con la pizza, amargado —escupe cerca de Benji mientras se aleja a la habitación—. Vamos, Ame, pediremos la pizza desde de la habitación —mi amiga se pierde en el.
Benji se voltea a verme bastante furioso y lo miro con soberbia antes de dirigirme a la habitación con Crys. Solo dos pasas y su mano apretando mi muñeca me detiene, no sé si la fuerza que ejerce es la que me hace detenerme o el shock de mi cuerpo al sentir su cálida piel tocando la mía. Otra vez.
—¿Qué carajos intentas, Amelia? —gruñe cerca de mí. Intento zafarme y termino acorralada contra la pared.
No bajo la cabeza, no dejo que la intensidad de sus ojos me amedrente, que ese azul rabioso que se torna casi n***o cuando está enojado me haga ceder.
No estoy haciendo nada malo.
—Suéltame, ¿qué intentas tú? Pegándome a la pared, ¿no crees que deberías disimular un poquito más que no me superas? —abro mis ojos y sonrío divertida.
—No quiero verte ni respirar cerca de Oblivion, ¿me oyes? —arqueo una ceja.
—¿Tú te piensas que tienes algún derecho sobre mí? No eres mi dueño, si yo quiero entraré a ese lugar te guste o no —levanto mi mentón intentando compensar la diferencia de altura entre ambos.
—Si piensas que vas a arrastrar a mi hermana a tus porquerías, mejor ve arrepintiéndote y si piensas que vas a poder entrar a mi club sin que lo sepa… —muerdo mi labio inferior y sus ojos van a ellos inevitablemente.
Sigues siendo el mismo, qué decepción. O qué suerte debería decir, esto será más fácil.
—¿Y qué harás si logro entrar? Tú no tienes poder sobre mí y lo que haga, si quiero ahora mismo salgo y consigo...
—¿No me escuchaste? Dije que de aquí nadie saldrá a clubes —lo aparto zafándome.
—¡Vete al carajo! Si quiero me voy de aquí a calentar alguna cama, no te confundas, puede que a tu hermanita le puedas dar órdenes, pero a mí —me carcajeo—. No vas a frenarme, muchos menos alcanzarme, tú estás muy oxidado para manejar a una mujer como yo, en otra vida quizás, Benjamín —agito mi pelo caminando hacia la habitación.
Cuando entro veo a Crystal con su teléfono.
—Pedí dos pizzas, una para Benji, ya que nos da alojamiento. Te tardaste, ¿pasó algo? —niego sentándome a su lado.
—Pasé al baño que hay afuera. Me sigue ignorando, tampoco esperaba mucho, descuida —apoyo la mano sobre mi nuca intentando calmar la extraña sensación en mi cuerpo.
«El que tiene que caer es él, no tú»
Yo no voy a caer, ya se lo que estoy haciendo no soy estúpida.
—¿Segura que estás bien? —asiento y me tiro en la cama.
—Si sigue ignorándome me iré, tú puedes quedarte, pero yo no estaré donde no soy bien recibida —remarco.
—Ame, estás loca, ¿a dónde irás?
—Por ahí, conozco alguien aquí que me compartiría cama sin dudarlo ni una vez —sonrió con picardía.
—No me digas... yo sabía que tú y él, ¿no crees que es demasiado? —me encojo de hombros.
—Es su culpa, te olvidas lo que hizo —arruga el entrecejo.
—Es cierto, que sufra por maldito infiel —lanzo una risita.
.......
Crystal duerme a mi lado, está niña tiene el sueño pesado. No he podido dormir nada, es como si mi cabeza no se apagara.
Me levanto y salgo de la habitación para buscar un vaso con agua. Cuando llego a la sala que se conecta con la cocina jadeo al verlo sentado con su laptop en la barra que divide ambas alas.
—Si planean esca... —levanta la mirada escaneando el diminuto pijama que traigo—. Olvídalo. —sigue en sus cosas.
—Eres un ridículo, ¿te quedaste despierto para vigilar que no salgamos? Sí que lastima tu ego el hecho de que pueda irme por ahí a conocer las formas y colores de Las Vegas —escupo caminando hacia el lavado.
—Estoy cuidando a mi hermana, además que mi ciclo de sueño... ¿por qué tendría que darte explicaciones a ti? —resopla.
—Nadie te las ha pedido, solito las estabas dando. Cuidando a tu hermana, ¿intentas insinuar que soy un peligro para ella? —me cargo un vaso de agua.
—Tu eres un peligro para cualquiera, conozco tus grandes escapes, sueles ser una niña caprichosa que cuando tiene una negativa rompe las reglas para hacer todo a su antojo —arrugo el entrecejo bebiendo el agua.
—No me conoces, hablas de una Amelia de hace tres años cuando pensó que valía la pena romper las reglas por alguien. Soy libre, hago lo que quiero.
—¿Entonces Alexander Reed sabe que su hija está en las Vegas? ¿Si se entera no se la llevaría? —maldito.
—¿Tu madre sabe de qué trata tu negocio? Porque no es solo un club, ¿saben de eso? —levanta su mirada y suspira molesto.
—Hablo en serio, no vas a acercarte a Oblivion, Amelia. No me provoques, no quiero tener que llamar a tu padre.
—¿Pero por qué no te vas al carajo? ¿Quién te crees para amenazarme tú a mí? No puedes prohibirme que me acerque a nada y si piensas que por una noche que me quede aquí tienes derecho a algo, me largo —quiero pasar de él y se interpone en mi camino dejando su laptop.
—Actúa como una adulta, no vengas aquí, ¿crees que soy idiota? Yo sé que viniste por mí, no sé qué busques, sea lo que sea, no lo hagas, no te acerques a mí ni a mis asuntos Oblivion es mío, no te permito entrar bajo ninguna circunstancia, ese no es un lugar para ti —tomo un respiro.
—Por ti... crees que estoy aquí por ti. No eres lo único bueno de Las Vegas, lamento decepcionarte, a decir verdad eres lo único que no sirve aquí. Si te sigue afectando que haga mi vida, Benjamín, hazte ver —lo aparto golpeándolo con mi cuerpo.
Me meto a la habitación y tomo mi maleta juntando mis cosas y sin ponerme ni un abrigo arrastro todo fuera directo a la puerta.
—¿A dónde planeas irte a esta hora? No seas inmadura. Nunca dije que no quería que hagas tu vida, solo te quiero lejos. Fui claro hace tres años, soy claro ahora —me carcajeo.
—No me molestes. Oficialmente me marcho de aquí, así que tus estúpidas reglas puedes metértelas por donde no te da el sol. ¡Pendejo! —escupo eso último en español.
Abro la puerta saliendo.
—¿Te irás a la casa de él? —arrugo el entrecejo volteándome a verlo—. Ya sé lo que hay entre ustedes, al menos respétame. —me carcajeo.
—¿Tú pides respeto? ¡Vete al carajo! —arrastro mi maleta mientras saco mi teléfono marcándole a Lion.
Respeto. Un solo encuentro y ya me ha exasperado, pero sé con seguridad que yo a él también.
Y cuando te enteres que bailaré en un club quiero verte, Benjamín.
Puede que él pueda prohibirme entrar a Oblivion, pero no podrá cerrar ni las puertas de todos los clubes en la ciudad, ni los ojos de todos los que me mirarán bailar.