Destruyendo a mi ex

Pov: Amelia Reed. —¿Entonces vas a irte con él? Estás loca —ruedo los ojos mientras camino fuera de la universidad. —Voy a estudiar leyes en Harvard, ¿que padré no quiere eso para su hija? —mi prima Serafina sonríe con diversión. —Eres una mentirosa de primera, aquí también estudias leyes, lo que tú irás a hacer a América es a follar con Benji —sonrío emocionada. —En las Vegas; que no se te olvide esa parte. Rentaremos un departamento y viviremos juntos, él tendrá Oblivion, yo estaré ahí a su lado, es lo que siempre hemos soñado —siento que Serafina no está tan feliz con esto. —Te voy a extrañar, me asusta que tu papá se entere, si el señor Alexander Reed sabe que su hija en realidad se está prácticamente fugando con su novio a las Vegas... —me paro frente a ella. —No seas pájaro de mal agüero, papá no se enterará, ya dijo que sí, me dio los fondos, pagó la matrícula, no sospechará hasta que... no importa, ya lo resolveré —apoya sus manos en mis hombros. —Eso espero, porque Benji no volverá contigo si tu papá te descubre, él no es un niño de 19 años, él ya es abogado, tiene sus planes —suspiro intentando que eso no me preocupe. —Son nuestros planes, esta es nuestra aventura, juntos siempre, esa es la promesa ¿o te olvidas? —sonrío mirando el brazalete que Benji me regaló cuando me pidió ser su novia. —Solo procura arreglar cada detalle antes de irte —asiento y me suelta para seguir caminando juntas. Eso debo hacer, la cuestión es que no veo a Benji hace una semana, hablamos poco, él está solucionando todo antes de irnos. No quise molestarlo. Mi teléfono comienza a sonar. Al mirar la pantalla veo su nombre y sonrío. —Ya te llamó, ¡ay Dios mío! Los odio, ambos me dejan sola siempre, soy una pobre alma sin amigos ahora mismo —Fina es muy dramática. —Fina, sabes que vendré a verte una vez al mes, mamá no quiere que me aleje mucho —me da vuelta la cara con mucho dramatismo. Mi prima está loca. —Hola, mi amor —tomo la llamada. —Ame... lamento lo perdido que estuve, yo... tenemos que vernos —se escucha raro. —¿Te encuentras bien? —Hoy en la noche hay una fiesta en la casa de los Hastings, te veo ahí, es importante que vayas. —¿Esta noche? No sé si papá me deje... podría... —Necesito verte, te extraño, mi vida —muerdo mi labio inferior. —Buscaré la forma de escaparme de casa, también te extraño, no veo la hora de irnos y así... —Tengo que colgar, te veo en la noche, adiós. —Adió, te a... —colgó. Parecía apresurado. Suspiro. Se escuchaba muy raro, pero Benji es así. A veces está con muchas cosas, no es fácil todo lo que él está planeado para el viaje. Veo a Fina hablando con un chico. No la puedo dejar sola ni un segundo que ya está hablando con el más idiota de la universidad. —¡Fina! —me acerco apresurada. Está apoyada contra un árbol mientras ese tonto está muy cerca. Ay, Fina, siempre andas tras pendejos idiotas. —¿Irás a la fiesta de Hastings? —pregunta el tonto. —No lo sé... —la tomo del brazo estirándola hacia mí. —Ay, ¿qué haces? —reclama indignada. —Sí irá a la fiesta no te preocupes, ahí podrán hablar mucho —me alejo con Fina. —Estaba por besarme, ¿por qué interrumpes así, Amelia? —ruedo los ojos. —Hazte desear más con esos tontos, me lo agradeces después. Tienes que ayudarme a escapar de casa esta noche para la fiesta de los Hastings. —Déjamelo a mí que yo lo soluciono, en realidad te sostendré la soga mientras pasas los sensores de movimiento —nos carcajeamos. —A eso me refería. ......... Me coloco los zapatos mientras caminamos apresuradas hacia la esquina donde Fina dejó el auto. —¿A ti sí te dejaron? —reclamo. —Sí, le dije a papá, te lo estoy diciendo y como llevaré el auto no beberé, así que me dejó. Pobre iluso, papi es un lindo, nunca descubre mis mentiras —me carcajeo. Mi papá todo lo contrario, nunca se cree mis mentiras y mamá, ni decirlo, ella podría hacer todo un drama. —Qué suerte la tuya, ¿me veo bien? —hoy me arreglé y me puse este vestido que a Benji le encanta. —Si la pregunta es: ¿cuán loco volverás a Benji? Muchísimo, tanto que seguro terminas encerrada en una habitación con él —eso es suficiente. Subimos al auto y Fina conduce hasta la casa de los Hastings que está muy cerca de la universidad. La música se escucha a una calle de distancia, esa fiesta debe ser enorme. Cuando entramos la música no te deja siquiera hablar, está lleno de personas, es una enorme casa de dos plantas. —Tengo que encontrar a Benji —tomo mi teléfono para marcarle y no contesta. —Yo debo encontrar a Erick —ruedo los ojos. —Sabes que es un tonto, ¿no? —susurro para que me escuche. —Lo voy a comprobar. —Suerte con eso, te envío mensaje de cómo va todo. Buscaré a Benji —nos separamos. Camino entre la gente y sonrío a todos los que conozco por Benji. Él es muy popular entre los universitarios. —¿Vieron a Benji? —indago a un grupo de chicos y me señalan que arriba. Subo las escaleras y la música aquí se escucha más baja, aunque lo que sí se escuchan son los ruidos provenientes de las habitaciones. Miro a todos lados y sigo caminando sin entender dónde está. —¿Buscas a Benji? —me cruzo a uno de último año. —Sí... ¿sabes dónde está? No puedo encontrarlo. —¡Aah! ¡Ay! —me río por los ruidos que vienen de la habitación a nuestro lado. —Está ahí adentro —mi rostro se transforma cuando señala la habitación de donde provienen ruidos. —No estoy bromeando, de verdad estoy buscando a Benji —se encoge de hombros. —Es el que está ahí, compruébalo. Yo solo informo —mi pecho se aprieta, un nudo en mi garganta se instala. No, él no haría algo así. Solo me están molestando. Miro la puerta y me acerco para golpear, solo debo comprobar que es una maldita mentira. Él no me haría una cosa así, a mí, que sabe lo mucho que lo amo, que nos prometimos ser solo nuestros. Golpeo con mi corazón en la mano. Los gemidos siguen saliendo de la habitación y apenas puedo respirar sin llorar, no voy a adelantarme. Vuelvo a golpear con más fuerza, ya no puedo, ahora el golpeteo va lleno de desespero. —Benjamín, sal de ahí —escupo a punto de romper en llanto. Los gemidos se detienen y el temblor de mis labios junto a mi respiración retumban en mis oídos. Muerdo mis labios para no denotar lo mal que estoy. Es un error, no es verdad. La puerta se abre y es él, está sin remera y una mujer terminando de vestirse lo besa. Arrugo el entrecejo y mis lágrimas se escurren sin permiso. —Los rumores eran ciertos, eres muy bueno —pasa por mi lado y Benji solo me mira con frialdad. —¿¡QUÉ CARAJOS ES ESTO!? —lo empujo golpeando su pecho—. ¡Maldito! ¡Benjamín! —me aparta tomándome de los hombros. —Creo que no tengo nada que explicar, ¿acaso debo hacer un dibujo de lo que acaba de pasar? —aprieto mi pecho porque juro que me duele el corazón. —¿Por qué? ¿Me invitaste para esto? Benji... no entiendo... —lo veo borroso por mis lágrimas. —¿Qué no entiendes, Amelia? ¿Lo que pasó o que está claro se acabó? —aprieto mis labios y no puedo evitar llorar desconsolada. —Me dijiste... ¿por qué así? Nuestros planes, nuestros proyectos, nuestro... —Mis planes, mis proyectos, mi vida. Hagamos que esto sea sencillo, no te humilles más y solo vete —cubro mi boca. No puedo entenderlo. —Benji, me dijeron que nos llamabas —me volteo al ver a dos chicas acercándose a él. —Me preguntaba si querían divertirse un rato —mis ojos lo buscan porque esto está siendo demasiado. —Claro que sí —las chicas entran a la habitación y lo abofeteo, esta vez es con todas mis fuerzas. —¡Eres un hijo de puta! ¿Por qué me haces esto? Yo te di todo de mí, todo... —No debiste hacerlo, debiste escuchar a todos los que te dijeron que no era bueno para ti, no lo soy. Y tú no eres lo que necesito —cierra la puerta en mi cara. La pateo. —¡Hijo de puta! ¡Te odio! ¡Eres lo peor que me ha pasado! —grito y bajo las escaleras deseando desaparecer. Salgo a la calle corriendo y me dejo caer en el césped sosteniendo mi pecho, llorando tan fuerte que siento mi garganta se rompe. —¡Ame! —escucho a Serafina que me ayuda a levantarme. —¡Lo odio! —la abrazo con fuerza sin poder calmar mi llanto—. ¿Por qué romperme el corazón así? —¿Qué te hizo? —niego aferrada a ella. —Me destruyó, en mil pedazos. ***** Ese día, aunque aún el dolor no me permitía verlo, ya había decidido que yo también lo destruiría a él. En mil pedazos tal como él me dejó.